La India que encanta, la India que espanta
5 de octubre de 2006
Palacios de fábula, majestuosos templos dedicados a cientos de dioses, suaves colinas del más bello verde que pueda reflejar la hoja de té y 1.095.351.995 habitantes anclados en sus tradiciones religiosas y humanistas. Estas son, por lo menos, algunas de las imágenes más recurrentes sobre India.
Pero India es un sub-continente que guarda probablemente los extremos más maravillosos y aterradores del mundo. Incontable riqueza, sabiduría y empuje económico se enfrentan a miseria absoluta, analfabetismo e inaudita indiferencia por los desvalidos condenados a morir donde caigan.
India, el mega-país con “sólo” el 59,5% de alfabetización, pero con 60 millones de usuarios de Internet, no sólo se perfila como la otra “nueva” potencia mundial, junto a China - o a pesar de ella -, sino también como nación de letras que siempre ha sido. Un país con 24 idiomas principales y, por ende, las más diversas expresiones.
Mega país de romances y tragedias
No en vano es India, por segunda vez, el país invitado a la Feria del Libro de Fráncfort, el evento editorial con las mayores oportunidades de negocio del mundo.
India misma se presenta por estos días en Alemania como una nación moderna. Su lema lo pone en claro: Today’s India. La intención es mostrar la India del siglo XXI y su cultura contemporánea. Libros, música, baile, teatro y cine – por lo demás una industria que con Bollywood supera 7 veces en tamaño a Hollywood.
Pero lo más importante de India en la edición 2006 de la Feria del Libro de Fráncfort son los más de 50 autores indios que presentan sus obras, entre ellos Amitav Ghosh, Mahasweta Devi, Vinod Kumar Shukla, Javed Akhtar, Paul Zacharia y Dilip Chitre, cuyas obras se catalogan como “decisivas” para la literatura moderna del país.
¿Qué leer para comprenderla?
Pero de toda la inmensidad y complejidad que comprende India ¿qué hay de palpable para europeos y/o habitantes del continente americano? – ¿Hay acaso una identidad para las múltiples caras del sub-continente índico?. Y, justamente con motivo de la Feria del Libro de Fránkfurt, la pregunta de cuál libro podría acercar mejor a los occidentales a la oriental India no podía ser más oportuna.
“País de las penumbras” e ”India, una cultura herida” de Vidiadhar S. Naipauls, es la pronta respuesta de los expertos Katharina y Sudhir Kakar, ella antropóloga alemana y él psicoanalista indio, en el semanario alemán Die Zeit. Pero la recomendación de “Hijos de la medianoche”, de Salman Rushdie, tampoco se hace esperar, no sin antes advertir que “El Hinduismo”, de Axel Michael permite una mirada más profunda a la religiosidad de los indios. Si se trata de adentrarse en la vida cotidiana india, Anita Desai lo permite en “Clear light of the day”, mientras en el fantasioso mundo mitológico Roberto Calao, hace lo propio en su obra “Ka”.
Dos mundos + dos perspectivas = un libro
Los mismos Katharina y Sudhir Kakar son autores de uno de los libros más actuales sobre la India de hoy – y la de siempre. En “El Indio - Amor de la India”, los Kakar le restregan en los ojos la imagen de la gigantesca y potente India a los temerosos occidentales que hoy se pelean sus inmensos mercados sin (¿querer?) conocerla realmente. Un libro fruto de las experiencias en dos mundos, el occidental y el oriental.
Dos perspectivas que surgen de la existencia mutua. Sudhir Kakar escribe como indio que ha vivido en Europa y Katherina como europea que ha vivido en India. La mujer, la religión, el orden social y sus tensiones, salud, familia, sexualidad y la gerencia empresarial son los temas clave de “El Indio - Amor de la India”.
Un libro en que se rebate la tesis del economista Amartya Sen cuando los Kakar hablan de que, a pesar de toda la diversidad del país y una población de más de mil millones de personas, en verdad indio no hay sino uno. Una única identidad, aunque obligada a la hora de establecer la pertenencia ante cualquier amenaza externa.
Un libro con temas dorsales como el hinduismo, el islamismo y el cristianismo con capítulos centrales como “El hombre jerárquico”, en donde el lector “experimenta” el sistema de castas o “la Mujer y la Psiquis indias”. Llama, sin embargo, la atención que en un libro que describe y analiza a todo un pueblo no se hable ni de dinero ni de militares. Al fin y al cabo, India es una potencia económica mundial y uno de los países poseedores de la bomba atómica.
Muy sencillo, según Katharina y Sudhir Kakar, “los militares no juegan ningún papel importante en la conciencia de los indios y el significado del dinero no es tan grande”. La literatura moderna en India es de corte europeo. Lo más distintivo, a su juicio, es la mitología que todo lo forma y todo lo domina, también en el siglo XXI.
Limpieza y espíritu versus cuerpo y dinero
El cuerpo sigue siendo para los indios, sean hindúes o no, “la base de la percepción y la idea del mundo”, una diferencia fundamental con Occidente. El concepto indio de limpieza parte de la pureza o la impureza del cuerpo, no la de los andenes.
Mientras en India existe una verdadera neurosis colectiva por “la limpieza interna” del cuerpo a punta de Yoga u otros ejercicios espirituales, en Occidente se tiende a ocultar el estado interior del “alma”. Por eso mientras un indio tenga limpio el espíritu, la basura de las calles carece de importancia. Un estado que no tiene parangón en Occidente.
Pero la limpieza es aún más, es el principio organizador del sistema de castas: entre más “limpia” sea la forma de vida, más alta la casta a la que se pertenece. Limpieza que va desde los lavados espirituales, pasa por la alimentación y va hasta lo que se toca. Por eso sólo los “sucios” son personas “intocables”. Una casta a la que pertenecen unos 150 millones de personas que tienen que conformarse con limpiar de mugre el mundo que los privilegiados no pueden tocar.
La mujer discriminada y discriminadora
Privilegios o total discriminación, polos en los que la mujer juega un papel protagónico, como maltratada y como maltratadora. Como discriminada y como privilegiada. La madre en India, como en muchas sociedades occidentales, es también la principal replicadora del amor excesivo por el hijo varón, una de las fuentes reconocidas del machismo y la consecuente discriminación femenina.
Aún así, el estado privilegiado de algunas mujeres mueve a Katharina y Sudhir Kakar a expresar su sorpresivo deseo de reencarnación: volver a nacer, pero como mujer de la clase alta en la India, así gozarán incluso de mayores privilegios que muchas de sus congéneres en Occidente, pues ser mujer en altas esferas indias obliga a adquirir la mejor educación superior, como quien en Occidente se luce de poder conducir un Jaguar. Así que en India es tan factible ser mujer piloto como aseadora, mucho depende de la casta, como en Occidente del dinero.
India: un país que se ama o se odia. O se ama y se odia, precisamente porque sus tan antagónicas facetas no se acomodan - ni tienen por qué ajustarse a todo el mundo. La cara que muestra India en Alemania, la de una nación con sonrisa a flor de labios, es, en todo caso, una de sus más simpáticas.