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No hay alternativa a Evo Morales

Un comentario de Steffen Leidel22 de enero de 2007

Luces y sombras presenta el balance del primer año de gobierno de Evo Morales. Steffan Leidel opina que su única alternativa consiste en buscar el apoyo de las fuerzas moderadas entre sus partidarios y detractores.

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Steffen Leidel
Steffen Leidel.Imagen: DW

Evo Morales, el primer presidente indígena de Bolivia, ha fracasado. Numerosas pruebas avalan esa tesis pero, aún así, es falsa. Evo Morales es un populista de izquierda. También se puede encontrar argumentos para sustentar tal afirmación. Pero tampoco ésta corresponde a la verdad. Con certeza, no es el espantajo que pinta Estados Unidos.

Para analizar el primer año de gobierno de Morales se requiere una aproximación integral. Quien sólo escoja algunos síntomas hará un diagnóstico equivocado. Por ejemplo, quien quiera destacar el fracaso del gobierno de Morales, podría poner en primer plano el conflicto entre los prósperos departamentos del llano y las regiones pobres del altiplano, que acaba de agudizarse nuevamente, dejando muertos y heridos.

Retórica radical

Mediante comentarios irreflexivos y una retórica ideológica, el propio Morales y su equipo contribuyeron a que las fuerzas radicales hayan vuelto a llevar la voz cantante en el conflicto. Por un lado se encuentra el ala radical de Movimiento Al Socialismo (MAS). Al término de lo que califican como "500 años de explotación oligárquica", sus dirigentes quieren transformar al país por la fuerza, cuanto antes y sin contemplaciones, ni respeto por las reglas democráticas.

Por el otro, están los representantes radicales de la oligarquía, acaudalados empresarios y latifundistas, descendientes de los patrones coloniales. Éstos se valen de cada error de Morales para hacer campaña en su contra, ya sea dentro del país o a nivel internacional. Y amenazan abiertamente con la guerra civil si Morales no respeta sus privilegios.

La cara positiva

Pero también se puede dar una lectura positiva al gobierno de Morales. Quien quiera transformarlo en un mesías puede argumentar que ha devuelto la dignidad a los indígenas. El presidente aymara sigue disfrutando del respaldo irrestricto de la población indígena, marginada durante siglos.

El 90 por ciento de los bolivianos -vale decir, entre ellos también muchos opositores a Morales-, otorgan además una nota positiva a la reorganización del sector del gas natural impulsada por el gobierno. Con gran habilidad negociadora, Morales y su equipo arrancan nuevos contratos a las empresas energéticas operantes en el país, de manera que en el futuro el Estado boliviano podrá obtener altos ingresos del negocio del gas natural. Las alarmistas previsiones de analistas y consorcios multinacionales en cuanto a que Morales espantaría a los inversionistas extranjeros no se han cumplido. Ni una sola empresa ha abandonado el país.

La medalla tiene pues dos caras muy diferentes. Pero en una cosa concuerdan incluso los enemigos del presidente boliviano: no hay alternativa a Evo Morales. El derrocamiento de su gobierno desataría un incendio que terminaría de convertir al país definitivamente en un "Estado fallido".

La única opción

Morales todavía tiene la posibilidad de conducir a su país hacia un futuro de paz. Para ello, sin embargo, debe comportarse como un presidente y no como un iracundo líder sindical. Debe conquistar a las fuerzas moderadas que existen en el bando de sus seguidores y en el de sus detractores. Un primer paso sería forzar al ala radical del MAS a hacer concesiones en la bloqueada Asamblea Constituyente.

Ciertamente, la moderación le resulta difícil a Morales, habiendo sido él mismo un cocalero que exigía cambios y un radical dirigente sindical. Pero no tiene otra opción. Morales se halla ante el gran desafío de hacer ver a los grupos enfrentados que tienen intereses compartidos. Sólo si todas las fuerzas pueden tomar parte en el proceso político podrá el país romper la espiral de la violencia.