Galileo, el GPS europeo, en crisis
8 de mayo de 2007Primero fue 2008, luego 2010, después se dijo que 2011 y hoy quien apuesta por lo casi seguro prefiere no comprometerse antes del 2012. La entrada en funcionamiento de Galileo se retrasa, una vez más. Cada postergación encarece el proyecto: de los 2.200 a 2.900 millones de euros con los que se contó inicialmente, este sistema de 30 satélites "made in Europe" cuesta ya 3.400 millones de euros y ese no será el precio final.
Mientras que el intento de involucrar a la industria privada camina hacia el fracaso, se calcula que para rescatar a Galileo la Unión Europea tendrá que invertir otros 2.000 millones de euros, aunque la cifra no ha sido confirmada y en la cúpula ministerial de la UE todos se cuidan de mentar números.
Y cada postergación concede terreno a la competencia: rusos y chinos están trabajando ya en sus propios sistemas de navegación y Estados Unidos ha anunciado que para 2015 tendrá lista la versión mejorada su Global Positioning System, GPS, a quien Galileo pretendía condenar a la sombra de lo obsoleto.
Una crisis con raíces europeas
"Galileo se encuentra sumido en una profunda y seria crisis", constató Wolfgang Tiefensee, ministro de Transportes alemán y representante europeo en este campo mientras Alemania ostente la presidencia de la UE. Y de esa crisis quiere Europa liberar como sea a su objeto de prestigio, a su principal proyecto de alta tecnología, a su vara para medirse científicamente con Estados Unidos. "Galileo es imprescindible para Europa", dijo Tiefensee.
En Bruselas, los ministros y los comisarios europeos se sienten traicionados por la industria privada. Hasta ahora, la UE y la Agencia Espacial Europea (ESA) han gastado en el sistema de navegación europeo 1.100 millones de euros y esperaban poder dejar las fases subsiguientes de Galileo en manos, y bajo financiación, de los grandes consorcios europeos. Pero como otras tantas veces en el Viejo Continente, la política del satisfacer a todos sin arriesgar a nadie acabó en el bloqueo mutuo.
Ocho empresas, cinco países
A la hora de adjudicar el proyecto Galileo, la Comisión Europea decidió en su infinita benevolencia gratificar a los dos consorcios líderes en la aeronáutica europea: el franco-italiano Everly e iNavSat, en el que participa capital francés, británico, español y alemán.
Normalmente feroces competidores en el mercado, los celos entre ambos conglomerados en los que se mezclan un total de ocho empresas y los intereses de cinco países de la UE, no desaparecieron al mero calor del buen negocio. En un constante tira y afloja por posiciones de poder y dinero, la firma de un acuerdo para gestionar Galileo conjuntamente se alargó ocho años y se llevó al papel hace poco más de tres semanas, lo que no significa que se haya pactado la paz.
¿Dónde debe situarse la sede de la nueva empresa multinacional? ¿Quién será su presidente? ¿Bajo qué estructuras se quiere trabajar? Para resolver estas preguntas, la Comisión Europea concedió a los responsables de Galileo tiempo hasta el 10 de mayo de 2007. Si para entonces, el próximo jueves, como todo hace sospechar la unanimidad no existe, Europa se reserva el derecho a replantearse su concesión y entregar Galileo, quizás, a otra compañía.
Salvar a Galileo
"Nos encontramos a poco tiempo de que acabe el plazo y tengo pocas esperanzas de que lleguemos a un acuerdo", confesó Tiefensee. ¿Replantearse su concesión y entregar Galileo a otra compañía? Buena idea, visto lo visto. El problema es: ¿a quién? Los dos grandes consocios europeos capaces de asumir un proyecto tal son los causantes de la decepción. Y no hay nadie más.
Por lo tanto, "propondremos que la mano pública intervenga con más fuerza en la fase de construcción", dijo Tiefensee, y una vez estén los satélites en el espacio la industria privada será invitada a participar, y a pagar. Esto le costará a las arcas europeas, y al contribuyente, unos millones de euros que no estaban previstos. Pero la empresa merece la pena, opinan en Bruselas, y en el encuentro de ministros de Transportes europeos del próximo junio se quiere aprobar un "plan de salvamento" para Galileo.
Aunque a consecuencia de los continuos aplazamientos, del coste, de la competencia extranjera, hay quien ya empieza a dudar sobre la rentabilidad de Galileo, Europa calcula que el sistema podría reportar unos beneficios de entre 300.000 y 400.000 millones de euros al año. Sin mencionar los 150.000 puestos de trabajo ligados a él. A nada de esto se quiere renunciar. Tampoco a librarse de la dependencia de Estados Unidos para dejarse guiar por el espacio.