Confirmado: Robert Enke se suicidó
11 de noviembre de 2009El arquero del Hannover y la selección alemana, Robert Enke, optó por suicidarse y ponerle fin a una vida que prometía -en lo deportivo y quizás también en lo privado- muchas alegrías en el futuro, una compensación a las dolorosas penas del pasado. A sus 32 años Enke había ya encajado tantos golpes del destino, que parecía casi imposible adivinar que aún algo peor podría venir; pero llegó.
En la reconstrucción de los últimos minutos de vida del arquero, la policía de Hannover reveló que éste, poco antes de las 6 de la tarde del martes, parqueó su coche a la orilla de la vía del tren. Enke, que había poco antes confirmado una cita para el mediodía del miércoles con un par de periodistas para una entrevista, se bajó del auto y empezó a caminar sobre los rieles; un par de cientos de metros más adelante, unos minutos más tarde, fue arrollado por un tren que debió haber escuchado y visto venir.
No hay dudas, hasta ahora, que fue un suicidio, ya incluso se encontró una carta de despedida, lo que nadie se explica es ¿por qué? Especulaciones hay por montón y razones probables sobran, al fin y al cabo la vida del portero, a quien todos aquellos que lo conocieron consideraban un hombre afable, educado, inteligente, humanitario, caritativo y cariñoso, estuvo llena de tropiezos.
Los altibajos profesionales
Nacido en Jena, en la República Democrática Alemana, en la época en la que el país estaba dividido en dos, Enke llegó al fútbol profesional cuando apenas tenía 19 años; entonces, como una de las promesas del fútbol de la Bundesliga, debutó defendiendo el pórtico del Mönchengladbach.
Allí conoció a quien le abriría las puertas del balompié internacional: Jupp Heynches. El hoy entrenador del Leverkusen conducía en 1999 el Benfica Lisboa en Portugal, equipo para el que Enke, como capitán, sería el absoluto líder. No pasaría mucho tiempo antes de que el arquero ascendiera el siguiente peldaño de su carrera, el mismo que debía impulsarlo al éxito y se convirtió en su primer resbalón.
En el 2002 llegó al Barcelona, un sueño hecho realidad; allí se acordaron de él al conocer la noticia de su muerte y en su honor se guardó un minuto de silencio en el estadio Nou Camp antes del partido por la Copa del Rey ante el Cultural Leonesa. Sin embargo allí apenas jugó un partido y la mayoría del tiempo se la pasó, en el mejor de los casos, en la banca, y, en el peor, viendo los partidos desde la tribuna.
Un año después llegaría la siguiente frustración cuando fue contratado por el Fenerbahce Estambul que dirigía su compatriota Christoph Daum. La afición lo recibió de manera hóstil, en su primer partido lo insultaron y le arrojaron desde las graderías pilas, radios y encendedores; las cosas no mejorarían y Enke prefirió marcharse, a apenas unas semanas de haber llegado, en vez de confrontarse con la violencia en el estadio.
Su siguiente estación, el CD Tenerife, fue una solución de emergencia que no compaginaba con su calidad, como tampoco lo hizo el Hannover, club que lo repatrió a la Bundesliga en el 2004, y donde Enke era demasiado jugador dentro de un equipo acostumbrado a no pelear por nada, uno que pasa desapercibido año tras año, enquistado en la mitad de la tabla del fútbol alemán.
Sufrimientos privados
Volver a Alemania significó, de todas formas, el inicio de un nuevo capitulo en la biografía de Robert Enke, pero el que debería haber sido el máximo motivo de felicidad para el portero, el nacimiento de su hija Lara, se convertiría en un amargo camino, uno lleno de dolores y contratiempos ya que la pequeña sufría de una falla coronaria y en tres ocasiones tuvo que ser operada del corazón.
En el 2006, con apenas dos años de vida, Lara falleció dejando un gran vacío en Enke y su esposa Teresa; él superó la pena volcandose al trabajo inmediatamente después del sepelio y grabando el nombre de su hija en enormes letras góticas en su muñeca derecha. El portero retomó,ademas, una actividad que había empezado en España: recoger perros callejeros para brindarles albergue y luego repartirlos entre conocidos.
Enke se comprometió en diversas campañas sociales y de caridad; en mayo pasado la pareja adoptó a una bebe de apenas dos meses, Leila, y con ello volvió a ser una familia, pero no por ello el portero se recuperó de la perdida de Lara. Su esposa Teresa contó -en rueda de prensa celebrada este miércoles- sobre las depresiones recurrentes del arquero, agudizadas en los últimos meses por el temor de que, en caso de salir a la luz pública, se correría el riesgo de perder la patria potestad sobre la hija.
Meta frustrada
En la carrera con los clubes, así como en lo privado, el panorama no había sido siempre positivo; en compensación parecía que su curriculum en la selección nacional alemana estaba destinado a llenarse de páginas donde quedaría escrita una historia exitosa.
Después de una convocatoría sin mayores consecuencias en 1999, cuando viajó a México como integrante del equipo alemán que disputó la Copa Confederaciones y no jugó, tuvo que esperar siete años antes de regresar al seno del seleccionado.
En el 2006, cuando Oliver Kahn formalizó el fin de sucarrera vistiendo el uniforme nacional, el entrenador Joachim Löw buscaba a alguien que pudiera heredar la posición una vez el arquero titular, Jens Lehmann, cumpliera su ciclo. En una liga llena de talentosos porteros jovenes alemanes, Löw encontró en Enke el balance perfecto que la nueva camada no tenía: madurez y modernidad.
El 7 de octubre del 2006 el cancerbero del Hannover estuvo nuevamente en la lista de convocados a un partido oficial con el seleccionado alemán, el 26 de marzo del 2007 debutó en el arco, en el verano del 2008 fue suplente de Lehmann en la Eurocopa, y el 12 de agosto del 2009, en el que sería su último partido con Alemania, ya el entrenador había anunciado que en caso de clasificar al Mundial de Sudáfrica 2010 él sería el número uno.
Pero la vida se encargaría de hacerle otra mala jugada a Robert Enke; el arquero tuvo que ausentarse de los partidos definitivos de la clasificación al Mundial aquejado por una misteriosa infección bacterial. Su principal competidor, Rene Adler, se apropió del puesto.
Para los partidos amistosos contra Chile y Costa de Marfil a jugarse esta semana, el entrenador no lo convocó pues quería apreciar más de cerca a otros dos porteros: Tim Wiese y Manuel Neuer.
Robert Enke volvió a ser testigo, otra vez, de cómo sus sueños se diluían en el preciso momento en el que estaba a punto de alcanzarlos. El presidente del Hannover, Martin Kind, dijo que “su muerte seguro que nada tiene que ver con el fútbol” y tal vez tenga razón: el suicidio de Robert Enke es el punto final a una vida en la que cada vez que parecía que iba a salir el sol, llovía.
Autor: Daniel Martínez
Editor: Enrique López