¿Alemán o extranjero?: jóvenes en la disyuntiva
3 de enero de 2008Éste será un año de decisiones para una cantidad estimada en más de 3000 jóvenes alemanes, hijos de inmigrantes. Al cumplir los 18 años recibirán una carta de las autoridades, instándolos a optar por uno de sus pasaportes.
Decisión forzada
La reforma de las leyes de inmigración llevada a cabo en el 2000, durante el gobierno socialdemócrata-verde que encabezó Gerhard Schröder, les permitió naturalizarse como ciudadanos alemanes por el hecho de haber nacido en este país. Hasta ahora, han podido mantener una doble ciudadanía. Pero ese privilegio se termina a los 18 años de edad. En consecuencia, tendrán que escoger: o se quedan con la nacionalidad de sus padres o con la del país en que han nacido y crecido.
Quien eluda la elección perderá automáticamente la ciudadanía alemana al cumplir los 23 años. Así lo establece la ley. Kenan Kolat, dirigente de la comunidad turca de Alemania, hace notar que el verse forzados a optar por una nacionalidad puede provocar serios conflictos de identidad y lealtad a los jóvenes afectados. “La mayoría no está realmente consciente de este problema, pero eso cambiará en los próximos meses”, indicó el líder de los turcos que, con más de 2,2 millones de personas, constituyen el grupo de extranjeros más numeroso residente en Alemania.
Jus soli vs. Jus sanguinis
Antes de la reforma del 2000, la legislación alemana se regía por el principio del jus sanguinis (derecho de sangre). En virtud de éste, por ejemplo, un descendiente de alemanes nacido en Kazajstán podía reclamar su derecho a la ciudadanía germana, aunque jamás hubiera vivido en territorio alemán. En cambio, no podía hacerlo un turco, pese a haber nacido en Alemania.
Gracias a las modificaciones efectuadas, los extranjeros tienen ahora la posibilidad de optar por naturalizarse después de 8 años de residencia en el país. Pero el plan original de conceder la ciudadanía automáticamente a sus hijos nacidos en Alemania no llegó a convertirse en realidad, debido a la resistencia de los sectores conservadores del parlamento. Hubo que negociar para llegar a un acuerdo, que se plasmó en la obligación de optar a los 18 años por una nacionalidad.
Muchos detractores
La norma, sin embargo, es considerada contraproducente y anticuada por diversos especialistas en migración. Entretanto, en la esfera política se alzan voces críticas, como la del experto del Partido Socialdemócrata en Política Interior, Dieter Wiefelspütz, quien abogó por derogarla. Lo mismo piden sectores de la izquierda y Los Verdes. Incluso en la derecha hay quienes quisieran ver desaparecer la normativa, pero quisieran eliminar con ella también la reforma del 2000 en su totalidad, para volver al viejo jus sanguinis.
El debate arreciará probablemente en la medida en que sean cada vez más los jóvenes colocados ante la disyuntiva forzada de optar por uno de sus pasaportes. Se calcula que en los próximos años serán más de 300.000 los afectados. Mientras tanto, el dirigente turco Kenan Kolat les recomienda retrasar la decisión lo más posible. “Deberían tratar de mantener ambos pasaportes, el alemán y el turco”, indicó al periódico Tageszeitung, manifestando la esperanza de que pueda haber otra reforma que así lo permita.