La historia de la arquitectura Guggenheim
19 de julio de 2006Hilla Rebay buscaba "un luchador, un amante del espacio, un hombre agitador, experimentador y sabio". Y encontró a Frank Lloyd Wright. Rebay era la asesora artística del coleccionista Solomon R. Guggenheim, que quería construir un nuevo museo para su colección. Frank Lloyd Wrights entregó un boceto que colmaba las expectativas de un concepto radicalmente nuevo. No sólo que la espiral que se estrechaba hacia abajo se veía como un caracol, al revés. Nuevo era también que el visitante no tenía que ir de sala en sala, sino de arriba abajo, atravesando un único pasillo espiral.
Sin embargo, desde el comienzo, sobre todo los artistas temieron que lo monumental de la arquitectura le hiciera sombra al arte mismo. "Al contrario", respondió Wright a sus críticos, "edificios y pinturas conforman una sinfonía hermosa y sin rupturas como no ha existido aún en el mundo arquitectónico". No pudo verlo con sus propios ojos. Para 1959, cuando al fin se terminó el edificio, tras mucho vaivén, tanto él como Guggenheim habían muerto. Tiempo después se constató que audaz no era sólo la forma sino la estática del museo. Poco después de acabado se encontraron las primeras resquebrajaduras. Desde el 2005, el edificio se encuentra en restauración.
El efecto Bilbao
La filial del Guggenheim en Bilbao no le va a la zaga en cuanto a temeridad al museo de Lloyd Wright. La conjunción de formas geométricas de titanio y vidrio a orillas del Nervión se ha convertido en un símbolo de la ciudad. Durante su primer año, más de un millón de turistas acudieron a ver la construcción Frank O. Gehry, brillante arquitecto norteamericano. Supuestamente, más de mil millones de euros adicionales han aportado los visitantes a las arcas de la antigua ciudad industrial desde que se inaugurara el museo en 1997. Y así empezó a hablarse del "efecto Bilbao": con una construcción cultural monumental, una ciudad emerge por sí misma de la depresión post industrial.
Tan bonito efecto espera presenciar, también, la ciudad taiwanesa de Taichung. Tres grandiosas construcciones ha encomendado la tercera ciudad más grande de Taiwán a célebres arquitectos: un ayuntamiento a Frank O. Gehry, una sala de conciertos a Jean Nouvel y una filial del Guggeheim la arquitecta londinense Zaha Hadid.
El ala oeste del museo taiwanés deberá ser movible y colocable en diversas posiciones a través de colchonetas de aire o rieles. Al interior del edificio, una plataforma se desplazaría entre el primero y el segundo piso. No está claro, sin embargo, si llegue a construirse alguna vez. Por temor a una explosión de los costos, la ciudad Taichung duda liberar fondos con ese fin.
Parecida suerte han corrido un diseño de Frank O. Gehry para un nuevo edificio en Nueva York y los planes de Jean Nouvel para un Guggenheim Río. Los 950 millones de euros para un jardín cultural en el East-River neoyorquino fueron demasiado para la Fundación Guggenheim. Y en Brasil se levantaron protestas en contra del proyecto "extranjero".
Costos y riesgos correrían demasiado unilateralmente por cuenta de la ciudad, se quejaban los críticos. En 23.000 metros cuadrados, Nouvel pretendía plantar un jardín museo con bosques tropicales, una cascada y salas de exhibición en diversas formas geométricas. Poco antes de comenzar las obras, un juez ordenó parar el proyecto debido a "irregularidades" en el contrato entre la ciudad y la Fundación Guggenheim.
Planos y maquetas cuentan la interesante historia de la arquitectura Guggenheim y sus conceptos en una exposición que presenta la Kunst und Austellungshalle de Bonn, del 25 de agosto al 12 de noviembre de 2006.