Sembrando el futuro
25 de mayo de 2010Uno de los objetivos en la mira de la Unión Europea (UE) es que su economía sea cada vez más “verde”, de ahí que las discusiones en torno a la reforma de la Política Agrícola Común (PAC) tengan tanta importancia. España, país que preside actualmente a la UE, anunció que se tiene planeado enmendar la PAC, de 50.000 millones de euros al año, hacia 2013; pero no son pocos los países comunitarios que aspiran dejar intactos los niveles de gasto. Después de todo, los subsidios directos constituyen el 25 por ciento de los ingresos de los agricultores.
Otros miembros de la UE se oponen a las conservadoras aspiraciones de naciones como Francia y Polonia, argumentando que si se recorta el presupuesto agrícola se podrán financiar otras áreas que lo ameritan. En todo caso, mantener los subsidios dependerá de la armonización de la PAC con objetivos más amplios de la UE en materia económica, social y ambiental.
Prosperar sin subvenciones
En la noche del lunes (24.5.2010), la ministra española de Agricultura, Elena Espinosa, explicó que la meta era iniciar el debate en torno a la integración de esta política agroalimentaria en la estrategia europea 2020. Espinosa agregó que, en cuanto se llegue a un acuerdo unánime, se podrá discutir sobre cómo hacerlo o cuánto cuesta.
La funcionaria española se reunirá con sus homólogos europeos el 1º de junio, para hablar sobre la PAC y cómo ésta abordará el futuro del sector agroalimentario de Europa, que actualmente provee un 8,6 por ciento de los empleos de la UE y genera el 4 por ciento de su producto interno bruto. Una de las preguntas a responder en esa reunión, es si la agricultura podrá seguir siendo viable si no cuenta con el respaldo de las medidas proteccionistas de las que disfruta actualmente.
La importancia de los estándares altos
Otro tópico puesto en la mesa de discusiones por España es el de la modificación de la política de "tolerancia cero" de la UE para la importación de productos transgénicos con miras a no alterar los cargamentos de insumos de alimento animal. "A veces, el hecho de ser muy exigentes lleva a que los procesos sean exageradamente lentos y a que se produzcan disfunciones", comentó Espinosa, subrayando, sin embargo, que conservar estándares muy altos –“siempre objetivos, siempre sobre una base científica”– es la única manera de garantizar la seguridad de los consumidores europeos.
En 2009, varios embarques de harina de soya transgénica proveniente de Estados Unidos fueron rechazados en puertos europeos cuando se descubrió que contenían rastros casi imperceptibles de maíz transgénico que no había recibido el visto bueno de la UE.
Los transgénicos, un tema complejo
Algunos anticipan que la Comisión Europea propondrá un margen de tolerancia de entre el 0,1 y el 0,5 por ciento de los transgénicos no aprobados en las importaciones de alimento animal y quizás también de alimentos en general. En relación con los planes de la Comisión para consentir que los Estados miembro decidan por sí mismos si cultivan o no granos transgénicos en sus suelos, Espinosa señaló que España está a favor de que la UE conserve un enfoque uniforme sobre la materia.
"Ese es un tema complejo y nos parece normal que, para la autorización de un cultivo, sea Europa la que tome la decisión final", sostuvo. España es uno de los mayores productores de cultivos transgénicos en la UE; sus agricultores siembran unas 70.000 hectáreas de maíz transgénico cada año, un 20 por ciento de todo el maíz cultivado en el país.
Autor: Agencias / erc
Editor: José Ospina Valencia