Del Amazonas a Copenhague
27 de noviembre de 2009Cuando el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, convocó a los gobernantes de países amazónicos a una cumbre para llegar a una posición común que pudiera ser defendida en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático en diciembre, su esperanza era que los presidentes de Colombia y Venezuela estuvieran presentes para aprovechar la ocasión e intentar disipar las tensiones diplomáticas que existen entre ambos, un punto importante en la agenda regional.
Tal era su confianza en el éxito del encuentro. Lo que Lula no esperaba es que de nueve jefes de Estado convocados sólo tres hicieran acto de presencia, reduciendo la cumbre celebrada este jueves (26.11.2009) en la ciudad brasileña de Manaos a un coloquio minimalista. No sólo los representantes de los Gobiernos de Bogotá y Caracas estuvieron ausentes; de los presidentes de países miembros de la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica convidados sólo el primer mandatario de Guyana, Bharrat Jagdeo, aceptó la invitación.
La cumbre que no fue
Por fortuna para Lula, también el presidente de Francia, Nicolás Sarkozy, cuyo país colinda con el norte de Brasil a través de la Guayana Francesa, intervino en la reunión. Ambos aspiraban a que los países amazónicos pudieran hablar con una sola voz sobre el calentamiento global y su relación con la deforestación de la selva amazónica en la cumbre de Copenhague; pero las conspicuas ausencias dejaron la impresión de que existe una resistencia a la posición de liderazgo mostrada por el presidente brasileño y el francés en esta materia.
Lula y Sarkozy pretendían que el documento final de la jornada de Manaos tuviera el mismo tono del que firmaron el 14 de noviembre en París, bautizado por el presidente brasileño como la "biblia climática". En él se exige que los países industrializados, cuyas emisiones de gases son las principales responsables del cambio climático, asuman metas claras y políticas de apoyo a las naciones no industrializadas.
Sarkozy, presente
Sarkozy defendió la propuesta hecha en la Declaración de Manaos de que entre el 0,5 y el 1 por ciento del Producto Interno Bruto de los países industrializados sean destinados al financiamiento de programas de preservación ambiental en las naciones en desarrollo. "Los países pobres necesitan recibir ayuda sin que ninguno de ellos ceda su soberanía", aclaró Lula, procurando aplacar cualquier suspicacia.
Brasil ya había anunciado que llevaría a Copenhague su compromiso de reducir las emisiones de gases causantes del llamado "efecto invernadero" en casi un 39 por ciento hasta el año 2020. Eso implica una reducción de casi mil millones de toneladas de las emisiones de dióxido de carbono; la mitad de ello resultará de una disminución del 80 por ciento en la deforestación de la selva amazónica.
De Manaos a Copenhague
"Brasil tiene la intención de llevar esta propuesta a Copenhague, pero ponerla o no sobre el papel dependerá de las negociaciones en la conferencia", dijo el portavoz de la Presidencia brasileña, Marcelo Baumbach. También Sarkozy tiene esperanzas puestas en el encuentro a realizarse en diciembre en la capital danesa: "Haremos todo lo posible por conseguir apoyo; no aceptaremos un acuerdo barato", afirmó el presidente francés, al anunciar el consenso con Brasil de cara a la cumbre de Copenhague.
Autor: ER/dpa/reuters
Editor: José Ospina Valencia