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Gabriel en Israel: cuando la verdad debe doler

Volker Wagener
25 de abril de 2017

El ministro alemán de Exteriores, Sigmar Gabriel, quiere reunirse en Israel con Breaking the silence y Betselem. Benjamin Netanyahu canceló una reunión con el funcionario germano. Éstas son las razones.

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Ausstellung Breaking the Silence Zeugnisse einer Besatzung
Imagen: Breaking the Silence

Elor Azaria es conocido en Israel porque disparó contra un palestino en marzo de 2016. El palestino había llevado a cabo un ataque, luego del cual fue sometido por soldados israelíes. Resultó herido de gravedad. Un rescatista, Elor Azaria, debía haberlo asistido. Pero en vez de hacerlo, sacó su arma y disparó a la cabeza del atacante, que se hallaba inmóvil en el piso.

Una nación dividida

Nada de lo anterior admite discusiones. El episodio fue filmado. Un colaborador de la organización de derechos humanos Betselem tuvo la suficiente presencia de ánimo como para captar las escenas. Además, puso el video en internet. La conmoción fue grande, y creció aún más después de que Azaria fuera sentenciado a 18 meses de cárcel por homicidio, en una sentencia que muchos consideraron suave. El caso se tornó asunto de Estado. Muchos israelíes celebraron a Azaria como un héroe. Se hablaba de una "justicia perversa”.

 

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A más de un año, el proceso sigue llamando la atención y no ha concluido aún. Betselem, fundada en 1989 por académicos, abogados, periodistas y diputados del Knesset, documenta desde hace años prácticas desconocidas, incómodas u ocultas de la rutina de los soldados israelíes.

Tan solo entre 2000 y 2015, Betselem (que en hebreo quiere decir "la imagen viva de Dios”) se ha ocupado de 739 quejas ante la fiscalía militar. Solo un 3,5 por ciento ha acabado en acusaciones formales. Es notablemente grande la cantidad de expedientes que documentan errores jurídicos y violaciones a los derechos humanos por parte de soldados israelíes, y que luego desaparecen misteriosamente. Es una experiencia dolorosa para Hagai El-Ad, antiguo director de Betselem, quien acusa al sistema político de Israel de minimizar la dimensión e importancia de la ocupación.

Colaboradores de Breaking the silence en Israel
Colaboradores de Breaking the silence en IsraelImagen: Reuters/B. Ratner

La rutina en Cisjordania

Una encuesta de 2016 señala que el 71 por ciento de los judíos residentes en Israel opinan que en Cisjordania no hay una ocupación. La crítica al Ejército y a los soldados israelíes irrita sobre todo a la derecha del país. Esta ala política se lanza abiertamente contra las organizaciones "financiadas desde el exterior”. Lo pudo experimentar en carne propia Breaking the silence, agrupación formada por antiguos soldados de las fuerzas armadas de Israel (IDF).

La organización quería documentar testimonios anónimos de soldados israelíes en una galería de Jerusalén. El suceso local escaló hasta convertirse en un tema de gobierno cuando la ministra de Cultura, Miri Regev, presionó al alcalde de la ciudad para que cancelara la conferencia. Se acusó a los organizadores de propagar mentiras y propaganda antiisraelí. El evento ya no pudo ser suspendido, pero en cambio, la galería cerró permanentemente.

Los soldados de las IDF dieron cuenta de prácticas que parecen ser sistemáticas. Razzias nocturnas en asentamientos palestinos, incluida la destrucción de los consejos locales; toques de queda sucesivos, ataques a palestinos por parte de colonos israelíes, con la anuencia de los soldados. Betselem documenta abusos no solo por parte del Ejército israelí, sino también de las filas palestinas. Pero las anomalías de las IDF son una clara contradicción a la propia visión que tiene de sí el Ejército, honorable y de existencia moralmente justificada. Netanyahu intenta, mientras le es posible, mitigar esa mirada distinta.

El enemigo imaginario

El año pasado, el Knesset emitió una ley que obliga a las organizaciones israelíes financiadas mayormente a través de donaciones desde el exterior no privadas a abrir su contabilidad. Esto afecta también a Breaking the silence, que recibe fondos de Alemania, Gran Bretaña y Bélgica. En febrero pasado, cuando el jefe del Gobierno belga, Charles Michel, intentó lo mismo que ahora Sigmar Gabriel, Netanyahu llamó a consultas al embajador. No conforme, envió también una misiva a la primera ministra británica, Theresa May, para que "por favor” cesara la financiación a la organización de "izquierda radical” Breaking the silence.

Sigmar Gabriel, que no siempre se ha mostrado hábil en el manejo de lenguaje diplomático, se había anticipado a calificar como lamentables los rumores sobre la posible cancelación de su encuentro con Netanyahu. Pero al mismo tiempo, subrayó que en Alemania resultaría impensable cancelar una reunión con Netanyahu si éste se encontrara con opositores críticos al gobierno germano.

Autor: Volker Wagener (EL/DZC)