Mohnhaupt: entre el derecho y la moral
12 de febrero de 2007El Tribunal Supremo de Stuttgart ha fallado a favor de la puesta en libertad condicionada de Brigitte Mohnhaupt, una de las líderes de la tristemente famosa Fracción del Ejército Rojo (RAF). A pesar de que haber tenido encima cinco cadenas perpetuas por múltiples asesinatos, después de 24 años de prisión, Mohnhaupt saldrá libre en marzo de este año. El tema divide a la opinión pública.
Malestar general
El año 1977 -en el que la RAF y con ella Brigitte Mohnhaupt fueron más que nunca sinónimo de violencia, dolor y muerte- no queda tan lejos como para que sea un capítulo cerrado en la historia alemana. La prueba de ello es que, según encuestas realizadas por diversos medios, la mayoría de la población está en contra de su libertad: que hay que pensar en que los parientes de las víctimas siguen vivos; que los terroristas de la RAF fueron especialmente crueles; que no han mostrado arrepentimiento.. Ése es el tenor de los razonamientos en contra. Sin embargo, ninguno de ellos representa un argumento legal.
Asesinos, no prisioneros de guerra
Si bien el malestar en la sociedad es comprensible, reconocidos juristas alemanes intentan dejar claro que todos los argumentos que se arguyen en contra de la liberación de Mohnhaupt -o cualquier otro reo de la RAF- son de carácter moral y no tienen nada que ver con el Estado de derecho.
Entre ellos está Gerhart Baum, ministro del Interior en los turbulentos años entre 1978 y 1982. Éste explica su postura favoreciendo la liberación de Mohnhaupt, por el hecho de "apreciar los principios del Estado de derecho, que también deben ser válidos para los terroristas de la RAF. Éstos no deben ser tratados especialmente, ni en lo negativo ni en lo positivo. En su momento nos negamos a sus pretensiones de ser tratados como prisioneros de guerra. Son criminales, asesinos, y como tal deben ser tratados como todos los otros asesinos".
La función del Estado
A pesar del respetable sentir ciudadano, las manifestaciones de arrepentimiento no se consideran, en el derecho penal, una condición para la libertad; el único requisito para ella, después de haber vivido bajo custodia estatal un cierto tiempo, es que el prisionero no represente un peligro público. Un Estado no prevé la venganza, sino la protección del ciudadano y la preservación de la dignidad humana, explican los entendidos; su función es mediar entre el victimario y las víctimas. Cualquier otro camino conduciría, en últimos términos, a la justicia por la propia mano.
Así, y sólo así, se entiende el fallo a favor de la libertad de la "líder revolucionaria" Brigitte Mohnhaupt, sobre cuya conciencia pesan el secuestro y asesinato del presidente de la Asociación Patronal, Hans-Martin Schleyer; la muerte del fiscal general Siegfried Buback y la del jefe de Deutsche Bank Jürgen Ponto. El que todos estos asesinatos hayan sido perpetrados en aras de una revolución que traería una supuesta mejor sociedad fue tan irrelevante para su condena, como irrelevante es su supuesta ausencia de arrepentimiento para su libertad condicionada. La justicia es, o por lo menos debe ser, ciega.