Las islandesas protestan contra la desigualdad
26 de octubre de 2016Reikiavik, capital de Islandia, lunes 24 de octubre de 2016. Exactamente a las 14:38 horas, las mujeres dejan de trabajar: las enfermeras, las panaderas, las abogadas y otras miles de islandesas abandonan sus puestos de trabajo. Protestan por ganar menos dinero que sus colegas hombres desempeñando el mismo trabajo y con la misma cualificación que ellos. La hora designada no es casualidad: en teoría, en una jornada normal de trabajo, a partir de las 14:38 las mujeres no ganan más. En promedio, las islandesas ganan el 70 por ciento del salario de los hombres. "Siembre hay una brecha considerable entre hombres y mujeres en nuestra sociedad”, dice a DW Brynhildur Heiðar- og Ómarsdóttir, directora de la Sociedad Islandesa de Derechos de la Mujer, aunque, según ella, se ha logrado que la diferencia no sea tan grande. Pero el país continúa aún lejos de la auténtica igualdad.
Protestas a pesar de liderar la clasificación
¿Cómo es eso posible? Las mujeres en huelga no encajan bien con la imagen de país modelo para el feminismo. Islandia lidera desde hace años la clasificación en temas de igualdad económica. El informe "Gender Gap”, recientemente publicado, acaba de corroborar este liderazgo: Islandia encabeza la clasificación de 144 países. "Puede que lidere el índice de igualdad de género, pero cuando se trata de diferencia salarial entre hombres y mujeres, nuestro balance se hunde”, asegura a DW Þórunn Sveinbjarnardóttir, que fue ministra de Medioambiente. "No está ni de lejos todo ganado”, afirma.
Heiðar- og Ómarsdóttir, activista por los derechos humanos, dice: "Aún debemos luchar por una sociedad verdaderamente justa”. "Si se conoce a Islandia como paraíso de la igualdad, es porque a los demás países les va muy mal en este tema”. Por eso, las asociaciones de mujeres y los sindicatos convocaron la pasada huelga del 24 de octubre.
Primera huelga de mujeres en 1975
Es una fecha cargada de historia: el 24 de octubre de 1975, el 90 por ciento de las islandesas dejaron de trabajar un día. Desde entonces se ha hecho mucho por sus derechos. Islandia fue la primera democracia del mundo en tener una mujer como cabeza de Estado. Se invirtió mucho dinero para el cuidado de los hijos y se introdujo en 2013 una cuota de mujeres en la cúpula de las empresas de más de 50 empleados. Pero todas esas medidas no han afectado a la igualdad salarial. Por ese motivo, las islandesas salieron a la calle en 2005 a las 14:08. En 2008 lo hucieron algo después, a las 14.25. La diferencia salarial ya no es tan grande, pero la distancia se acorta "a la velocidad del caracol”, dicen los expertos en cuestiones de género. "Si seguimos así, hacen falta 52 años más”, dice Brynhildur Heiðar- og Ómarsdóttir, de la Sociedad de Derechos de las Mujeres.
Las chicas, enfermeras. Los chicos, ingenieros
Pero ¿por qué persisten las diferencias salariales, a pesar de las iniciativas tomadas y las protestas del movimiento feminista? El problema, como en muchos otros países, comienza con el trabajo soñado. Los chicos se inclinan hacia profesiones técnicas, las chicas se decantan por áreas sociales, peor pagadas. Un ingeniero gana más que una enfermera. Además, las mujeres suelen ocuparse del cuidado de los hijos, y trabajan a tiempo parcial.
Pero hay otras razones: Brynhildur Heiðar- og Ómarsdóttir dice que el 8 por ciento de la desigualdad salarial se debe a la discriminación. "No debemos culpar a las mujeres por haber escogido una profesión equivocada”, dice Brynhildur Heiðar- og Ómarsdóttir. "La sociedad es responsable de la desigualdad salarial”. Los expertos en cuestiones de género exigen, por tanto, que se presione más a las empresas. Un próximo paso al respecto podría ser la aplicación del estándar de igualdad salarial, una especie de sello oficial voluntario para las empresas que remuneren de forma igualitaria el trabajo, independientemente del sexo. Al final, este sello guiará a los usuarios a la hora de comprar sus productos, preguntándose si desean adquirirlos de una empresa que remunere de forma justa. Muchos activistas tienen esperanza en este certificado y lo consideran como un instrumento único para luchar contra la diferencia salarial.
Autora: Vera Kern