Tragedia sin parangón
16 de enero de 2010Desde el 12 de enero, cuando un terremoto de 7,0 grados en la escala de Richter sacudió a Haití, destruyendo a Puerto Príncipe y sus pueblos aledaños, el tiempo parece transcurrir en cámara lenta para quienes se han visto directamente afectados por la tragedia. No es para menos: la portavoz del departamento que coordina las misiones humanitarias de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Elisabeth Byrs, la describió como la peor catástrofe con la que se ha visto confrontado el organismo internacional.
Según Byrs, el tsunami que azotó a la provincia indonesa de Aceh en diciembre de 2004 no dañó las sedes de las autoridades locales que activaron los programas de emergencia necesarios; pero en el país caribeño han colapsado la infraestructura, los servicios y las instituciones indispensables para socorrer a la población. En la ciudad de Leógane, habitada por 134.000 personas, el 90 por ciento de las viviendas y todos los edificios oficiales quedaron reducidos a escombros.
Vivos o muertos
Muchas personas se congregan aún ante las viviendas que se vinieron abajo, esperando a que saquen a sus familiares de los escombros, vivos o muertos. Mientras tanto, en el norte de Puerto Príncipe, miles de cadáveres son enterrados en fosas comunes; en algunos lugares de la capital los cuerpos son incinerados. Miembros de la organización Médicos sin Fronteras alertan que alrededor de tres millones de personas carecen de acceso a alimentos, atención sanitaria y agua potable, agregando que un ser humano sólo puede sobrevivir alrededor de tres días sin agua.
La mayoría de los habitantes de la capital haitiana han buscado refugio en los parques y en las calles; pocos se animan a dormir bajo techo por temor a que otro sismo vuelva a golpear a la región. “La población está muy sobresaltada y corren muchos rumores sobre la probabilidad de un segundo terremoto o una subida abrupta del nivel del mar; eso podría generar una ola de pánico”, dijo en un comunicado de prensa el gerente de logística de Médicos sin fronteras en Haití, Laurent Dedieu.
Tensión entre los vecinos
Conforme pasan los días, la desesperación se apodera de miles de haitianos, dentro y fuera del país. Buena parte de los que viven en la vecina República Dominicana se sienten impotentes debido a la falta de información sobre sus parientes y al hecho de no poder viajar a su país por la falta de documentos migratorios. Algunos se arriesgan a emprender la búsqueda de sus familiares en Haití, pero muchos temen que, por ser indocumentados, no les sea permitido volver a ingresar a República Dominicana.
Varias decenas de inmigrantes se han movilizado para clamar públicamente por solidaridad: ellos quieren viajar a su país con la garantía de que se les permitirá regresar a República Dominicana, donde tienen sus trabajos. Ante la tragedia que vive Haití, el director de Migración de República Dominicana, Sigfrido Pared, anunció que detendría temporalmente las deportaciones de indocumentados; sin embargo, el Gobierno dominicano advirtió que reforzaría la vigilancia fronteriza para evitar el ingreso masivo de inmigrantes.
Más ayuda viene en camino
La ministra de Exteriores estadounidense, Hillary Clinton, y la vicepresidenta primera del Gobierno español, María Teresa Fernández de la Vega, llegarán a Haití este sábado (16.1.2010) para entrevistarse con el presidente haitiano, René Preval, y coordinar la ayuda humanitaria necesaria. De la Vega acude además como representante de la Unión Europea, cuya presidencia rotativa está en manos españolas este semestre.
Autor: Evan Romero-Castillo / dpa / afp
Editor: Pablo Kummetz