“En México hay violencia política hacia los medios de comunicación”
26 de agosto de 2010A Pedro Matías Arrazola se le ilumina el rostro cuando habla de las maravillas de su tierra natal: el estado de Oaxaca, en el sur de México. Sonríe ampliamente al hablar de las exquisitas tlayudas (plato típico de esa región), por ejemplo, o de la belleza colonial de la ciudad de Oaxaca, una de las más bellas de México.
En cambio, el periodista se vuelve todo seriedad al referirse a los problemas sociales que se presentan en los 95.364 kilómetros cuadrados del territorio oaxaqueño. “La pobreza en las regiones indígenas es equiparable a la que se vive en algunos países africanos”, dice Matías.
Persecución política
La raíz de esta injusticia, dice el reportero, es el problema político. El Partido Revolucionario Institucional abandonó la presidencia federal en México tras más de siete décadas de acaparar el poder. Sin embargo, agrega, en Oaxaca pareciera que nada ha sucedido. “Ahí persiste un cacicazgo político porque el PRI ha sido un partido hegemónico que ha gobernado durante más de ochenta años”, dice.
Matías ha resentido las consecuencias en carne propia. Por una parte, “hay una violencia política hacia los medios de comunicación que son adversos o críticos al Gobierno”. Por otra, todo México resiente los embates del crimen organizado, al cual periodistas como Pedro Matías también le resultan incómodos.
La verdad, perseguida
Matías comenzó a trabajar a los 22 años de edad en el periódico Nuevo Informador, de Oaxaca. Desde 1994 es corresponsal en ese estado del semanario Proceso, el más importante dentro del periodismo mexicano, por su tradición crítica.
Como periodista radiofónico cubrió en 2006 el prolongado e intenso conflicto social entre agrupaciones de maestros y autoridades estatales y federales.
En 2008, Matías sufrió un episodio que habría de marcar su vida como periodista. “El 25 de agosto de ese año fui secuestrado por dos personas que se decían parte de los Zetas, parte del crimen organizado. Me ponían pistolas cerca de la cara, según me decían, para que no hablara. Me amarraron pies y manos y me torturaron física y psicológicamente”, relata.
Prosigue el compromiso
El caso trascendió, y organizaciones internacionales hicieron llamados al Gobierno mexicano para que brindara seguridad al periodista oaxaqueño que hoy tiene 46 años de edad. En Alemania, la Fundación de Hamburgo para Perseguidos Políticos (Hamburger Stiftung für politisch Verfolgten) le brindó apoyo para permanecer un año en tierras germanas y garantizar así su integridad física y emocional.
Desde Alemania, Matías siguió luchando por los derechos humanos de la población oaxaqueña. Ofreció innumerables conferencias en las que denunció tanto la persecución política de opositores en Oaxaca, como en muchas otras partes de México. También visitó escuelas, donde compartió su experiencia con jóvenes alemanes. Habló sobre su caso, pero también sobre muchos otros.
“Está el del periódico Noticias, que fue tomado durante un mes por gente del Gobierno. Ésta mantuvo secuestrados a 30 compañeros en el año 2005. Está también el asesinato de las locutoras indígenas Triquis, Teresa y Felícitas, que ocurrió en abril de 2008 y no han sido aclarados. Recientemente, dos activistas de derechos humanos, una mexicana y un finlandés, también fueron asesinados”, menciona el reportero a manera de ejemplo.
El panorama social en Oaxaca, agrega Pedro Matías, está marcado por la violencia política, el embate del crimen organizado y la injusticia social, sobre todo en perjuicio de la población indígena.
El Premio Palm
La Fundación Palm, institución alemana con sede en Schondorf, decidió reconocer la trayectoria de Pedro Matías con el Premio Johann-Philipp-Palm por la libertad de expresión y de prensa 2010. La organización considera que el periodista “corriendo peligros y arriesgando su vida, lucha por el derecho fundamental a expresarse libremente y por la defensa de principios constitucionales en un Estado de derecho.”
Sin dudarlo, Pedro Matías anuncia: “Quiero dedicar esta plataforma internacional para denunciar lo que sigue pasando en México, y particularmente en Oaxaca. Este reconocimiento me obliga a dar un paso adelante, a mantener mis convicciones.”
El problema más urgente, dice, es el de los indígenas. “Es una población que ha sido ninguneada, que ha sido maltratada, y que en nuestro país desgraciadamente es tratada como de tercera categoría.
Un oaxaqueño alemán
Luego de haber vivido durante un año en Hamburgo, Matías considera que Alemania es su segunda patria. “No hay un sistema perfecto. Pero en Alemania hay mucha conciencia ciudadana y respeto a la ley. En México las instituciones son utilizadas para castigar a quienes no simpatizan con los gobiernos.”
Además, el periodista afianzó contactos con organizaciones alemanas de derechos humanos y periodistas. “Todos me demostraron que cuando están organizados y se apoyan, resulta fácil contener los abusos del Gobierno”.
Autor: Enrique López Magallón
Editora: Claudia Herrera Pahl