Inédita reunión con musulmanes en Castelgandolfo
25 de septiembre de 2006La Santa Sede no escatima en esfuerzos por aplacar las olas que levantó una cita de la Edad Media, de carácter negativo hacia el Islam, pronunciada por el Papa durante su reciente visita a Alemania. Tras haber manifestado reiteradamente que no comparte el contenido de dicha cita y haber lamentado que se lo malinterpretara, Benedicto XVI quiso aclarar una vez más su posición, en una reunión con los embajadores de países de marcada influencia musulmana ante el Vaticano y a otros altos representantes del Islam, celebrada en su residencia veraniega de Castelgandolfo.
Diálogo vital
Sin mencionar directamente lo ocurrido, indicó que las circunstancias que llevaron a esta reunión son de todos conocidas. "En este particular contexto quiero expresar nuevamente el aprecio y el profundo respeto que siento por los creyentes musulmanes", afirmó el Pontífice, quien atribuyó "vital importancia" al diálogo interreligioso, subrayando que de él depende "gran parte de nuestro futuro". A su juicio, el encuentro interreligioso e intercultural es "una necesidad, para construir juntos un mundo de paz y hermandad". En este contexto, Benedicto XVI puntualizó que las comunidades creyentes deben trabajar unidas contra cualquier forma de intolerancia y oponerse a cualquier manifestación de violencia.
Ese era también, según el Papa, el mensaje del discurso que pronunció en Ratisbona, donde incluyó la desafortunada cita como parte de la argumentación expuesta sobre razón y fe. Con el fin de evitar que se lo siga malinterpretando y se saquen las palabras de contexto, ya se había dado instrucciones a los embajadores del Vaticano de hacer llegar a los gobiernos de países musulmanes el texto completo de la conferencia del Pontífice, así como las declaraciones de la Santa Sede al respecto.
¿Episodio superado?
La reunión de este lunes en Castelgandolfo puede ser catalogada, desde ya, como positiva. El solo hecho de que hayan acudido al encuentro todos los invitados, con la sola excepción del embajador de Sudán (único ausente según la agencia italiana de noticias Ansa), demuestra la voluntad de diálogo existente. Y pone de manifiesto que las reacciones furibundas de los días pasados reflejan sólo una parte de la realidad del mundo musulmán.
El único diplomático que a la salida del encuentro accedió a hablar con la prensa, el embajador iraquí Albert Yelda, se mostró satisfecho, indicando que las palabras del Pontífice "fueron lo que esperábamos". Sus declaraciones, desde luego, también corresponden a lo que debe haber esperado el Papa. "Es el momento de construir puentes", dijo Yelda, añadiendo: "creo que ha llegado la hora de dejar atrás lo ocurrido". No obstante, probablemente se necesitará más tiempo y más buena voluntad para poder dar por superado este episodio, que desató la peor crisis del Pontificado de Benedicto XVI.