“La hija de Frankenstein”
22 de abril de 2008
Antes la cifra de cirugías estéticas no pasaba de cien mil. Ahora ésta rebasa el millón. Para frenar la ambición de alcanzar la belleza bajo diseño, cada vez más frecuente en los adolescentes y niños, el gobierno de la cancillera Angela Merkel estudia una ley para acabar con las intervenciones que tienen objetivos puramente estéticos.
El proyecto de ley prohibiría las cirugías plásticas en menores de edad exceptuando aquellas intervenciones que sean imprescindibles desde el punto de vista médico. Expertos de la Unión Demócrata Cristiana (CDU) de Merkel y del Partido Socialdemócrata alemán (SPD), integrantes de la “gran coalición”, se reunirán el miércoles en la cámara baja del Parlamento para deliberar sobre los fundamentos de la ley.
Las irregularidades son hermosas
Una reciente encuesta reveló que uno de cada cinco niños entre 9 y 14 años de edad le gustaría operarse de algo y según la Asociación de Cirujanos Plásticos alemanes, el diez por ciento de las operaciones estéticas que se practican en Alemania son a personas menores de 20 años. Expertos advierten que el ser humano se comunica a muchos niveles y el aspecto externo es tan sólo una parte de ellos. Cuenta también el timbre de voz, la elección de palabras al hablar, los gestos, las preferencias, los intereses y hasta los pequeños defectos e irregularidades hacen a una persona un ser singular.
La cirugía estética en cambio produce un cuerpo de catálogo, un ser uniformado sin originalidad. Sin embargo se trata de una rama de la medicina que tiene una invaluable función, que es ayudar a víctimas de accidentes o a pacientes que sufren una severa deformación. En esos casos la intervención ofrece la posibilidad de volver a una cierta normalidad.
Mercado y factor de poder
Pero como la mercadotecnia lo sabe, la belleza se ha convertido en un mercado y un factor de poder en la sociedad actual. A los jóvenes ya no les basta con colgar carteles de sus ídolos en las paredes de su cuarto, ahora ya quieren copiarlos, ser como ellos. Para tener esa mirada se operan de los párpados, de los labios para tenerlos llenos, y por supuesto un pecho generoso. Según los cálculos del gobierno alemán, la cifra de este tipo de intervenciones quirúrgicas crece como la espuma y en tan sólo dos años pasó de 400.000 a más de un millón. “Muchas veces se achaca la culpa de no tener amigos o pareja a defectos corporales como una nariz grande o un pecho muy pequeño, pero después de la operación los pacientes se dan cuenta de que su problema real no se ha resuelto con la operación”, afirma la psicóloga alemana, Gerhild von Müller.
En todo caso no se entiende a un padre que lleva a su hija de 12 años a que le hagan un implante en el pecho. “Es como crear a la hija de Frankenstein”, afirma la presentadora Gundula Gause, al presentar un caso real.