Opinión: ¡Defiendan la libertad!
19 de julio de 2016La situación es dramática. En los pasados diez o quince años, los valores liberales de Occidente han estado amenazados como nunca antes. Esto tiene que ver con el rápido aumento en el número de ataques terroristas, y con la manera como gobiernos y sociedades reaccionan a éstos.
Con cada atentado, el temor desata las ansias de una mayor seguridad y se acelera una dinámica que fue advertida en 2009 por el ahora fallecido juez constitucional Wilfried Hassemer: “Estructuralmente, las necesidades en materia de seguridad son inagotables”, dijo el magistrado en un debate con Wolfgang Schäuble, al criticar a los países que responden a incesantes situaciones de amenaza con permanentes endurecimientos de las leyes en materia de seguridad.
Perversa doctrina de seguridad
Luego de los atentados del 11-S, Estados Unidos escogió precisamente ese camino. Reestructuró sus extensos aparatos de seguridad, cuyas facultades amplió masivamente tanto en lo interior como en lo exterior. La consecuencia fue una perversión de la doctrina de seguridad que se mostró tal cual en las mazmorras donde torturó la CIA, así como en el extenso acceso de la NSA, que llegó hasta el teléfono móvil de la canciller alemana. Y eso, por no hablar de la Guerra de Irak, basada en falsas suposiciones con las cuales el presidente George W. Bush pretendía llamar a los autores del 11-S a rendir cuentas.
A raíz de la trágica serie de atentados terroristas, Francia se ha incorporado a esa espiral de miedo y endurecimiento de las leyes. El estado de excepción alargado en varias ocasiones desde los ataques del 13 de noviembre da a los ministros del Interior y los prefectos amplias facultades para limitar los derechos ciudadanos, o incluso derogarlos.
Se autorizan cateos sin contar con orden judicial, se coarta el derecho de asamblea o se prohíbe el libre tránsito de personas y vehículos. Expertos en inteligencia dicen que los servicios secretos franceses tienen más facultades para observar a los ciudadanos que la misma NSA.
Más atentados pese a nuevas leyes
Pero el efecto de tales medidas no se ha manifestado, ni la atroz serie de atentados se ha detenido. Por ello, las arengas se han tornado menos creíbles y las demandas, más desproporcionadas. Por ejemplo, el presidente Francois Hollande y su ministro del Interior, Bernard Cazeneuve, han convocado a numerosos voluntarios para que en calidad de reservistas apoyen a 100.000 soldados y policías. El fin de semana pasado, el politólogo francés Alfred Grosser escribió en el periódico Berliner Zeitung que Francia “ya no es un Estado de Derecho” y que ese país ha renunciado a sus principios fundacionales de libertad y unidad. El análisis de Grosser es concluyente y el ascenso de la populista de derecha Marine Le Pen es una prueba adicional de dicha tesis.
Un fenómeno internacional
Pero el de Francia no es un caso aislado en Europa. Antes de Hollande, el anterior primer ministro británico, David Cameron, limitó los derechos civiles de sus connacionales con amplias “medidas contra el terrorismo” que implicaron un aumento considerable en el presupuesto de los servicios secretos. Los alemanes no hemos estado exentos de debates sobre el endurecimiento de las leyes. “Alemania es un blanco potencial” es una frase que no se cansa de pronunciar el ministro alemán de Justicia, Heiko Maas. Ni imaginarse cuál sería el todo del debate si terroristas llevaran a cabo un ataque en Alemania. Pero el Tribunal Constitucional ha dado también su opinión, al considerar en reciente fallo que las leyes emitidas en materia de seguridad desde el 11-S son lamentables desde la perspectiva del Estado de Derecho.
Si acaso hay una lección de la tragedia francesa, es esta: más policías y leyes más duras no logran automáticamente mayor seguridad. Pero pueden causar daños. Si renunciamos a derechos fundamentales y a nuestro estilo de vida occidental, son los terroristas los que alcanzan su objetivo. Y nosotros debilitamos nuestra posición moral. También contra autócratas del estilo de un Erdogan, cuya “purga” de jueces y militares no ha encontrado gran oposición en Occidente.
Puede que el fanal de la libertad no sea popular en todas partes. Pero en la historia reciente hay pocas épocas en las cuales ha resultado tan importante como hoy.
Para aprender alemán: Usted puede leer aquí la versión original de este artículo.