¡No ser toro en España!
29 de septiembre de 2008Todos los años en septiembre, en la pequeña ciudad de Tordesillas, a unos 200 kilómetros al noroeste de Madrid, un toro de lidia es escogido para que se enfrente solo a docenas de lanzas. En 2008, más de 30.000 personas asistieron al espectáculo estival, que suele culminar, después de cientos de lanzazos, arrancándole los testículos al animal. Se calcula que el toro suele agonizar más de una hora. Este año el toro Valentón tuvo suerte: sufrió "sólo" once minutos.
En numerosos pueblos españoles, a pesar de las protestas de las organizaciones protectoras de animales, estas fiestas -en las que se trata de aplaudir el sufrimiento de cabras, gansos, patos o gallos- están muy arraigadas.
Sadismo con nombre
Organizaciones proteccionistas han puesto sus ojos especialmente en tres de ellas y solicitan su prohibición. La primera es la mencionada, “Toro de Vega” de Tordesillas; la segunda, “Toro de Coria” en el oeste español –durante la cual un toro es azuzado a través de las calles del pueblo mientras el público le tira dardos- y, por último, “Toro de fuego” en Medinaceli. En ésta, a los cuernos del toro se atan dos grandes bolas empapadas en pez y aguarrás que luego se encienden. La diversión consiste en asistir a los mugidos y las carreras de desesperación del animal.
“¿Por qué los españoles son tan poco civilizados?”, pregunta el El País, de Madrid. Los adeptos a tales fiestas aducen tradiciones centenarias y acusan a sus críticos de no entenderlas. “El maltratar al animal simboliza lo malo”, explica el antropólogo Javier Marcos, “festejarlo representa una purificación de la sociedad, porque al final lo racional y el hombre triunfan sobre la bestia”.
Desinterés político
Los protectores de animales replican: en otros países europeos también hubo en su momento tales crueles rituales y han sido prohibidos. “En España, por el contrario, los gobiernos se han mostrados siempre generosos con este tema”, asevera Manuel Cases de la Asociación Protectora de Animales ADDA y añade: “Los grandes partidos siempre juegan a lo mismo. Mientras están en la oposición, prometen regulaciones más exigentes. Tan pronto asumen el poder no les interesa más el tema”.
Protestar sí tiene efectos
Cabe resaltar, sin embargo, que las protestas en contra del maltrato a los animales sí han tenido sus efectos. Algunas poblaciones han prohibido tales festejos o los han suavizado. En Manganeses de la Polvorosa, por ejemplo, ya no se usa que los jóvenes tiren una cabra desde el campanario durante las fiestas del pueblo. La han reemplazado por una muñeca o algún tipo de fuego artificial. Otros pueblos han desistido de colgar un gallo de las patas y esperar a que jinetes pasen a galope y le arranquen la cabeza.
Can Picafort, un pueblo turístico mallorquín, prohibió por su parte, la “Suelta de patos”: desde barcas, se lanzan al mar cientos de patos con el objetivo de que sean agarrados por nadadores. De plástico se usan ahora; sin embargo, no faltan los fanáticos que, a pesar de la nueva reglamentación, insisten en que la diversión es mayor con el sufrimiento de un animal de carne y huesos.