Intrincada búsqueda de culpables
5 de abril de 2004La montaña pujó y parió un ratoncillo. Con esta frase se puede describir la legendaria presentación de aquel 5 de febrero de 2003 de presuntas "pruebas" de que Irak era una amenaza química, biológica y nuclear para "el mundo libre" por parte del Secretario de Exteriores estadounidense, Colin Powell, ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y los incrédulos ojos de la mayor parte de la televidencia mundial.
Las informaciones referentes a los transportes de material bélico, afirmó Powell en aquella ocasión, provenían de "fuente sólida". Hoy se sabe que la fuente fue un ingeniero químico iraquí apodado "Curveball" y perteneciente al grupillo opositor que buscaba "a como diera lugar" deshacerse de Sadam Hussein. El mismo que el exjefe de la comisión de búsqueda de armas en Irak, David Kay, ha catalogado de "reconocido mentiroso".
Negocios turbios
Ahora y ante las sucesivas revelaciones - y autoconfirmaciones - de que las razones expuestas para la invasión a Irak no fueron las verdaderas, los responsables buscan, al estilo de Curveball, culpables a como dé lugar. Blair dice que quiso ayudar a Bush, Bush dice que fueron los de la CIA y la CIA y Powell dicen ahora que no, que fueron los alemanes.
Es frecuente, que quienes comercian con información no pocas veces se la vendan a un sólo cliente, sobre todo si se trata de información poco seria ofrecida por personas aún menos serias. Todo parece indicar que la Agencia federal de Inteligencia alemana, BND, también había recibido datos de Curveball, dice Jochem Bittner en el diario alemán Die Zeit. Tras el comentario más o menos informal de Powell en un reciente vuelo Berlín - Washington, el antiguo subdirector de la CIA, Richard Kerr, culpa en Los Angeles Times, al BND de no haber querido interrogar a Curveball cuando los estadounidenses se lo habían pedido a tiempo. Una inculpación que, según Bittner, carece de todo fundamento, pues la CIA no podía saber en aquel momento de dónde provenían las informaciones, ya que una regla de oro de las agencias de espías "amigas" es la de intercambiar datos pero nunca fuentes.
"La CIA ya lo sabía"
Agentes de seguridad alemanes han confirmado además que incluso antes del 5 de febrero de 2003, el día de la famosa comparición de Powel ante el Consejo de Seguridad, "el BND ya había puesto en conocimiento de la CIA que los datos suministrados por Curveball carecían de credibilidad, puesto que dicho químico había huido de Irak hacia Alemania ya en 1998". La CIA, afirman los alemanes, sabía perfectamente, que Curveball era un impostor, pues "ninguno de sus reportes pudieron ser confirmados ni siquiera por las comisiones dirigidas por el experto Hans Blix en 2002 y 2003".
"Bumerán estadounidense"
Los alemanes no salen aún del desconcierto provocado por las acusaciones de los estadounidenses, porque, al fin y al cabo, como lo dice Bittner, fueron ellos los primeros en identificar a Curveball como "una fuente falta de seriedad". La misma de la que parece carecerse ahora en la búsqueda de los verdaderos culpables y causas de la exacerbación del terrorismo.