"Malos presagios": parábola germano-polaca de amor y odio
22 de septiembre de 2005
¿Te gusta la cena que te preparé?, pregunta una mujer polaca a su esposo alemán que le responde con otra interrogante - ¿Quieres pelearte de nuevo? Muchos son los que afirman que esta es una escena cotidiana entre alemanes y polacos. Bromas, sátira, recelos y sospechas, pero también declaraciones de amor y paz han acompañado la historia de las relaciones entre Polonia y Alemania.
De victorias y derrotas
La película "Malos presagios" trata, igualmente, de forma satírica uno de los temas más escabrosos en la historia de los dos pueblos: la expulsión de 12 millones de alemanes de Europa del Este tras la derrota de la Alemania nazi de Adolf Hitler .
La obra grassiana "Malos presagios" (Unkenrufe en alemán), fue publicada en 1992 y narra la historia de amor del catedrático alemán de Historia del Arte Alexander Reschke( Matthias Habich) y de Alexandra Piatkowska , (Krystyna Janda), una restauradora polaca. Los dos viudos y rondando los sesenta años, fundan "una empresa-cementerio germano-polaco". A medida que avanza el largometraje la cámara acompaña el amorío con retrospectivas de los traumatismos sufridos en sus respectivas infancias.
Avatares entre el comunismo y el capitalismo
El objetivo de esta "sociedad fúnebre" es enterrar en Gdansk a los alemanes que habían sido expulsados de ese país tras la derrota nazi en la Segunda Guerra Mundial. Tanto la película como el libro tematizan las relaciones germano-polacas ridiculizando la transición de Polonia del comunismo al capitalismo. "Malos presagios" es una coproducción germano-polaca y está dirigida por el polaco Robert Glinski y protagonizado por Habich y la actriz polaca Krystiana Janda.
La ciudad portuaria de Gdansk, donde transcurre la acción, fue fundada por germanos y escandinavos. Su población fue allí por largo tiempo, en su mayoría alemana. Tras la derrota de Alemania en la I Guerra Mundial y por estipulación del Tratado de Versalles, en 1920 Gdansk fue declarada Ciudad Libre y Polonia adquirió sobre ella "derechos especiales". Allí nació el novelista alemán Günter Grass en 1927.
El destino de los desplazados, tanto alemanes como polacos, sigue siendo una herida abierta en la historia común de ambos países. Éste es uno de los tópicos que preferiblemente no se tocan y en los que muy rápido surge la acusación de "revanchismo".
Terminar de culparse mutuamente
Pero el virtuoso maestro del Tambor de Hojalata, fiel a su ácido humor, logró en su relato lo que el cinematógrafo Robert Glinski llevó a escena brillantemente: auscultar el alma de polacos y alemanes y escudriñar sus estados de ánimo.
"Confío en que ambas partes cesen de culparse mutuamente", dice Günter Grass, cuya propia familia fue desterrada. La película se puede ver cómo una ayuda a que eso suceda, algún día. En el libro la reconciliación tiene lugar muy tarde, en el cementerio.