El difícil legado del Rey Fahd
1 de agosto de 2005Hace mucho que el monarca había delegado en su medio hermano, el príncipe heredero Abdala bin Abdelaziz, las tareas de gobierno. Enfermo y debilitado, tuvo su última aparición pública en febrero pasado. El monarca se encontraba en silla de ruedas desde hace diez años, como consecuencia de un derrame cerebral. Desde que asumió el cargo, en 1982, el presupuesto Saudí se vio afectado por la baja del precio del petróleo. El país, que cuenta con una cuarta parte de las reservas mundiales se encuentra fuertemente endeudado.
Fahd fue un monarca generoso de la vieja guardia. La democracia y las finanzas transparentes eran consideradas por él como una moda importada y absurda de Occidente. Gobernaba junto con su hermano como si se tratase de una empresa familiar. Sus súbditos vivían subsidiados, no pagaban renta, luz ni agua. Sin embargo cuando el precio del petróleo empezó a caer a mediados de los años 80, el rey tuvo que imponer drásticas medidas de austeridad. El dispendioso estilo de vida de unos 10.000 príncipes varones que se reparten entre sí los ingresos del Estado, dispararon el endeudamiento del país, mientras que un 20% de la población se encuentra desempleada.
Influencia de EEUU
Desde su entronización el liberal monarca se caracterizó por ser hábil diplomático, sin embargo su apertura a la influencia de Estados Unidos fue criticada duramente por el movimiento fundamentalista radical. Una de sus pruebas de fuego fue cuando Sadam Husein invadió Kuwait en el verano de 1990. En vez de apoyar a Osama Bin Laden, y el movimiento radical que pedía expulsar a las tropas iraquíes, Fahd abrió el país a las tropas estadounidenses. Los islamistas radicales respondieron con una serie de atentados contra la Casa Real, contra la industria petrolera y contra objetivos extranjeros.
Arabia Saudita se convirtió durante su reinado en tierra de cultivo del terrorismo; 15 de los 19 terroristas suicidas que participaron en los atentados del 11 de septiembre eran saudíes. Entre los sospechosos de haber perpetrado los atentados del 21 de julio en Londres, dos tienen vínculos con Arabia Saudita. Según amigos del eritreo Multar Said Ibrahim, éste viajó a Arabia Saudí en el 2003 para realizar un curso de entrenamiento. El detenido en Roma, Hussain Osman, llamó con su móvil un número de Arabia Saudita poco antes de ser capturado. Los estadounidenses recriminan a la monarquía petrolera no hacer nada para combatir el terrorismo, algo sobre lo que tarde o temprano, según expertos, tendrá que ocuparse su sucesor.
Cuna del terrorismo islámico
Expertos europeos afirman que entre los países musulmanes que respaldan el terrorismo, Arabia Saudita se encuentra a la cabeza. Los servicios secretos holandeses señalan que el nuevo frente de la "Guerra Santa", se encuentra en la Península Arábiga, los Estados del Golfo Pérsico y Paquistán. Numerosas instituciones de estos países, incluso sus embajadas y servicios secretos, respaldan la Yihad islámica con dinero y recursos materiales, pero también vigilando e informando sobre el movimiento de objetos y personas.
Pero lo más preocupante es que la Yihad se ha internacionalizado y dirige toda su energía contra Occidente. El nuevo nacionalismo radical islámico crece en importancia y se expande entre las comunidades musulmanas en Europa. El recrutamiento en los países europeos occidentales es parte de una nueva fase del movimiento y sus combatientes son en su mayoría aún más extremistas que el líder de Al Qaeda, Osama bin Laden. El multimillonario saudí se ha convertido en baluarte, en una figura ideológica de referencia para un sinnúmero de organizaciones de distinto tamaño y perfil, que no necesariamente tienen que ver entre sí.
Irak es de momento la mayor prioridad y la meca de mujaidines del mundo islámico. Sin embargo, la fuerza del movimiento terrorista es tal, que muchos expertos discuten incluso sobre la eventualidad de que antes que la liberación de Irak del "yugo anglosajón", se produzca una caída de la Casa Real saudí.