¿La última vuelta de Märklin?
26 de abril de 2006En la era de los juegos electrónicos e Internet ya muy poca gente parece interesarse por los tradicionales trencitos de juguete. En Alemania, hasta hace algunos años, niños, pero también numerosos adultos dedicaban días enteros por semana a su maqueta con trencitos de juguete.
Y para más de un jubilado, el súmmum era tener un paisaje completo, con montañas, ríos, estaciones, gente, calles, automóviles... y naturalmente las inefables vías, por las que, orgullosos, circulaban trenes enteros a diversos niveles y velocidades.
La más famosa marca de trenes de juguete, hoy naturalmente también con comandos digitalizados, es Märklin. Pero quizás dormida en los laureles, sus responsables no se dieron cuenta o no quisieron darse cuenta de que los tiempos estaban cambiando.
Facturación en picada
El año pasado, la facturación alcanzó a sólo 123 millones de euros, luego de haber sumado 148,5 millones en el 2004 y unos 160 millones en el 2002. Demasiado poco para pagar los sueldos de unos 700 trabajadores que quedan en la empresa --luego de reducir la plantilla en 342 en el 2005-- y los costos de materiales.
Los nervios de los actuales 22 socios propietarios de la empresa están más que tensos. "Quiero deshacerme lo antes posible de mi parte", dice uno de ellos. La razón es evidente: la empresa acumuló pérdidas por 20 millones de euros en los últimos dos años, la parte de capital propio disminuyó del 24 % al sólo el 7 %. Las deudas llegan a 55 millones de euros.
Dos de los cinco bancos que estaban financiando a Märklin hasta ahora han vendido con descuento sus créditos de Märklin a la empresa Kingsbridge. Pero, ¿quién es Kingbridge? Kingsbridge Capital es una empresa inversionista británica dispuesta a comprar a Märklin.
Un grupo financiero quiere andar en tren
En principio, los británicos no se interesan por los trencitos de juguete ni tienen experiencia en el sector. Se trata de un grupo netamente financiero, que busca sólo maximizar sus ganancias, sea en el sector que sea.
Para ello compran empresas en dificultades, descuentan de los impuestos pérdidas e intereses de los créditos que toman para adquirir las participaciones, renuevan la línea de productos, reestructuran las empresas y en algún momento las vuelven a vender con pingües ganancias.
Generalmente, ello va acompañado de despidos, prejubilaciones y reducción de sueldos. Pero eso no parece preocupar al personal ni al sindicato.
Personal suplica que se venda la empresa
Todo lo contrario, éstos suplican a los tres renitentes que vendan sus partes, porque, de acuerdo con los estatutos, todos los socios deben estar de acuerdo en caso de que la empresa sea vendida.
La opción parece clara: o Kingsbridge o la quiebra. Los trabajadores, el sindicato y 19 de los 22 propietarios se han decidido por Kingsbridge.
Los otros tres son una incógnita. Kingsbridge ha puesto un últimatum hasta hoy para comprar la empresa. Pero, según las últimas informaciones, estarían dispuestos a conceder algunos días de gracia. Parece que no quieren perder el tren.