Nuevos reproches a la CIA
5 de abril de 2006La organización de Derechos Humanos Amnistía internacional (ai) acaba de publicar un informe titulado "Bajo el radar: vuelos secretos hacia la tortura y la desaparición", en el cual describe cómo la CIA instrumentó los transportes de prisioneros. En base a las declaraciones de antiguos prisioneros sobre tiempos de vuelos, condiciones climáticas y datos sobre la prisión, ai logró reconstruir en cuáles países probablemente se hayan encontrado los presos.
Más de 700 vuelos camuflados en Alemania
Según amnistía internacional, la CIA desarrolló un sofisticado sistema para transportar a personas a lugares desconocidos. Para ello se valen de empresas camufladas como "Pegasus Technologies" o "Premier Executive Transport Services", que existen solamente en los papeles. Mucha de la información publicada ahora por ai coincide con los datos recogidos por Eurocontrol, la organización europea de seguridad aérea. Allí se habla de unos 720 vuelos sospechosos, entre los años 2001 y 2006, únicamente en Alemania. El gobierno alemán dice "no tener conocimiento sobre la identidad, ni el uso de estos aviones, ni tampoco sobre la carga o las personas transportadas".
Cárceles secretas en Europa del Este
El informe describe además el caso de tres yemenitas, sospechosos de terrorismo, secuestrados y torturados por los EE.UU. Los hombres declararon que estuvieron detenidos en por lo menos cuatro cárceles secretas estadounidenses, entre octubre del 2003 y mayo del 2005. Finalmente fueron entregados a las autoridades yemenitas, donde se les acusó por falsificación de documentos. Las declaraciones de estos ex-convictos coinciden con las de otros antiguos prisioneros. Basándose en estos datos, amnistía internacional elevó la sospecha de que hay o hubo cárceles secretas en Turquía, Rumania, Bulgaria o Albania, entre otros países.
Faltan las pruebas
Esta suposición coincide con los informes del fiscal suizo Dick Marty, a quien el Consejo Europeo encomendó investigar sobre las presuntas cárceles secretas de la CIA en Europa. Pero hay otra coincidencia más, que es igual de importante, ya que desacredita las investigaciones: Tanto amnistía internacional como los fiscales carecen de pruebas fehacientes y se ven enfrentados a un muro de silencio. Los gobiernos de los países en sospecha de albergar cárceles secretas, como Rumania, Uzbekistán o Polonia, niegan rotundamente que en su territorio hayan existido o existan aún calabozos similares. Los servicios alemanes dicen no tener conocimientos propios sobre los vuelos clandestinos y los EE.UU. bloquean todo tipo de información. Pero para obtener las pruebas necesarias los investigadores - ya sean organizaciones de Derechos Humanos, fiscales o periodistas - deberán contar con la cooperación de gobiernos y servicios secretos.