El otro rostro de Günter Grass
18 de julio de 2004Antes del novelista estuvo el escultor. Al término de la II Guerra Mundial, Günter Grass empuñó primero el cincel. Aprendiz de tallador de piedras, también se dedicó a estudiar las artes gráficas. Pero quisieron las musas que fuera la pluma su principal arma de combate intelectual, por lo menos ante los ojos del grueso del público, que supo a través de sus relatos de las desdichas del pequeño Oscar, aferrado a su tambor de hojalata, y de tantas otras figuras que encarnaron la realidad de la Alemania devastada por el nazismo y la guerra.
El primer amor
Su producción literaria le valió ganar el Premio Nobel en 1999, mientras su inclinación a pronunciarse sin pelos en la lengua sobre la realidad política lo llevó a convertirse en una especie de "conciencia moral" de Alemania. Pero las múltiples actividades no consiguieron apartarlo jamás de su primer amor artístico: la plástica.
Por primera vez se presenta ahora en Alemania una exposición que abarca ampliamente la obra escultórica del escritor. A la entrada de la Iglesia Paulina de Gotinga, donde pueden apreciarse estos trabajos, un brazo de bronce se alza desde el pavimento, con un pez en la mano: un rodaballo. Un claro anuncio de lo que espera al visitante que acuda a ver el centenar de figuras de bronce y arcilla componen esta muestra, íntimamente ligada al universo literario del autor.
A la sombra de la literatura
Según Günter Grass, las figuras tomaron forma "en silencio, a la sombra de la literatura". Pero aclara que cada una es también una "obra independiente". El autor asegura que para él la coexistencia de la literatura, la escultura y la pintura es algo completamente natural. Incluso en ocasiones ha pasado de un campo a otro en medio de una obra. Si queda trabado en una novela, trazar un dibujo puede ayudarle a estimular el flujo de las ideas. Luego esos bosquejos adquieren vida independiente, o terminan sirviendo de base para las figuras de bronce y arcilla.
La exposición incluye también unos 70 dibujos, acuarelas y grabados, que complementan la creación de Günter Grass. Todas esas expresiones tienen para él el mismo valor. Por lo tanto, no quisiera abandonar ninguna. Pero, si un hada malvada lo obligara a optar por una sola, ¿que haría? Su respuesta. "Coquetearía con el hada y la induciría a renunciar a su ultimátum."