Italia: Renzi quiere poner orden
26 de febrero de 2014“Una revolución económica”, anunciaba Matteo Renzi a su pueblo. Medio año antes de que Italia tome las riendas de la presidencia del Consejo Europeo, la tercera economía de la Eurozona ha dejado de ser el niño bueno de Europa. El rendimiento económico está estancado, la tasa de paro alcanza su cota máxima desde los años 70 con el 13 % y las deudas del estado superan los dos billones de euros, alcanzando el 130% del Producto Interior Bruto. “Italia está mal posicionada”, explica Jörg Krämer, director economista del Commerzbank a DW: “La élite política trata de evitar las reformas a la vez que presionan la situación económica”, continúa.
Renzi el reformador
Con el nuevo Gobierno, esa fase de ignorar las reformas parece haber llegado a su fin. Matteo Renzi, el presidente más joven de la historia italiana, señaló a sus camaradas de partido y a su predecesor Enrico Letta por la falta de voluntad de emprenderlas, a la vez que marcaba una línea propia más dinámica: “En este Gobierno no valen las coartadas”, declaraba ante el Senado italiano.
Como primera reforma, Renzi está dispuesto a reestructurar el derecho laboral que actualmente contempla 40 tipos diferentes de contratos. Asimismo, espera implantar un despido más flexible ligado a los años trabajados, a la vez que ampliar beneficios fiscales para las empresas que contraten jóvenes.
De cara a las empresas, Renzi plantea una reducción de costes laborales y energéticos, acciones que apoyaría con una reducción del gasto público evitando así tener que aumentar la presión fiscal. Pero sobre todo, en lo alto de la agenda está la reforma de la administración. Para Jürgen Michels, director economista del Landesbank de Baviera, unas reformas difíciles de aplicar en la situación actual: “Mario Monti planteó también una agenda ambiciosa pero al final fracasó”, explica Michels. Y con la reforma laboral, Renzi ya tropezó con su primera gran piedra en el camino.
Reformas de antaño
Durante el mandato de 2012, Monti trató de implantar reformas similares que fracasaron debido a la estructura burocrática y la poca transparencia política. Monti intentó simplificar tipos de contrato y conflictos laborales. Pero los grandes sindicatos, el encarecimiento de las tarifas salariales y la deficiente cooperación entre trabajadores y empleados frenaban el aumento de la productividad. Además, el aumento de costes salariales en plena recesión hizo quebrar a muchas empresas.
Pero “Monti era un tecnócrata y Matteo Renzi tiene mucha mejor imagen como político para imponer sus planes”, aclara Michels. Aunque antes de emprender cambios económicos, tendrá que terminar la anunciada reforma de la constitución.
Europa no es el enemigo
Renzi muestra su faceta pro-europea descartando la idea de que Europa sea el problema de Italia. Acusar a la Unión Económica de la crisis significaría negar la historia de Italia, aclaraba el ex alcalde de Florencia ante el Senado. Pero al mismo tiempo, la unión monetaria también supone un gran reto, cree Krämer: “Italia no puede devaluar su moneda para solucionar sus problemas”, situación que también pone bajo presión al Banco Central Europeo (BCE). Una recesión en Italia sería muy arriesgada para a Unión y “el BCE está ahora mismo atrapado por la política italiana”. Por su parte, Michels cuenta con protestas por parte de Bruselas a medio plazo: El fracaso de las reformas terminaría provocando turbulencias en toda la Zona Euro.
Aun así, el nuevo Gobierno espera ser aceptado Estrasburgo y Bruselas con esperanza. El comisario europeo de Asuntos Económicos y Monetarios, Olli Rehn, confirmó su deseo de que el nuevo Gobierno cumpla con sus obligacionesante agencias alemanas. También ante el diario italiano “La Stampa” subrayó su confianza en Pier Carlo Padoan, nuevo ministro de Economía: “Padoan sabe lo que tiene que hacer”. Krämer, director del Commerzbank, lo ve de otra forma: “la economía italiana está atrapada en una administración estatal absolutamente ineficiente”. Es decir, habrá que esperar para ver si el nuevo Gobierno es capaz de solucionarlo.