José Saramago: 85 años de lucidez
16 de noviembre de 2007Festejos y parabienes no le han faltado a José Saramago al cumplir 85 años de edad. Con el Premio Nobel a cuestas, el escritor portugués es ya uno de los clásicos de la literatura universal, que sigue sin embargo inquietando y provocando con sus obras y sus declaraciones, con la misma soltura de antaño. Si no, que lo digan los portugueses, acostumbrados a ocurrencias del autor como aquella de proponer, en una entrevista, que Portugal se adhiriera a España, como una región autonómica más.
Universos estremecedores
Lógicamente ideas de ese calibre causan escozor. Pero eso poco parece importarle a Saramago, un comunista y escéptico declarado, que siempre ha hecho gala de una envidiable libertad para ver las cosas desde otra perspectiva en sus novelas. Su fuerza no radica en florituras idiomáticas ni en un lenguaje grandilocuente. Por el contrario, sus palabras son austeras, desprovistas de maquillajes e ínfulas. Tanto más poderoso surge de ellas ese universo tremendo que nos confronta con los abismos del ser humano en el Ensayo sobre la Ceguera. O que nos vuelve a recordar su precariedad en el Ensayo sobre la Lucidez.
En Alemania, este cumpleaños tampoco ha pasado inadvertido. La prensa lo recuerda hablando de otra inquietante novela de Saramago, “Las intermitencias de la muerte”, que acaba de ser publicada en alemán. Y destaca que una vez más el Premio Nobel portugués recurre a experiencias extremas para presentar una alegoría. En este caso, la pregunta es: ¿qué ocurriría si la muerte dejara de existir? Un escenario de horror es el que dibuja el autor como respuesta.
Fuera de molde
Son los mismos fantasmas los que siguen asediando al escritor desde obras anteriores. Y son también los aguijones literarios que dan en la médula del lector, en cualquier lugar del mundo. En el ámbito de lenga alemana, la literatura portuguesa no tiene una gran raigambre. Hasta fines de los 90 era poco lo que se conocía de los escritores lusitanos en el país de Goethe. Pero eso cambió en cierta medida tras la Feria del Libro de Fráncfort de 1997-en que Portugal fue el invitado de honor-. Un año más tarde, la concesión del Premio Nobel a José Saramago contribuyó aún más a abrirle las puertas alemanas a la literatura portuguesa.
Pero Saramago es Saramago: una figura única, que no se deja encasillar. La ironía es lo suyo, y la utiliza para rebatir a quienes lo tildan de “pesimista”, asegurando que es sólo “un optimista bien informado”. A sus 85 años, el más destacado representante de las letras portuguesas sigue dando que hablar y hablando, a veces con irreverencia, a veces incluso con sarcasmo, pero siempre con lucidez.