La UE y los límites del crecimiento
15 de diciembre de 2006Una de las "virtudes" de la diplomacia consiste en encontrar formulaciones lo suficientemente vagas como para que todos puedan sentirse interpretados y satisfechos, aunque sus posiciones discrepen. Es lo que sucedió en la cumbre de la Unión Europea en Bruselas, que transcurrió sin grandes sobresaltos ni maratónicas sesiones de trasnoche. Incluso hubo varios acuerdos que exhibir, como el adecuar la inmigración legal a las necesidades del mercado, permitiendo la entrada temporal de trabajadores cualificados al ámbito comunitario. La imagen de armonía que brindó este encuentro, que marca de facto el fin de la presidencia finlandesa, no puede ocultar sin embargo que los socios europeos siguen divididos en torno a un asunto crucial para el futuro: los límites de la ampliación de la UE.
Criterios financieros y políticos
Dos son básicamente los bandos en pugna: el de aquellos que privilegian una integración cualitativa a una cuantitativa, en el que se cuentan países como Francia y Alemania, y el de aquellos que presionan por seguir ampliando con agilidad el club, encabezados por Gran Bretaña y Polonia. La declaración final de la cumbre de Bruselas, en realidad, parece apuntalar la posición de los primeros. "El ritmo de la ampliación debe tener en cuenta la capacidad de la Unión de incorporar a nuevos miembros", señala el texto.
Según la canciller alemana, que asumirá el 1° de enero la jefatura rotativa de la UE, de eso se derivan dos criterios para decidir los próximos pasos de ampliación: la posibilidad de financiarlos y la puesta en práctica de reformas institucionales como las previstas en la empantanada Constitución europea. Pero la idea de supeditar la incorporación de más países a la ratificación de la Carta Fundamental europea, propuesta por Bélgica, Holanda y Luxemburgo, no logró el apoyo necesario en la cumbre.
Encuentro en Madrid
El rescate de la Constitución será, de todos modos, una de las principales tareas de la presidencia alemana. Angela Merkel ha anunciado ya su propósito de presentar un cronograma para reflotar empantanado proyecto, dirigido entre otras cosas a permitir que una UE con más de 25 miembros pueda seguir operando y no sucumba a su propia hipertrofia. Tampoco ella tiene una varita mágica para derribar los obstáculos que permanecen en el camino, pero al menos se muestra confiada en recibir la ayuda de múltiples sectores.
España y Luxemburgo ya han lanzado una iniciativa de salvamento, invitando para el 26 de enero a Madrid a aquellos países que ya han ratificado la Carta Fundamental. En febrero habrían de reunirse aquellos que aún no lo han hecho. Pero la idea ha despertado molestia en Francia y Holanda, países donde se desató la crisis con el rechazo al proyecto en sendos plebiscitos, que quedarían relegados al segundo grupo por culpa de una decisión popular contraria a la voluntad de sus respectivos gobiernos. Angela Merkel reaccionó con cautela a la propuesta y, en general, sabe que tendrá que andar con pie de plomo si realmente aspira a lograr entendimientos viables.