Rapa Nui: nuevo nombre y urgentes desafíos
27 de agosto de 2018Isla de Pascua está en una encrucijada. Se trata de un ecosistema frágil, que en el pasado sufrió cambios dramáticos, pasando de ser un territorio fértil y lleno de vegetación, a un panorama más parecido a una estepa. Hoy, nuevos peligros amenazan a la isla, famosa por sus grandes estatuas de piedra, con un posible nuevo colapso.
En el último tiempo, el pueblo Rapa Nui, etnia originaria de la isla, ha celebrado conquistas históricas, como la extensión del área marina protegida, el traspaso de la administración del parque desde el Estado chileno a la comunidad local, o la Ley de Residencia, que limita a un máximo de 30 días la permanencia de visitantes en esta isla chilena ubicada en el Océano Pacífico, a 3.700 km del continente.
"Hay una nueva generación de jóvenes empoderados trabajando con entusiasmo y compromiso. Aprovechando los canales de comunicación del Estado para llegar a acuerdos, todo ha avanzado más rápido, pero tenemos los mismos objetivos que nuestros padres y abuelos. Son demandas históricas del pueblo Rapa Nui”, explica a DW Camilo Rapu, presidente de la comunidad Ma'u Henua.
La lucha por nuevas reivindicaciones no se detiene, partiendo por el cambio de nombre de la isla, que pasará a llamarse Rapa Nui. "Estamos recuperando nuestro nombre original y se está respetando nuestra identidad y nuestro patrimonio”, celebra Rapu. La ley que se tramita en el Congreso es casi una realidad.
En otro frente, el Gobierno comprometió apoyo para exigir la devolución del moai que expedicionarios ingleses llevaron de regalo a la reina Victoria en 1868 y que, actualmente, es una de las atracciones del Museo Británico en Londres. "La intención es recuperar todos los moais, ya que representan a nuestros ancestros y fueron creados para conectarnos con quienes pasaron por la isla. Para nosotros tienen valor espiritual, no de vestigio arqueológico. Podemos entregar copias, pero queremos que los originales vuelvan a su casa”, afirma Rapu.
Cambios dramáticos
"Últimamente aparecen muchas noticias desde y sobre Isla de Pascua, también las que tiene que ver con la basura y los muchos problemas que afectan al medio ambiente”, indica a DW Andreas Mieth. Junto con los logros de los isleños, aparecen informaciones preocupantes, como el reciente estudio germano-chileno de biólogos de las universidades de Kiel y Católica del Norte, que detectó altas concentraciones de microplástico en las aguas cercanas y en diferentes especies.
El ecólogo de la Universidad Christian-Albrechts, de Kiel, quien viene desarrollando proyectos en la isla desde 2000 con equipos de arqueólogos y ecólogos internacionales, reconoce que el pueblo Rapa Nui enfrenta un momento clave.
"Cuando yo empecé a trabajar en la isla había unos 4.000 residentes. Entre tanto, han llegado a ser el doble, 7.700 aproximadamente, y también ha aumentado el número de turistas. Actualmente llegan unos 100.000 por año”, relata. Se ven menos caballos, pero más autos, más casas, comercio, restaurantes... y basura. En los últimos 10 años el volumen de residuos ha aumentado de cuatro a siete toneladas por día. Casi se ha casi duplicado y se nota.
"Uno se pregunta cómo una pequeña isla puede resistir esta presión, y es muy interesante ver las diferencias que existen con otros tiempos”, dice Mieth. "Según estimaciones arqueológicas y relatos de marineros, se calcula que, antes de la llegada de los europeos, había entre 2.000 y 4.000 habitantes. Hoy, además de tener una población mucho mayor, está concentrada prácticamente en un solo poblado, Hanga Roa. Antiguamente, los habitantes vivían repartidos por toda la isla”, afirma el experto.
Antes, los materiales y productos usados eran amigables con el medio ambiente, los encontraban en la naturaleza o los producían ellos mismos. Hoy, en cambio, todo lo que necesitan llega por barco o avión desde el continente. Desde alimentos y útiles de aseo a materiales de construccion, electrodomésticos y automóviles.
"Junto con los productos llega gran cantidad de materiales problemáticos, como plásticos, metales, vidrios, envases y artículos tecnológicos. Casi toda la basura permanece en la isla y termina en el vertedero, lo que es un gran problema. Los desechos, junto con las aguas residuales, ensucian el suelo y de ahí van a las aguas subterráneas, que son la fuente de agua potable de la isla”, alerta el ecólogo.
El urgente desafío de la sostenibilidad
"Como en el pasado, el sistema es muy frágil. No puede resistir las condiciones actuales, con la gran cantidad de turistas y habitantes”, dice Andreas Mieth, quien no oculta su preocupación. Las soluciones son complejas. La opción de restringir el turismo, por ejemplo, significa reducir la principal entrada económica de la isla. La ley de residencia permite controlar la amenaza del aumento de población, pero urgen medidas drásticas, indica el experto.
"Lograr un balance entre calidad de vida, ingresos por el turismo, consumo, abastecimiento y eliminación de desechos es difícil, pero es importante abordar estos temas”, plantea. Restringir el número de turistas que ingresan y regular las excursiones sobre este pequeño territorio puede ser un comienzo.
Ante el creciente volumen de basura, el ecólogo recomienda reducir el embalaje de productos que llegan a la isla, implementar planes drásticos de reciclaje que contemplen separar residuos y enviar de vuelta todos los desechos. Por cada auto nuevo que llega, uno viejo debería salir de circulación y regresar al continente. El riesgo de que la basura o las aguas servidas contaminen el agua suma un nuevo peligro en una isla que no tiene planta de tratamiento de aguas.
"Hay mucho miedo de que quizás un día este sistema se derrumbe y todo colapse, la economía, los ingresos y la calidad de vida; que ya no pueda venir ningun turista porque no hay suficiente agua potable y sólo alcanza para la población local. Hay que buscar pronto soluciones, que son posibles sólo haciendo transformaciones drásticas”, sentencia.
Victoria Dannemann (CP)
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