Granja escuela para redescubrir la naturaleza
14 de septiembre de 2013La localidad de Licherode está ubicada en un rincón apartado y montañoso del Estado federado de Hesse, rodeada de bosques y granjas, y relativamente aislada de las redes de telefonía móvil. De hecho, en la granja escuela de ese pueblo están muy contentos de que los teléfonos celulares no tengan cobertura en sus instalaciones. Eso facilita enormemente la labor que allí se realiza. “Aquí, los niños no preguntan por sus dispositivos electrónicos porque están muy ocupados con otras cosas”, explica Sabrina Schreiner.
Ella está a cargo de un grupo de estudiantes de Bochum, que visitó la escuela granja de Licherode durante la preparación de este reportaje. El objetivo de esta institución es expandir el horizonte de los niños de las grandes ciudades, muchos de los cuales nunca han tenido contacto directo con la naturaleza. En el tiempo que pasan en este centro educativo, los niños descubren el verdadero silencio de la noche, pasean por el bosque de día, arman juguetes a partir de materiales orgánicos y conocen el origen de los alimentos que consumen.
Algunos aprenden a cocinar los ingredientes traídos del bosque, pero la meta principal es que todos adquieran cierto grado de consciencia sobre lo que significa “ecología”. El centro de enseñanza ecológica de Licherode y su escuela granja –los primeros de su tipo en Alemania– fueron fundados en 1995 y reconocidos en varias ocasiones por la Unesco como proyectos ejemplares en el marco del programa "Educación para el Desarrollo Sustentable", impulsado por la ONU. Cada semana, la granja escuela es visitada por dos grupos escolares.
Divertido… sin ser un parque de diversiones
En el plan está contemplado la inspección de una hacienda y su establo para conocer las distintas especies animales involucradas en la agricultura, y la participación en proyectos didácticos que transmitan efectivamente conocimientos relacionados con temas medioambientales. La idea es que los niños aprendan cosas elementales a partir de su contacto con la naturaleza. “Cada vez nos visitan más niños que nunca antes habían estado en un bosque”, asegura Ahmed Al Samarraie, director ejecutivo de la escuela granja.
Pero la escuela granja no es un parque de diversiones temático: las actividades diarias están claramente estructuradas para propiciar un aprendizaje sistemático. A estas alturas, el proyecto es conocido más allá de las fronteras de Hesse. Su participación en la exposición mundial de Hanover en 2000 atrajo la atención de muchos extranjeros. En Corea del Sur hay instituciones interesadas en saber cómo funciona una institución como esta. “La vida en Corea del Sur es muy agitada y es importante que sus niños conozcan aspectos de la naturaleza más sencillos y menos apresurados que los procesos que ellos experimentan en las grandes urbes”, dice Al Samarraie.
Autora: Gaby Reucher (ERC)
Editora: M. Santacecilia