Latinoamérica y el Caribe, entre Pekín y Taipéi
10 de mayo de 2018Taiwán (República de China) no fue tomado por sorpresa el pasado 1 de mayo cuando República Dominicana decidió establecer relaciones diplomáticas con China (República Popular China). Durante el semestre previo, Taipéi había enfatizado que sus vínculos con el Estado caribeño eran “estables”; pero esa insistencia buscaba encubrir tensiones tras bastidores. El acercamiento entre Santo Domingo y Pekín ya era un rumor a voces.
El asunto fue debatido en noviembre de 2017 en el Parlamento taiwanés debido a las ofertas de inversión que China le hacía al país antillano. Al mismo tiempo, el Ejecutivo de Panamá, que había roto con Taipéi poco antes (13.6.2017), aseguró que otras naciones latinoamericanas reconocerían inminentemente al de Pekín como el Gobierno legítimo de “una sola China”. En ese momento, el presidente panameño se abstuvo de dar nombres.
En enero de 2018, Taiwán descartó que sus relaciones con República Dominicana, El Salvador y Haití se hubieran visto perjudicadas por las reuniones de sus respectivos cancilleres con el ministro de Exterior chino, Wang Yi, en el Foro de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y China. No obstante, analistas creen probable que Paraguay y otros países del subcontinente se aproximen a Pekín este mismo año.
Fin de la tregua
Evan Ellis, profesor del Instituto de Estudios Estratégicos (SSI) del Army War College de Estados Unidos, es uno de ellos. En un artículo publicado este martes (8.5.2018), este investigador del acontecer latinoamericano sostiene que Pekín empezó a violar su “tregua diplomática informal” con Taipéi tras las elecciones de enero de 2016, en las que Tsai Ing-wen, del partido Democrático Progresista, asumió la presidencia de Taiwán.
“China dio los primeros pasos en esa dirección estableciendo relaciones diplomáticas con Gambia, en marzo de 2016, y con Santo Tomé y Príncipe, en diciembre de ese mismo año”, recuerda Ellis en su texto, acotando que el forcejeo por lealtades se trasladó de África a América Latina y el Caribe en junio de 2017, cuando Panamá se convirtió en el primer país centroamericano –después de Costa Rica– en cortar sus lazos con Taiwán.
“Por sí solo, el magnetismo económico de China no explica el golpe de timón diplomático de los exaliados latinoamericanos de Taiwán, pero es un factor importante para entender el fenómeno. Empeñada en convertirse en una potencia global, Pekín está usando su poder financiero para arrogarse mayor influencia internacional”, esgrime Víctor Mijares, profesor de Ciencia Política en la Universidad de los Andes, Bogotá.
Pekín, el mejor postor
Aunque China y República Dominicana niegan que su acercamiento haya sido fraguado sobre la base de una transacción financiera, Taiwán alega que Pekín le ofreció a Santo Domingo casi 2.500 millones de euros en préstamos a cambio de que rompiera sus nexos con Taipéi. Aún si así fuera, no habría nada que reprochar, arguye Detlef Nolte, director del Instituto GIGA de Estudios Latinoamericanos, en entrevista con DW.
“Los países latinoamericanos y caribeños que optaron hace mucho tiempo por reconocer al Ejecutivo de Taiwán como el Gobierno legítimo de China recibieron con gusto inversiones y ayudas financieras a cambio de ese apoyo. Hasta Nicaragua, que hoy parece tener más afinidades con Pekín, tiene relaciones diplomáticas con Taiwán y no con la República Popular China”, comenta el experto del centro de investigación alemán.
Desde el 1 de mayo, Taiwán sólo es reconocido por diecinueve Estados: uno en Europa (el Vaticano), dos en África (Burkina Faso y Suazilandia), seis en Oceanía (Islas Salomón, Tuvalu y las repúblicas de Kiribati, Nauru, Palau e Islas Marshall) y diez en Latinoamérica y el Caribe (Belice, El Salvador, Guatemala, Haití, Honduras, Nicaragua, Paraguay, San Cristóbal y Nieves, San Vicente y las Granadinas, y Santa Lucía).
Diplomacia y pragmatismo
“El Vaticano agradece que la Iglesia católica no sea perseguida en territorio taiwanés y los otros dieciocho países, la marcada política de auxilios financieros de Taipéi. Ayudar a Estados pequeños es muy rentable para Taiwán porque los aportes económicos son relativamente bajos y recibe a cambio beneficios concretos; votos favorables a sus intereses en la Asamblea General de las Naciones Unidas, por ejemplo”, señala Mijares.
“Hay circunstancias en las que los países pequeños pueden inclinar la balanza a favor de sus ‘amigos’ ”, subraya el docente de Bogotá. Taiwán no está representado en la ONU, pero la posibilidad de que Estados latinoamericanos terminen congraciándose con China, apuntalando sus posiciones en esa organización, es causa de inquietud –una de tantas– en Washington. A juicio de Nolte, ese es un temor sin mayor fundamento.
“A la hora de votar en la ONU, los apoyos varían de un tópico a otro. Salvo contadas excepciones, los latinoamericanos tienden a respaldar a Estados Unidos y a la Unión Europea. Además, hay puntos, como la protección del ambiente, donde los intereses de la UE, Latinoamérica y China coinciden y más bien chocan con los de Estados Unidos”, argumenta el especialista del GIGA.
“Una sola China”
Para Taiwán, perder un respaldo es perder demasiado. En noviembre de 2017, Taipéi manifestó su preocupación por el estrechamiento de los lazos entre Pekín y el Vaticano. ¿Hay motivos para que Taiwán le tema a Jorge Mario Bergoglio, el papa argentino? “No lo creo. La política exterior del Vaticano es muy constante e independiente del pontífice de turno”, plantea Mijares
“Si el Vaticano cambiara el tipo de relación que tiene con Pekín y Taipéi, lo haría debido a la presión de los hechos: Pekín quiere a China unificada y bajo su control. Y hay una creciente masa crítica en Taiwán –que incluye hasta a los anticomunistas más radicales del Kuomintang, el partido de Chiang Kai-shek– convencida de que la unificación es deseable, de que ésta puede devolverle a Taiwán el relieve internacional perdido”, plantea Mijares.
“A mis ojos, la unificación de China es inevitable. El mundo ya no percibe a Taiwán como una república capaz de sostenerse por sí sola. Estados Unidos seguirá dando a entender que no tolerará una acción de fuerza desde China hacia la isla, pero cabe destacar que China no ha querido conquistar militarmente a Taiwán. China está apostando a la conquista económica y diplomática de los espacios ocupados por Taiwán para forzarlo a aceptar su adhesión a la República Popular China”, opina el investigador de la Universidad de los Andes.
Evan Romero-Castillo (few)