“La independencia de Kosovo será problemática para Europa”
20 de febrero de 2008Sabine Riedel trabaja para la berlinesa Fundación Ciencia y Política. Los nacionalismos son uno de sus campos de estudio y en 2006 sometió a las tendencias regionalistas europeas un riguroso análisis, preguntándose por las dificultades que éstas le podían ocasionar a ese conglomerado político llamado Unión Europea. DW-WORLD quiso conocer su opinión ante la reciente proclamación de independencia por parte de Kosovo, y el visto bueno desde Berlín.
Alemania ha reconocido la independencia de Kosovo. Francia y Gran Bretaña ya lo habían hecho. Los políticos dicen que es la única alternativa. ¿No queda más salida al conflicto serbo-kosovar?
Sabine Riedel: Inicialmente, el objetivo era que la Comunidad Internacional, y con ella los países miembros de la UE, ejerciera como mediadora entre los Estados para lograr una convivencia pacífica. En este objetivo, los interventores han fracasado. Y cabe preguntarse por qué. ¿No han aprendido nada de Bosnia? Bosnia demostró que la separación en diferentes grupos étnicos, en la práctica sólo cimienta las diferencias y no acerca a las gentes.
Mi experiencia me dice que un techo nacional, un solo Estado en el que participen todos los ciudadanos independientemente de su etnia, habría sido la solución. Ahora asistimos al nacimiento de un Estado nuevo, creado bajo principios nacionalistas. Definir una nación significa siempre delimitar que unos pertenecen a ella y otros no. Este Estado nacional y sus principios nacionalistas le van a traer a la UE muchos problemas en el futuro.
¿Por qué cree que algunos países han tenido tanta prisa por reconocer la independencia de Kosovo?
S. R.: No creo que tuvieran prisa, sino otras prioridades. Lo que yo veo es que Alemania, Gran Bretaña y Francia, pero también Italia, consideran más importantes las relaciones con Estados Unidos. Y un no reconocimiento de Kosovo habría provocado tensiones. Pero no se ha pensado en la UE.
¿Es Kosovo un nuevo ejemplo de la división europea en política internacional?
S. R.: Seguro. Pero también influyen cuestiones internas. Basta con observar lo que sucede en Gran Bretaña, que está a favor de esta política de reconocimientos pero a la vez tiene que mediar con el separatismo escocés. El mismo Gordon Brown es escocés, y si no hubiera reconocido la independencia de Kosovo podría haber impulsado el regionalismo en el país y dañado a su partido.
España, Grecia, Chipre, Rumania, Eslovaquia… ¿qué papel juegan los separatismos en aquellos países que no quieren reconocer la independencia de Kosovo?
S. R.: Los países que no quieren reconocer la independencia de Kosovo tienen ellos mismos problemas con minorías, políticas o étnicas, y temen que éstas puedan plantear aún más exigencias, pedir más hasta reclamar la independencia.
Lo que yo he podido comprobar en mis observaciones científicas es que son precisamente aquellos países que han concedido más derechos a sus minorías los que se encuentran de pronto ante demandas de independencia. El mismo Kosovo es un ejemplo de esto. La Serbia actual estaba dispuesta a otorgarle una generosa autonomía. Pero el problema es que esas minorías ya no quieren asumir el papel de minoría, sino de nación. Y en España sucede algo similar.
España y Kosovo, ¿situaciones comparables? ¡Siga leyendo!
¿Puede compararse el caso de Kosovo con el español?
S. R.: Por supuesto que hay diferencias pero, en lo que a la definición de minoría nacional se refiere, encontramos paralelismos. En España se ha discutido mucho sobre el Estatuto Catalán, porque los catalanes querían, igual que el País Vasco, que se les considerase una nación.
Tampoco los kosovo-albanos se dan por satisfechos con el papel de minoría. Quisieron ser una nación y luego un Estado. Kosovo puede convertirse en un ejemplo, y eso es lo que los políticos en España, Grecia o Eslovaquia temen. Es simplemente miedo.
El mismo gobierno vasco define el caso de Kosovo como una “lección sobre el modo de resolver los conflictos de identidad y pertenencia”. ¿Podría ser realmente peligroso para el Estado español reconocer a un Kosovo independiente?
S. R.: Sería problemático para el Estado español porque tendría que explicar por qué se reconoce la independencia de Kosovo y al tiempo que se rechaza la de vascos o catalanes.
Pero en general, más allá del caso español, se plantea la pregunta de lo que todo esto supone para Europa. La integración europea es primero la aceptación de las fronteras existentes, que son fronteras pacíficas, y después su eliminación paulatina. Si por otro lado construimos nuevas barreras, la cosa no tiene sentido. Integración y desintegración son dos desarrollos que se oponen.
Sin embargo, la idea de los regionalistas españoles es una Cataluña o un País Vasco independientes, pero integrados en la UE. ¿Podría la Unión aceptarlos como miembros?
S. R.: La UE tendría que plantearse esa pregunta, porque los casos no son aislados. Existen movimientos organizados, partidos en el parlamento europeo que proponen el reconocimiento como Estados de todas las regiones europeas, cosa que, como vemos en el caso de Kosovo, va unida a muchos problemas y acabaría por hacer imposible esa idea de la convivencia pacífica de los pueblos europeos. Llevaría a la desintegración de Europa.
¿No resulta contradictorio querer independizarse de un país pero aceptar el sometimiento a otra entidad superior como es la UE?
S. R.: La UE no es un Estado, sino una unidad de Estados, y la integración europea aún no ha llegado tan lejos. Esas fuerzas que se presentan como pro europeas abusan de la idea de Europa. La UE se ha vuelto poderosa y la consideran una vía para realizar sus intereses nacionalistas.
También Kosovo y Serbia aspiran a entrar en la UE. En la situación actual, con el enfado de Belgrado y países que no aceptan la independencia, ¿sería posible?
S. R.: Creo que los Estados no han tenido en sus políticas esta cuestión lo suficientemente en cuenta. El reconocimiento de la independencia de Kosovo no prevé un camino fácil hacia su integración en la UE. Las dificultades son muchas. Por ejemplo, un Estado miembro debe estar dispuesto a vivir en paz con sus vecinos y también con las minorías en su propio territorio. Y si la situación actual se complica aún más, las posibilidades de entrar en la UE no se presentan bien ni para Kosovo ni para Serbia.