Muerte en Bagdad
19 de agosto de 2003Las más duras condenas contra el atentado terrorista perpetrado en Bagdad se sucedieron de capital en capital, seguidas de expresiones de duelo por la muerte de Sergio Vieira de Mello. El enviado especial de la ONU para Irak, Comisionado de Derechos Humanos y considerado un brillante diplomático, quedó sepultado en los escombros de su oficina, tras el impacto de un coche-bomba contra el inmueble del antiguo Hotel Canal. Junto a él perdieron la vida unas 20 personas y cerca de cien resultaron heridas.
"Pérfido atentado"
La muerte de Vieira de Melo se convierte en un dramático símbolo de la tragedia de Irak, que a todas luces no terminó con el derrocamiento de la dictadura de Saddam Hussein ni con el fin oficial de las actividades bélicas. La violencia ha seguido latente, cobrando a cuentagotas víctimas entre las tropas de ocupación, hasta hacer eclosión este martes, en el ataque contra la sede de la ONU en Bagdad. El ministro de Relaciones Exteriores alemán, Joschka Fischer, repudió con vehemencia el crimen, exigiendo el esclarecimiento de lo ocurrido y el castigo de los responsables. "Este pérfido atentado no sólo constituye un ataque directo contra las Naciones Unidas y, en consecuencia, contra la comunidad internacional. También es un ataque contra el futuro del pueblo iraquí", afirmó el jefe de la diplomacia germana.
También el presidente de la Comisión Europea, Romano Prodi, consideró que el atentado "dificultará seriamente la capacidad de la comunidad internacional para proporcionar la tan necesaria ayuda humanitaria y será un golpe a sus esfuerzos en pro de la rápida reconstrucción del país". Junto con expresar su indignación por el golpe extremista, recordó que la ONU ha sido "una de las mayores partidarias" de un pronto traspaso del poder al pueblo iraquí. El secretario general de la organización internacional, Kofi Annan, calificó la muerte de Vieira de Mello como un "duro golpe para las Naciones Unidas y para mí". Annan interrumpió sus vacaciones y aseguró que continuarán las labores de asistencia en Irak.
La mano oculta
Irónico resulta el hecho de que el sangriento atentado haya tenido por objetivo precisamente a la ONU, que se resistió hasta el límite de sus posibilidades a secundar los propósitos bélicos de Estados Unidos. Muy distinto ha sido su discurso al del presidente estadounidense, George Bush, que hoy volvió a utilizar el tono que le es característico al condenar el atentado: "El mundo civilizado no se dejará amedrentar", afirmó el presidente, puntualizando que "estos asesinos no determinarán el futuro de Irak". Según Bush, el golpe de este martes demuestra cuán desesperados están los partidarios del depuesto Saddam Hussein.
Sin embargo, los entendidos van más lejos en sus deducciones. Kai Hirschmann, experto en terrorismo de la Academia Federal de Política de Seguridad, considera que el atentado fue perpetrado de manera "demasiado profesional" como para que "frustrados seguidores de Saddam Hussein pudieran ser sus autores." El experto alemán sospecha que tras el ataque contra la sede de la ONU en Bagdad se oculta la mano de la red terrorista Al Qaeda, al igual que en actos de violencia previos. En su opinión, Estados Unidos no quiere admitirlo, porque tendría que reconocer que al derrocar a Saddam Hussein abrió las puertas justamente a la red de Osama Bin Laden. Pero ya habrá tiempo para investigaciones y análisis. Por lo pronto siguen llegando las condolencias a la ONU por la muerte de Vieira de Mello -que el canciller Gerhard Schröder calificó como "una pérdida especialmente dolorosa"- y por todas las víctimas del injustificable atentado.