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La CIA en Europa

7 de diciembre de 2005

Washington no confirma si mantiene cárceles o si realizó vuelos secretos en fronteras europeas. En Alemania estas preguntas y la detención errónea por EE.UU. de un conciudadano provocan tensiones para Angela Merkel.

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Condoleezza Rice no tranquilizó los ánimos.Imagen: AP

En un principio, las autoridades en Berlín intentaron restarle importancia a la sospecha de vuelos secretos de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), que implican a Alemania, así como al caso del ciudadano alemán supuestamente detenido por error y torturado por EE.UU.. Habría que resignarse a "esperar pacientemente" una respuesta desde Washington, había declarado el portavoz del gobierno Thomas Steg.

Condoleezza calla

Pero luego de la visita a Berlín, este martes, de la secretaria de Estado estadounidense, crecen las dudas y las expectativas de la opinión pública alemana para esclarecer lo sucedido. Condoleezza Rice evitó pronunciarse sobre la supuesta detención errónea del ciudadano alemán, contradiciendo a la propia canciller Angela Merkel, quien informó que Rice lo habría confirmado y lamentado en privado.

Las autoridades estadounidenses defienden el uso de transferencias secretas, conocidas como rendiciones, como un arma en su "guerra contra el terrorismo" y niegan rotundamente el uso de la tortura. La organización de defensa de los derechos humanos Human Rights Watch sostiene que EE.UU. mantiene al menos 26 "detenidos fantasmas" en lugares secretos en todo el mundo, una condición ilegal que facilitaría el abuso.

Detenido por error

El detenido alemán es Jaled Al Masri, de 42 años y de origen libanés. Al Masri interpuso este martes una demanda en Washington contra la CIA, a la que responsabiliza de su secuestro y posterior encarcelamiento en una prisión de Afganistán.

El demandante afirma que fue detenido el 31 de diciembre de 2003 en un hotel de Macedonia, donde pasaba unas vacaciones, y tras veinte días de interrogatorios y torturas fue transportado en un avión de la CIA a Kabul, hasta que fue liberado a final de mayo de 2004.

Aparentemente se trató de un error, puesto que fue confundido con un integrante de Al Qaeda con el mismo nombre buscado por Washington. Tras regresar a Alemania, Al Masri interpuso demanda ante la fiscalía de Múnich.

¿Qué se sabía?

En la mira está quien fuera la máxima autoridad política alemana en seguridad nacional. El ex-ministro del Interior, Otto Schily, ha negado haberse inhibido en el caso de Jaled Al Masri, y afirmó que en su momento apremió a los EE.UU. a informar convenientemente del asunto a la fiscalía ante la que el afectado presentó denuncia.

Según el periódico "Washington Post" el ex ministro se enteró de la detención en mayo de 2004, poco antes de la liberación de Al Masri, por el propio embajador de EE.UU. en Berlín, Daniel Coats.

Schily afirma que nunca tuvo conocimiento desde su cargo de los supuestos vuelos de la CIA para transportar prisioneros y de la existencia de cárceles secretas. "Nunca obtuve información alguna que me hubiera colocado en la situación de actuar para evitar daños a un ciudadano alemán", sostiene el ex-ministro.

Reacciones desde Berlín

Este caso ha salpicado al actual ministro de Exteriores, Frank Walter Steinmeier, quien rompió su mutismo y admitió este martes que supo del asunto poco después de la liberación de Al Masri, a través de los abogados de éste, y haber "apoyado" las investigaciones de la fiscalía muniquesa.

La canciller Angela Merkel, anunció que Steinmeier dará cuenta ante el Parlamento sobre el caso de Al Masri. Por lo visto Merkel quiere minimizar el posible daño político y subrayó que Steinmeier informará al Parlamento por el cargo que detentó en el anterior Ejecutivo de Gerhard Schröder, como jefe de Cancillería, y no como actual titular de Exteriores.

Para muchos observadores alemanes está en juego la credibilidad de la llamada lucha contra el terrorismo. En caso de que existan sospechas fundadas, debe aplicarse la ley y no los mismos métodos ilegales que se quieren combatir. Es decir, pasar de la imputación por un juez a un juicio y de allí a una posible condena, pero ciertamente no el rapto, la detención en cárceles secretas y la aplicación de tortura, atentando contra la legalidad internacional.