Indulto a la RAF: ¿fortaleza o debilidad?
23 de enero de 2007El otoño alemán, el triste capítulo tinto en sangre protagonizado por la RAF (Fracción del Ejército Rojo), se acerca a su 30 aniversario. El asesinato del juez Sigfried Buback; el asesinato de Jürgen Ponto, ejecutivo de Dresdner Bank; el secuestro y asesinato de Hans-Martin Schleyer, presidente de la Cámara de Industriales; el secuestro de un avión de Lufthansa para presionar la liberación de los miembros de la RAF en prisión; y la muerte colectiva de los miembros de la RAF en la penitenciaría de Stammheim sacudieron a Alemania ese 1977. La respuesta política del entonces canciller Helmut Schmidt, "con terroristas no se negocia", sentó precedentes. Y el capítulo marcó profundamente a la opinión pública.
La posible puesta en libertad de Brigitte Mohnhaupt y Christian Klar, dos de los terroristas supervivientes, en prisión desde hace más de 20 años , divide a Alemania. Cinco cadenas perpetuas penden sobre la cabeza de cada uno de ellos por los sangrientos hechos de año 1977 y por el posterior atentado, en 1981, contra el general estadounidense Frederik J. Kroesen.
La cadena perpetua no es perpetua
Pero la cadena perpetua, en realidad, no es perpetua. Si bien hasta 1977 existía, efectivamente, una estadía tras los barrotes "para el resto de sus días" -pena que se conmutaba sólo por misericordia-, el Tribunal Constitucional Alemán decidió ya entonces que la dignidad humana sólo estaba garantizada si el reo podía tener la perspectiva de, alguna vez, recobrar su libertad. A los 15 años, si el prisionero ya no constituye una amenaza pública puede ser puesto en libertad. Se exceptúa de esta regla los casos muy graves, como lo es la condena de Mohnhaupt y Klar por múltiples asesinatos.
El derecho al indulto
"La RAF ya no existe. El capítulo de la historia alemana, tinto en sangre, que sus miembros ayudaron a redactar no se ha olvidado, pero está cerrado. Si el Estado le tiende la mano a Brigitte Mohnhaupt y Christian Klar no lo está haciendo a antiguos terroristas sino a supervivientes. Así estaría bien, la pena de muerte se abolió en Alemania", opina un editorialista del diario Berliner Zeitung.
Sin embargo, ¿es lícito concederle libertad, aunque ésta sea condicionada, a alguien que ha matado a sangre fría y negado todo respeto por la vida humana? La viuda de Martin Schleyer declaró a la televisión alemana que "no, nunca". Pero no se trata de eso, según el diario Lübecker Nachrichten, "aquí no se trata de perdón, así como, en el caso del Estado y la justicia, no se trata de venganza". Mohnhaupt cumplirá en marzo 24 años en prisión y su abogado defensor arguye que ella ya no representa un peligro público. ¿Esta mujer de 57 años ha pagado, entonces, ya su deuda con la sociedad? El Estado de derecho prevé que sí; con la culpa tiene que vérselas el individuo solo.
Fortaleza o debilidad
A este respecto concluye el editorial de la Pforzheimer Zeitung: "Mohnhaupt y Klar no pueden hacer desaparecer sus asesinatos. Ambos, con su participación en el Otoño alemán, son corresponsables de de una de las épocas más terribles de la República Federal Alemana. Y, quizá, todo aquel que aboga por su liberación, hablaría de otra manera, si un miembro de la RAF le hubiese arrebatado lo que más quería. Sin embargo algo está claro: El Estado de derecho no pierde concediéndole una segunda oportunidad a alguien, lo contrario. La reconciliación es una muestra de fortaleza, no de debilidad".