ONU: alternativas y polémicas
17 de noviembre de 2004Los esfuerzos de Alemania por convertirse en miembro permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU-en alianza con Brasil, Japón e India-, han despertado apoyo, pero también duras críticas.
En México, Colombia y Argentina aumenta la molestia ante la impresión de que Berlín cree poder determinar qué país habría de representar permanentemente a Latinoamérica en ese organismo.
La ministra de Relaciones Exteriores colombiana, Carolina Barco, propone en cambio no seguir ampliando el círculo de lo miembros permanentes del Consejo, sino ofrecer a las grandes regiones, como América Latina, la posibilidad de elegir mancomunadamente un representante por un determinado período.
Discrepancias europeas
También en la Unión Europea hay discrepancias. Según la edición alemana del Financial Times, las aspiraciones de
Berlín son respaldadas por 15 socios europeos, entre ellos París y Londres.
No obstante, hay creciente oposición en otras naciones. La más evidente es la de Italia que, apoyada por España, Polonia y en cierta medida también Holanda, aboga por un asiento conjunto para la UE.
Pero las recientes divergencias europeas en torno a la guerra contra Irak dejaron de manifiesto que la meta de contar con una línea europea unitaria en materia de política exterior y de seguridad sigue siendo algo remota, lo que dificulta la concreción de esa propuesta.
El secretario general de la ONU, Kofi Annan, querría ver a Japón y Alemania permanentemente en el Consejo de Seguridad. En Washington, en cambio, la idea no es bienvenida.
Y, tras la reelección del presidente George W. Bush, es poco probable que se produzca allí un cambio de actitud. Italia puede, en consecuencia, contar con la solidaridad estadounidense. “Nunca olvidamos a nuestros amigos”, señaló hace poco el ahora ex secretario de Estado, Colin Powell, aludiendo al apoyo italiano a la guerra contra Irak.
Por otra parte, el mismo Powell dio a entender que respalda la candidatura de Brasil a un asiento permanente en el Consejo de Seguridad, durante un encuentro con representantes de la cámara de comercio estadounidense en Sao Paulo.
El plan Razali
En los pasillos de la ONU es el arte de la diplomacia el que marca la pauta. Pero, pese a las intensas campañas de los aspirantes al club con derecho a veto, el resultado de sus esfuerzos es aún incierto.
Ni siquiera se sabe cuál será la propuesta que presentará a comienzos de diciembre el panel, compuesto por representantes de 16 países, al que Kofin Annan encomendó un esbozo de reforma.
De momento hay varias posibilidades en discusión, entre ellas la de ampliar el Consejo de Seguridad a 21, 24 o quizá 25 miembros.
Pero no está claro qué ocurrirá con el derecho a veto. Uno de los modelos que examina el panel de expertos es el llamado “Plan Razali”, que data de 1997.
Su autor, el embajador de Malasia ante la ONU, Ismail Razali, propuso incorporar al consejo otros 4 miembros rotatorios y 5 permanentes, entre los que se contarían Alemania y Japón, además de un país de África, Asia y América Latina. A dicho plan se remite la alianza cuatripartita de Alemania, Japón, India y Brasil.
Sistema de tres categorías
Por su parte, una serie de países como Italia, México y Pakistán abogan por incluir adicionalmente sólo miembros rotatorios, algunos de los cuales podrían permanecer por más tiempo en el Consejo, quizá por 4 o 5 años, pero sin disponer de derecho a veto. Otros verían su participación limitada a sólo 2 años.
El resultado sería un sistema de “tres clases” y desde ya se puede vaticinar que la discusión sobre quiénes tendrían qué categoría resultaría en extremo acalorada.
Rotación alfabética
Otra alternativa plausible sería la de que la Asamblea General designara a grupos de países para integrar temporalmente el Consejo de Seguridad. Dentro de cada grupo, la presidencia rotaría alfabéticamente, con la ventaja de que el país al que le correspondiera adoptar decisiones tendría que rendir cuentas de sus actos al resto.
Por el momento, todo es especulación. Lo único que parece claro es que los actuales favorecidos con el derecho a veto no estarán dispuestos a renunciar a tal privilegio. Por lo tanto, propuestas anteriores que apuntaban en esa dirección no están siendo consideradas en el actual debate.