Europa, con nueva etiqueta orgánica
12 de junio de 2007Arduas, como de costumbre, fueron las negociaciones para reformar el mercado de las frutas y verduras de la Unión Europea. Al igual que en otros sectores de la agricultura comunitaria, hubo que vencer resistencias de aquellos que intentan mantener sus privilegios y subvenciones. Pero, finalmente, los ministros de Agricultura llegaron a un acuerdo, dirigido a fomentar la competitividad y a recortar los subsidios que originan en algunos casos sobreproducción.
Claro está que la UE no sería lo que es si no hubiera excepciones a la regla. Así, Polonia consiguió condiciones especiales para sus productores de fresas y frambuesas, mientras Francia y España lograron que la reforma se aplique de modo escalonado en el área de los cítricos, a lo largo cinco años.
"Salto cualitativo ecológico"
Menos polémica resultó en cambio la decisión de rotular con un sello unitario los productos orgánicos, a partir de 2009, para que nadie se confunda en esta Europa sin fronteras a la hora de comprar sus alimentos. El ministro alemán de Agricultura, Horst Seehofer, catalogó la determinación tomada en Luxemburgo como "un salto cualitativo para la los cultivos ecológico en Europa". Sin embargo no todos compartieron su entusiasmo y también hubo reparos de parte de productores y del sector ecologista.
Las críticas apuntan a que la nueva etiqueta sólo garantizará que el alimento en cuestión contiene por lo menos un 95% de insumos de producción ecológica, lo cual para algunos resulta demasiado poco. También se ha reprochado que la normativa europea admita la presencia de enzimas o vitaminas sintéticas en los productos orgánicos.
Límite a la manipulación genética
De acuerdo con las nuevas disposiciones, no podrá haber elementos genéticamente manipulados en los productos que lleven la etiqueta orgánica, con una excepción: la normativa admite "impurezas" de hasta un 0,9%, que podrían producirse, por ejemplo, si llegan hasta los cultivos partículas de polen de un sembradío vecino con frutos de la ingeniería genética.
El Parlamento Europeo había demandado un límite más riguroso, del 0,1%. Sin embargo, los ministros argumentaron que esto perjudicaría a los agricultores orgánicos, ya que se verían forzados a efectuar exámenes más complejos y costosos que el resto de los productores, para los que rigen los mismos topes. La diferencia radica en que, si en un alimento común y corriente se traspasa el límite del 0,9%, debe advertirse en su etiqueta que se trata de un producto genéticamente manipulado. En el caso de los alimentos orgánicos, ese tope lisa y llanamente no se puede sobrepasar
¿Claridad o confusión?
La ventaja de esta nueva etiqueta europea es que uniformará el mercado de productos orgánicos. La desventaja radica, en cambio, en que podría sembrar confusión, ya que distintas organizaciones de productores que trabajan con métodos e insumos ecológicos podrán mantener sus propios sellos y se disponen a hacerlo, para garantizar estándares superiores.
En Alemania se utiliza actualmente un sello estatal que garantiza el carácter orgánico de un alimento. Éste se aplica entretanto a casi 40 mil productos y podrá seguir siendo empleado, incluso después de que entre en escena la nueva etiqueta europea, cuyo diseño aún es una incógnita.