Malestar en Alemania por reformas
8 de agosto de 2004El barómetro político en Alemania no se presenta nada bien para el canciller Schröder: sus propias filas se vuelven contra él. Las protestas por las reformas sociales instauradas por y durante su gobierno se multiplican. El antiguo jefe de los socialdemócratas, Oskar Lafontaine, amenaza con crear un nuevo partido. Pero, ¿todo está verdaderamente tan mal en Alemania?
Los alemanes ven amenazado su bienestar con reformas que recortan no acaban con el sistema de seguridades sociales, dejando una situación que en muchas otras partes sería como de un cuento de hadas.
La culpa es de Hartz
La piedra en el zapato social alemán son las reformas llamadas Hartz IV. Las reformas prevén, por ejemplo, que el dinero del desempleo se pague sólo por espacio de un año, después del cual de no conseguir una plaza de trabajo, el empleador recibirá un subsidio mucho menor del que se recibía anteriormente y que está a la altura del monto de la anterior asistencia social. Esta ley entrará en vigor en enero de 2004 y ha sido el detonador de una ola de protestas en contra de todo el plan de reformas del gobierno socialdemócrata-verde.
¿Propuesta o vanidad?
Las duras críticas de Oskar Lafontain y su amenaza de crear un nuevo partido de izquierda si el SPD continúa por el camino que va, fueron minimizadas por Franz Müntefering, actual jefe de la sociademocracia alemana, y catalogadas de “vanidosas y poco solidarias”. A su vez, el portavoz del ala izquierda del SPD, Detlev von Larcher, declaró que el gobierno de Schröder hace muy mal en tomar a la ligera a la oposición dentro de sus filas y las cadenas de cartas pidiendo su renuncia. El potencial de protesta es grande, añadió. Por su parte, el ministro de Economía, Wolfgang Clement, acusó de “estar jugando con el fuego” a los políticos que convocan la protesta.
Curas dolorosas
Es entendible que los estudiantes protesten por la implantación de derechos de matrículas en un sistema universitario que hasta el momento había sido completamente gratuito. Comprensible es también que el ciudadano sienta malestar por tener que pagar un tanto por ciento de la receta o 10 euros trimestrales en la consulta médica, cuando hasta hace poco eso no era el caso. Pero verdad es también que estas medidas son drásticas para millones de personas, cuyos presupuestos dependen de la ayuda del Estado.
¿Mal necesario?
Cierto es que las reformas eran imperiosas y que el Estado social alemán no podía seguir el curso que llevaba, sin embargo, las correcciones se están llevando a cabo sobre las espaldas de los más débiles. Y el temor en la población crece. El diario belga De Morgen opina que aunque no se pueda asegurar que el camino tomado por el canciller Schröder y su equipo haya sido el mejor, por lo menos tuvo el valor de probarlo, lo cual no se puede decir del movimiento sindicalista que carece de una propuesta alternativa o de ciertos políticos que utilizan la situación para volver a la pantalla.
Por lo demás, la universidad alemana sigue siendo la más barata del Viejo continente, la gente goza de un sistema de seguridad médica y el subsidio de desempleo, aunque recortado, va a seguir existiendo. De “lamento al más alto nivel” califican ciertos analistas el malestar que se siente en la población. Y es que todo es según el color del cristal con que se mira.