Venezuela: el peligro de morir protestando
7 de junio de 2017Las imágenes de las protestas de Venezuela son impactantes. Bandas de motorizados que disparan indiscriminadamente a los manifestantes opositores, lluvia de bombas lacrimógenas y hasta un opositor rociado de gasolina por parte de un miembro del oficialismo.
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La escalada de violencia en el país sudamericano es aterradora. Al menos 65 personas han muerto desde que estalló el conflicto en las calles a principios de abril. La oposición asegura que cientos de personas han resultado heridas manifestándose pacíficamente. En la familia Guinand hay tres de ellas.
Andrés Guinand, de 28 años, recuerda el día en que casi pierde la vida y el momento que le dejó una gran cicatriz en la cabeza. "Ese miércoles en abril fui con mi novia y unos familiares a la autopista Francisco Fajardo", relata. Cuando la marcha fue frenada por los cuerpos de seguridad, Guinand se encontraba a unos 300 metros de distancia. Inesperadamente, los agentes de seguridad cambiaron de táctica y se dirigieron hacia los congregados.
"Eso sembró el pánico entre los manifestantes. Mi novia y yo tomamos la decisión de refugiarnos al borde de la autopista". Cuando el denso humo de los gases lacrimógenos se volvió insoportable, Andrés trató de unirse a un grupo que huía por un río adyacente.
Miedo a morir
En ese momento, una de las bombas lacrimógenas impactó en su cabeza y él perdió la sensación en las piernas. "Quedé completamente sordo por unos instantes", relató el joven. Su novia y otros intentaron ayudarle, pero fue en vano. "No siento mis piernas", agonizó, y momentos después llegaron asistentes médicos a auxiliarle. "A pesar de los gritos desesperados de los ayudantes médicos, las fuerzas de seguridad siguieron avanzando hacia nosotros", cuenta. Para Andrés, herido de gravedad, fueron momentos de increíble temor.
Un examen médico reveló que Guinand había sufrido una fractura en el cráneo. Sin embargo, el joven arquitecto quiere seguir marchando. "Es peligroso ir a las manifestaciones, pero es más peligroso el día a día en nuestro país con toda la violencia y el crimen. Así que volveré a marchar", afirmó.
No dejarse intimidar
En la misma marcha, pero unos cien metros atrás, Eduardo Guinand, de 80 años, tío abuelo de Andrés, también resultó herido. Eduardo también es arquitecto y ha estado "en la calle desde que empezaron las protestas", dijo el octogenario con orgullo, a pesar de su avanzada edad. "El intento de despojar de sus poderes a la Asamblea Nacional fue lo que me motivó a ir a las marchas y desde entonces no me he perdido ni una", afirmó.
En efecto, las protestas masivas estallaron justo cuando, a principios de abril, el Tribunal Supremo de Justicia intentó fallidamente restringir los poderes de la Asamblea Nacional, la única institución dominada por la oposición. Desde ese entonces, ya Eduardo había sido golpeado en la cara por un cilindro de gas lacrimógeno. Los medios de comunicación en Venezuela informan que las granadas de gas lacrimógeno son lanzadas deliberadamente a las multitudes para causar miedo y terror, y que han causado la muerte.
Eduardo no se deja intimidar por los métodos de la guardia nacional. Al contrario, todo lo que le ha pasado lo ha vuelto más tenaz. "No es por mí, es por la próxima generación, yo quiero que finalmente las cosas cambien", aseguró. Su hermano menor, Leopoldo, de 74 años, también sufrió heridas en una de las marchas. La inhalación masiva de gases lacrimógenos le causó daños en las vías respiratorias.
Los Guinard aseguran que no pertenecen a ningún partido político, aunque admiten: "Por supuesto tenemos nuestras opiniones". Las heridas que comparten los han unido aún más como familia: "Vamos a seguir hablando mucho sobre la política y hemos decidido que seguiremos en la calle. Si paramos ahora, perderemos, y yo no quiero perder el optimismo".
Tobias Käufer (JCG/VT)