"Venezuela puede contar con Cuba para lo que sea”: estas palabras del presidente cubano Miguel Díaz-Canel Bermúdez al recibir, en el Palacio de la Revolución, en mayo pasado, al canciller de Venezuela, Yvan Gil Pinto, pueden entenderse como la reiteración del apoyo solidario al régimen chavista en Venezuela. O como una amenaza para todos aquellos que aspiran a un cambio en las elecciones de este país. Amparado en un Convenio Integral de Cooperación, Cuba está ejerciendo un control de carácter estratégico sobre las fuerzas de seguridad, la economía, la información, las comunicaciones y la sociedad venezolana en su totalidad. A primera vista, tal involucramiento resulta sorprendente ante la situación de crisis económica, con desabastecimiento y alta presión inflacionaria, y un marcado desgaste político en la misma isla, una realidad que muchos observadores ven cerca de un colapso económico.
El envío irregular de petróleo desde Venezuela y la limitada capacidad de refinación en Cuba han provocado constantes cortes de electricidad y la interrupción del suministro de agua potable, una situación no muy diferente a la que viven muchos venezolanos, especialmente en Caracas. Esta relación económica y política, altamente subvencionada, se está volviendo muy onerosa para ambos países, que se encuentran en situaciones de emergencia económica y social, y en condiciones de creciente precariedad de sus liderazgos políticos.
Interdependencia y vulnerabilidad mutuas
Sin embargo, esta interdependencia mutua está experimentando un proceso continuo de degradación: la ayuda cubana pierde calidad y el suministro de petróleo desde Venezuela no lo pueden prever las autoridades cubanas. Por lo tanto, esta relación con base ideológica ha generado para las dos partes un alto nivel de vulnerabilidad y no necesariamente el efecto estabilizador deseado.
Venezuela no solo recibe médicos, profesores y otros profesionales que atienden las misiones sociales del Gobierno, sino que también cuenta con asesores de inteligencia y militares que forman a los servicios de seguridad venezolanos y vigilan la disidencia y las conspiraciones contra el Gobierno del presidente Nicolás Maduro. Sin tener cifras oficiales, se estima que unos 20.000 profesionales cubanos están activos en Venezuela. El SAIME (Servicio Automatizado de Identificación Migración y Extranjería), los puertos y aeropuertos, la cedulación y los servicios de inteligencia son aspectos de máxima importancia, ya que implican que Cuba se ha convertido en un factor de supervivencia del régimen de Nicolás Maduro. También es un actor importante a considerar en cualquier escenario de transición política, si el resultado de las elecciones apuntara en esta dirección.
El papel de Cuba en la fase poselectoral
Cuba es un aliado ideológico que, hasta el día de hoy, sigue desempeñando un importante papel de asesoramiento en los asuntos internos y externos de Venezuela. Dado que Cuba depende tanto de Venezuela, se puede suponer que una transición política en este país supondría una amenaza existencial para el régimen castrista. Así lo concluyen muchos observadores, que también consideran que a La Habana no le conviene que Venezuela logre una solución negociada y restaure su democracia. No es de esperar que el liderazgo comunista cubano se una al discurso de Nicolás Maduro de "guerra o paz” que sigue profesando estos días, pero seguramente hará una valoración muy precisa de los posibles costos de un enfrentamiento político, si realmente la oposición obtiene una victoria holgada en las urnas.
En consecuencia, Cuba podría dudar de hasta qué punto es oportuno seguir ejerciendo su influencia en el aparato de seguridad del régimen de Maduro. A la misma oposición le convendría promover una revisión rápida de dicha presencia, a la luz del momento, teniendo en cuenta tanto el carácter destructivo de la presencia cubana en el país como el posible aporte que podría prestar una actitud proactiva de Cuba para resolver ciertos problemas de una transición negociada. De inmediato se hace evidente que cualquier escenario de transición política en Venezuela solo es factible en un contexto mucho más complejo, con la participación de EE. UU. y su relación con Cuba.
(cp)