Opinión: La escena de Netanyahu a Alemania
25 de abril de 2017Así es como se hacen las cosas: se cancela un encuentro y con ello se anulan las posibilidades de hablar de lo que realmente importa. El primer ministro israelí ha impedido, con la escena que hizo al cancelar la reunión con el ministro alemán de Exteriores, Sigmar Gabriel, que se trataran cuestiones de fondo.
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Seguramente, Netanyahu no quería hablar de temas que Gabriel consideraba importantes durante su visita: la solución de dos Estados, la política de asentamientos de Israel y las nuevas leyes para organizaciones no gubernamentales, que recuerdan a leyes vigentes en Rusia y Turquía. Netanyahu hubiera preferido hablar sobre su enemigo acérrimo, Irán, y hubiera situado el conflicto en la propia región a la sombra de la guerra en Siria y la lucha contra el terrorismo global.
Un tema pendiente
Y precisamente ahí reside el peligro: si nada cambia en este antiguo conflicto, crece el riesgo de radicalización de toda una generación de jóvenes palestinos, tanto en la franja de Gaza como en Cisjordania. Y habrá un momento en que esa radicalización ya no lleve el nombre de Hamás, sino el de Estado Islámico.
Impedirlo iría en beneficio del interés tanto de Israel como de las distintas fracciones palestinas. Y haber identificado un interés común es el primer paso para que tengan lugar negociaciones honestas. En ese terreno, Alemania y Europa pueden ser actores importantes. Aunque Israel nunca confiaría su seguridad a ningún otro país que no sea Estados Unidos, las partes implicadas sí pueden imaginarse un desarrollo económico de las áreas palestinas impulsado por Europa.
Cuestiones para la próxima vez
Una colaboración así no fracasará por el hecho de que se haya anulado el encuentro de hoy, igual que tampoco se verán afectadas las relaciones germano-israelíes. La especial relación, el compromiso y la responsabilidad de Alemania hacia Israel no disminuirán por ello.
Este 25 de abril de 2017, los ministros de Exteriores de ambos países no se han encontrado. Una de las razones es que el Gobierno alemán había cancelado previamente las consultas conjuntas germano-israelíes hasta mayo. La negativa de Netanyahu es también una clara revancha. Eso no es apropiado, ya que los ministros de Exteriores deberían poder hablar incluso en las más difíciles situaciones.
Pero lo más desagradable de todo es que Netanyahu recibe crédito a nivel interno cuando trata de evitar encuentros con organizaciones no autorizadas por él. Eso suena a cosas que ocurren en Rusia y Turquía y no en la única democracia de la región, que Israel –todavía– sigue siendo. También sobre ese tema deberían hablar con urgencia los ministros de Exteriores. Cuando se reúnan la próxima vez, porque habrá con seguridad un próximo encuentro.
Autora: Dagmar Engel (MS/DZC)