El mundo se encuentra inmerso en una era de transformación vertiginosa, impulsada por un ritmo acelerado de los desarrollos tecnológicos y la drástica reducción del tiempo que transcurre entre la aparición de una innovación y su impacto generalizado en la sociedad. En este contexto de cambio acelerado, la Inteligencia Artificial Generativa (Gen-IA), o simplemente IA, se posiciona como una de las tecnologías más disruptivas de los últimos años.
Se estima que esta tecnología tiene un potencial considerable para remodelar la economía global, particularmente en el ámbito laboral. En su reciente informe "Gen-IA: Inteligencia Artificial y el Futuro del Trabajo" (2024), el Fondo Monetario Internacional (FMI) calcula que alrededor del 40% del empleo mundial está "altamente expuesto” a transformaciones debido a la IA. Sin embargo, es importante destacar que este impacto no se distribuye de manera uniforme en todos los mercados laborales del mundo, sino que varía de acuerdo con el nivel de desarrollo y la estructura económica de cada sociedad.
Prever todas las implicaciones de la IA en el ámbito laboral resulta extremadamente complejo y conlleva un alto grado de incertidumbre. Si bien la IA promete aumentar la productividad y generar nuevas oportunidades en el mundo del trabajo, también presenta riesgos significativos asociados al desplazamiento de empleos y a la exacerbación de las desigualdades laborales.
Por ello, el FMI enfatiza en su informe la importancia crucial que tiene para cada país prepararse para adoptar la IA de manera eficiente, tomando en consideración su propio nivel de desarrollo y estructura económica. Esta previsión es fundamental no solo para aprovechar los beneficios de esta revolución tecnológica, sino también para gestionar de forma adecuada sus potenciales repercusiones negativas.
Para las economías de mercados emergentes y en desarrollo, como es el caso venezolano, el informe del FMI destaca que las prioridades fundamentales deben centrarse en cuatro áreas claves: la existencia de infraestructuras digitales básicas, el desarrollo de una fuerza laboral capacitada digitalmente, la existencia de redes de seguridad social, y sistemas de recapacitación para los trabajadores que podrían verse afectados por la irrupción de la IA.
Venezuela, el país de la región peor preparado para adoptar la IA
Lamentablemente para Venezuela, el desafío de afrontar esta formidable transformación tecnológica surge dentro de un contexto particularmente adverso. Desde hace más de dos décadas, bajo la égida de la Revolución Bolivariana, el país ha estado sometido a una intensa conflictividad política y a un profundo debilitamiento institucional. Esta situación se ha visto agravada en los últimos trece años por una de las crisis económicas y sociales más severas que ha sufrido el país a lo largo de su historia. Este conjunto de circunstancias compromete severamente la capacidad del país para integrar de forma eficiente la IA en su tejido socioeconómico.
De acuerdo con la primera edición del " Índice de Preparación para la Inteligencia Artificial (AIPI)" (2023) elaborado por el FMI, Venezuela, con un puntaje de 0.27 en una escala de 0 a 1, se ubica, junto con Haití, como el país menos preparado de América Latina y el Caribe para adoptar la IA. Esta pobre calificación no solo está por debajo del promedio de los países de mercados emergentes (0.46 puntos), grupo al cual pertenece Venezuela, sino que incluso es inferior al promedio de los países de ingresos bajos (0.32 puntos).
Poco desarrollo de la infraestructura digital
Respecto a la existencia de una adecuada infraestructura digital, el Índice AIPI del FMI califica al país con un 0,07, en una escala de 0 a 0,2. En Latinoamérica y el Caribe, solo Honduras y Haití se encuentran por debajo de Venezuela. Esta baja calificación responde al limitado acceso de los venezolanos a tecnologías de información y comunicación avanzadas, a la baja calidad y seguridad de la conexión a internet, y al insuficiente desarrollo de la infraestructura de los servicios en línea del sector público y del comercio electrónico.
Coincidiendo con la evaluación del FMI, la ONG "VEsinFiltro", en su último Reporte 2022-2023, señala que la tasa de penetración de internet en Venezuela está entre las cinco peores de América Latina y que la velocidad mediana de internet fijo es la segunda más lenta de la región. Igualmente, el reporte expone que existen graves problemas de censura, ataques digitales y amenazas a la privacidad de los usuarios de la red.
Déficit del nivel educativo y capacidades digitales
Otro de los principales obstáculos para la adopción de IA en Venezuela, según el índice AIPI, es el bajo nivel de educación y habilidades digitales del capital humano. Respecto a este factor, en una escala de 0 a 0,2, el índice califica a Venezuela con un 0,11, puntaje que la ubica por debajo del promedio regional.
Esta baja calificación no es más que un reflejo de la profunda crisis que atraviesa el sistema educativo venezolano, caracterizado por serios problemas de exclusión, asistencia irregular, baja calidad educativa y deterioro de la infraestructura escolar. En 2021, el 85% de los planteles no contaban con Internet. Según la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (ENCOVI) elaborada por la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), de cada 10 venezolanos en edad escolar en el año 2023, 3 estaban excluidos del sistema educativo y 4 asistían de forma irregular. Además, los resultados de la edición del Sistema de Evaluación de Conocimientos en Línea (SECEL 2022-2023), elaborado también por la UCAB, arrojaron que un 78% de los estudiantes evaluados no tenían el nivel mínimo de habilidades cuantitativas y un 55% el nivel mínimo de habilidades lecto-escritoras.
Por otra parte, el bajo nivel de competencias digitales, tanto en docentes como en estudiantes, se hizo muy evidente durante la pandemia de COVID-19. Estas carencias se convirtieron en uno de los principales obstáculos para la implementación de la educación virtual en Venezuela, según señalan Gallardo y Díaz en su estudio "Brecha Digital y Educación Virtual" (2023).
Ciencia y tecnología, en su mínima expresión
El nivel de innovación y la integración económica del país es otro elemento al que hace referencia el índice AIPI. Este factor se relaciona con la capacidad del país para generar y aplicar nuevas tecnologías e integrarse en la economía global. Aquí Venezuela es calificada con un 0,07 en una escala de 0 a 0,2, situándose nuevamente en el último puesto de la región.
Esta calificación se debe a que, además de que el país se encuentra muy aislado económicamente, su sector de ciencia y tecnología está "deprimido y reducido a su mínima expresión". Jaime Requena, Individuo de Número de la Academia Venezolana, advierte en su estudio "Estado de Ciencia y Tecnología en Venezuela" (2020) que "no importa si se analiza la inversión sectorial, la dimensión de la infraestructura, el número anual de patentes otorgadas, las publicaciones o los investigadores: todos los indicadores han colapsado".
De los 12.850 investigadores que aproximadamente tenía Venezuela en 2014, solo quedaban unos 3.000 en 2020. Además, para esa fecha, las principales universidades venezolanas habían perdido alrededor del 45% de su personal académico. La UNESCO, en su informe de Ciencias de 2021, señala que "esta fuga de cerebros provocó que la productividad científica del país cayera en picada de 1.695 a 1.091 publicaciones entre 2014 y 2019”.
El panorama en Venezuela se agrava aún más por el colapso de su sistema de seguridad social y la falta de programas de recapacitación laboral. En este contexto adverso, el avance de la IA en el mercado laboral venezolano, sin que se realicen las debidas y urgentes correcciones, podría exacerbar aún más el desempleo y la pobreza debido al desplazamiento de trabajadores en sectores que se automaticen, pues no existen en el país verdaderas políticas de reentrenamiento y protección social. Asimismo, impulsaría la brecha entre aquellos trabajadores con habilidades digitales y aquellos sin ellas, aumentando aún más los niveles de desigualdad económica y social en el país.
Si Venezuela se mantiene rezagada o al margen de los desarrollos de la IA, las repercusiones negativas serán muy considerables. No solo se perderán los potenciales beneficios de esta tecnología en áreas sensibles como la educación y la salud, sino que se profundizará la brecha tecnológica del país frente al resto del mundo. Además, su fuerza laboral se desactualizará aún más, habrá mayor fuga de cerebros y se mermará significativamente la capacidad del país para competir en los mercados globales.
(chp/ers)