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"Otro éxito de la diplomacia vaticana"

Rosa Muñoz Lima (jov)16 de septiembre de 2015

Sobre las expectativas ante la visita del papa, DW habló con Andreas Sommeregger, politólogo y autor del libro "Soft Power y Religión".

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Imagen: picture-alliance/dpa/I. Risco

DW: Cuando Francisco llegue a Cuba este 19 de septiembre, se convertirá en el tercer pontífice consecutivo en visitar la isla. ¿Hablaría usted de un especial interés de la Iglesia Católica por Cuba?

Andreas Sommeregger: En primer lugar, América Latina es una región importante para la Iglesia católica. Allí vive más del 40 % de los católicos del mundo y la Iglesia ha tenido una influencia tradicionalmente más fuerte que en Europa, así como mayor competencia de las iglesias evangélicas. El especial interés en Cuba está marcado por la histórica represión a la Iglesia Católica allí. Las iniciativas de Francisco −sus cartas de 2013 a Raúl Castro y Barack Obama, por ejemplo− se insertan en una tradición: Juan Pablo II se interesó con fuerza por Cuba y reclamó reformas. También Benedicto XVI siguió esa tradición. Y ya Juan XXIII había intervenido durante la Crisis de los Misiles. Pero estas son solo las puntas espectaculares del iceberg. El verdadero actor en este conflicto es la diplomacia vaticana, que contribuye desde hace décadas, formal y continuadamente, a que Cuba halle salida de su aislamiento.

¿Cuánto puede influir sobre la política cubana el propio Francisco, como parte de esa diplomacia vaticana, y cuánto habían hecho ya sus antecesores?

Juan Pablo II dejó muy claro que ni las violaciones a los derechos humanos en Cuba ni el embargo económico impuesto por Estados Unidos a la isla eran aceptables. Como latinoamericano, Francisco está probablemente mejor conectado, a través, por ejemplo, del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), del que formó parte por décadas. Como argentino, resulta más cercano a los cubanos que cualquier europeo. Además, cuenta en su entorno con conocedores de Cuba como su Secretario de Estado, Pietro Parolin [presente en las reuniones secretas que llevaron al deshielo entre Cuba y Estados Unidos]. Pero lo más importante, en mi opinión, es que los papas tienen la posibilidad de colocar a un país en el foco de la atención mundial: usan su popularidad para llamar la atención sobre las necesidades de las personas, como hizo Juan Pablo II, en 1998, cuando llegó a Cuba seguido por una enorme masa de periodistas. La Santa Sede se ofrece como mediador y ofrece: al régimen, ayudarlo a salir de la pobreza y el aislamiento; al pueblo, no dejarlo solo, estar pendiente de sus derechos; y a los creyentes, especialmente, contribuir a que la vida católica vuelva a ser posible en Cuba.

¿Qué más pueden esperar de Francisco y de esta visita papal los ciudadanos de a pie, la Iglesia, el Gobierno, la oposición en Cuba?

Andreas Sommeregger, politólogo y autor del libro "Soft Power y Religión. La Santa Sede en las Relaciones Internacionales".
Andreas Sommeregger, autor de "Soft Power y Religión. La Santa Sede en las Relaciones Internacionales".Imagen: Privat

El Gobierno espera, por supuesto, continuar revalorizándose internacionalmente. Raúl Castro puede condenar él mismo el embargo económico pero si el papa lo hace por él es más efectivo y elegante. En lo que respecta al pueblo, debe quedarnos claro que sigue sufriendo la represión de un régimen comunista. Hay muchas "detenciones políticas" y violencia −practicada o tolerada por el Gobierno− contra los críticos del régimen. Y eso no puede olvidarse en medio del actual optimismo. Cuba está cambiando mucho, en muchos casos en la dirección correcta, pero la represión a la violencia sigue a la orden del día. Por eso, el pueblo cubano necesita que el papa se siga interesando por sus derechos. Los creyentes, además, esperan que se refuerce la vida católica: Festejar Navidad o ir asistir a misa son derechos que han tenido que ser recuperados, y la esperanza es que se siga avanzando en ese sentido.

¿Qué espera el resto del mundo, que observa atentamente tanto los pasos de Cuba como los de Francisco, quien seguirá viaje luego a los Estados Unidos?

La pregunta se responde más claramente si estamos conscientes de qué intereses persigue cada quien. Estados Unidos ve en Cuba un enorme mercado. Obama, por supuesto, quiere presentar un par de logros al finalizar su mandato. Castro quiere tranquilizar a los cubanos, impulsar la prosperidad de la población [sus reformas se realizan bajo el lema: "por un socialismo próspero y sustentable"]. También la Iglesia Católica, el propio Francisco, tiene sus intereses. El papa se muestra amistoso y simpático como el párroco de un pueblo, quiere darle a la Iglesia un rostro más humano y piadoso. Pero la modernización de la Iglesia Católica avanza muy lentamente. En su pontificado, hasta ahora, Francisco ha abierto debates, creado comisiones, pero muchos hechos concretos no lo acompañan y el rechazo a la Iglesia católica aumenta en el mundo occidental. Este sentido, el éxito de esta mediación [entre Cuba y Estados Unidos] es un punto a favor de la Iglesia Católica que, ya que no puede puntuar con su moral sexual, cuenta al menos con un claro éxito de su diplomacia.

Cuando Francisco se interesa por los cubanos en general, o por la oposición en particular, ayuda por supuesto a las personas pero ayuda también a la propia Iglesia a conseguir más libertad en Cuba. El procedimiento de la Iglesia Católica es siempre el mismo: exige su autonomía, construye su propia estructura e infraestructura, y presenta la doctrina cristiana como alternativa a la corrupción política. Con estos medios no violentos, la Iglesia se transforma en una fuerza opositora que, profesionalmente, paso a paso, reconstruye y cultiva los derechos de la sociedad civil; una fuerza con la que ningún gobierno −ni en la Filipinas de Marcos y en la Polonia de Jaruzelski, por ejemplo− ha podido hasta ahora.