Generación 2010: los jóvenes alemanes del Este aún piensan en emigrar
25 de septiembre de 2010Fráncfort del Oder: más al Este es casi imposible, cuando menos geográficamente. La ciudad se encuentra ubicada justo en la frontera con Polonia, lo que para algunos alemanes occidentales no significa más que elevadas tasas de desempleo y altos índices de decadencia. Prejuicios que enervan a los alumnos de el colegio de educación secundaria Karl Liebknecht. "Cuando salimos en los medios de comunicación, o bien es para hablar de desempleados o bien para informar sobre gente de extrema derecha", se queja a sus 17 años Florian Hundertmarkt. De esta manera se alimentan los prejuicios: "así es imposible que un wessi (alemán del Oeste) tenga un buen concepto de Fráncfort".
También Käthe, de 18 años, y Jörn, de 16, viven como Florian junto al río Oder. Los adolescentes cursan el último año escolar. Al otro lado del puente queda la pequeña ciudad polaca de Slubice y, no muy lejos, suenan las campanas de la vieja Marienkirche (Iglesia de Santa María). "Aquí se podría vivir muy bien. La ciudad es genial", dice Jörn, "pero la gente se marcha".
Casi 30.000 personas han abandonado Fráncfort
Cuando los jóvenes de Fráncfort del Oder piensan en la reunificación del país, en la Alemania occidental, lo primero que les viene a la cabeza no es ni la política ni la historia. Sino su futuro en el mercado laboral. La tasa de desempleo en las regiones de la antigua República Demócratica Alemana (RDA), del 11,5%, casi dobla a la que se registra en los Estados federados occidentales. En 1990, Fráncfort contaba con 88.000 habitantes. Veinte años después de la caída del Muro de Berlín, casi 30.000 personas han abandonado la ciudad. También Käthe, Jörn y Florian acabarán probablemente emigrando. Florian quiere estudiar ingeniería automotriz, algo que, según él, sólo se imparte en el Oeste: "en realidad, lo que me gustaría es poder quedarme cerca de aquí".
Dos décadas después del desmoronamiento del Muro de Berlín es, sobre todo, la dimensión económica la que sigue separando a los jóvenes de las dos partes. Por lo demás, coinciden: "Alemania no está dividida", opina Jörn, "aunque todavía hoy hay quien habla de la existencia de un 'muro' en la cabeza de la gente, creo que es algo que cada vez va a menos". Los tres chicos sólo han conocido a Alemania como país unido. Todos ellos nacieron entre 1992 y 1994.
Este-Oeste, juventud parecida
Grupo de música favorito, club de fútbol predilecto, vacaciones en Mallorca: la "cultura juvenil" de los adolescentes alemanes es muy similar, asegura Thomas Gensicke, del Instituto TNS de investigación sociológica de Múnich. Si comparamos a las diferentes generaciones de habitantes del Este y del Oeste del país, "el grupo de los jóvenes es, con seguridad, el que más similitudes presenta", indica Gensicke. Este sociólogo nació en la ciudad de Magdeburgo, en la antigua RDA, y emigró al Oeste de Alemania tras la reunificación. Gensicke convirtió su propia historia personal en el punto central de sus investigaciones científicas.
Pese a las similitudes, sin embargo, aún persisten determinadas diferencias, advierte Gensicke. Así, los jóvenes del Este contemplan el sistema político de una forma más escéptica: "cuando les preguntamos qué opinan del funcionamiento democrático, en el Este son más los que creen que se necesitan cambios". Al hablar de "sistema", los chicos se refieren a la República Federal de Alemania, una forma de organización estatal que a la región oriental del país llegó hace tan sólo 20 años.
Contentos de ser un único país
¿Significa ese posicionamiento crítico un rechazo de los jóvenes al conjunto del país? En absoluto, contestan los alumnos del Karl Liebknecht. "Estamos contentos de ser un único país", afirma Inka Sörries, "en el Este, las libertades estaban restringidas. Por ejemplo, no se podía viajar al exterior".
"Este", "Oeste", "ossis" (alemanes del Este), "wessis": todas ellas, palabras que aún emergen con frecuencia, aunque sólo se trate de un par de frases hechas sobre algún compañero de clase que emigró con sus padres desde la Alemania occidental a Fráncfort del Oder tras la caída del Muro de Berlín. Hace dos años, Käthe conoció a un par de jóvenes de Baviera y Hessen, Estados federados de los "antiguos", como se les llama hoy, durante un intercambio escolar en Francia. "¡Sabían donde estaba Fráncfort del Oder! Me sorprendió mucho", cuenta la chica.
Autor: Benjamin Hammer / Emili Vinagre
Editor: Luna Bolívar Manaut