Un Mundial seguro
11 de julio de 2006A la hora del balance del Mundial de Alemania, todos intentan que los salpique un poco de la gloria y la popularidad alcanzada por el seleccionador nacional, Jürgen Klinsmann. Ni siquiera el ministro del Interior germano, Wolfgang Schäuble, pudo resistir la tentación. "Como Jürgen Klinsmann con su selección, los organismos de seguridad federales y regionales lograron asegurar, con creatividad y espíritu de equipo, las condiciones para que todos los aficionados pudieran vivir y disfrutar sin preocupación la fiesta del Mundial ", indicó en Berlín.
Innovación policial
El ministro, encargado del deporte y de la seguridad en el país, calificó la cooperación con los aproximadamente 300 policías procedentes de otros países como una pieza importante del mosaico que configuró el exitoso concepto aplicado. En este contexto, destacó que el traspaso de atribuciones de la policía alemana a agentes extranjeros fue toda una "innovación", que brindó los resultados esperados.
Gracias a esta estrecha colaboración con autoridades extranjeras también se consiguió dotar de mayor eficacia a los controles fronterizos. Un total de 436.733 personas fueron revisadas y a 370 se les prohibió la entrada a Alemania. Pero no sólo en la frontera alemana se logró evitar el paso de hinchas violentos que ya eran conocidos por la policía. En Inglaterra se negó autorización de salida a cerca de 4.000 personas con antecedentes de inclinación a la violencia.
Ejemplo para la Eurocopa
La experiencia de Alemania también ha de servir a los demás países en el futuro. "Hemos escuchado que en Suiza y Austria se piensa asumir muchas cosas de nuestro plan de seguridad para la Eurocopa 2008", señaló Schäuble, sin ocultar cierto orgullo.
Pese a la satisfacción general por la ausencia de hechos de violencia significativos que hubieran podido empañar el Mundial, el ministro alemán opinó que fue cosa de suerte que la amenaza del terrorismo internacional no haya arreciado durante los días del Mundial. Por eso, a su juicio, no hay motivo para bajar la guardia. En consecuencia, la conclusión final no es tan optimista: no hay motivo para pensar que el peligro haya disminuido.