Poesía de Guantánamo
25 de enero de 2008“Ésta es una mazmorra de la injusticia” lee la actriz Renate Knollmann bajo la luz de un foco en medio del escenario sumido en un oscuridad profunda. Son versos de un preso de la tristemente célebre prisión norteamericana en Guantánamo, Cuba.
“La noche es el único acompañante al que puedes contarle tu amargo dolor”, sigue el recitado, para luego retornar a la empecinada resistencia: “Por Dios, aunque me pongan cadenas, nunca traicionaría a mi fe.”
El Landestheater Schwaben de Memmingen, Baviera, un reconocido teatro de provincia con fama de poner en escena una y otra vez obras de vanguardia, da en escena voz a las víctimas lejanas. Los poemas son el estreno de un conmovedor documento del suplicio y la falta de perspectivas de prisioneros musulmanes en la controvertida prisión.
De la combatividad a la impotencia
La lectura escénica lleva a los espectadores hacia un viaje por el mundo de sentimientos de los presos de Guantánamo. Los doce textos leídos van desde poemas muy combativos hasta versos que destilan impotencia, desesperación y desamparo.
“Para mí fue como si me trasladaran de un rincón de una celda a otro”: así describe Walter Weyers, director general del teatro, sus impresiones al leer por primera vez los versos. Los poemas fueron editados el año pasado por la Universidad de Iowa, bajo el título “Poems from Guantánamo” y son, a pesar de haber sido censurados, sorprendentemente críticos. “Es la primera vez que hablan las víctimas”, dice Weyers.
Lo más difícil en la lectura escénica fue “dar con la tónica” de los poemas, dice el director general. Las poesías son leídas por dos actrices y un actor, algunos en alemán, otros en inglés. Y la tónica varía: a veces son leídos lacónicamente; otras, neutralmente, pasando luego a una dicción helada. A veces, las palabras fluyen como una catarata; otras, no se oye más que un ronco susurro.
La cuestión no es la culpa
Si los autores de los versos, de los cuales muchos se hallan desde hace años sin proceso judicial en la prisión estadounidense, son o no culpables no interesa a Weyers: “No se trata aquí de culpa o inocencia, sino de que no es posible tratar tan horrorosamente a seres humanos. Es algo que nos afecta a todos”.
El escenario en el que tiene lugar la lectura es purista. Sobre las tablas hay sólo una mesa y tres sillas. El color dominante es el negro, también en la indumentaria de los actores. Los textos son proyectados además sobre una pared en el teatro. Simultáneamente se ve sobre el telón de fondo del escenario el rostro grande proyectado del actor que lee, para transmitir a los espectadores sus emociones.
La velada cierra siempre con una discusión de mesa redonda, en la que participa, entre otros, un abogado del ex prisionero de Guantánamo Murat Kurnaz, turco-alemán que vive ahora nuevamente en Bremen, Alemania.
“Lo hacemos para ofrecer, además de la lírica, un escenario para la reflexión. Como sociedad debemos discutir seriamente qué queremos hacer con nuestro Estado de derecho, cómo manejamos las libertades”, concluye Weyers.