Escándalos ajenos que siguen a Merkel hasta Washington
13 de enero de 2006Con la llegada de Merkel a la cancillería alemana comenzó a hablarse del principio de una nueva era. Al socialdemócrata Gerhard Schröder le sucedía la conservadora Merkel. Al europeísta y pacifista, la mujer dispuesta a recobrar el entendimiento con Estados Unidos.
Sin embargo, entre el blanco y el negro, las relaciones políticas suelen pintarse recurriendo a la amplia gama de los grises. Mientras Merkel intenta dejar claro todo lo que le importa Europa, y que no se rendirá a cualquier precio a los pies de George Bush, la posible colaboración de los servicios secretos alemanes con agentes de la CIA durante la guerra en Irak pone en duda la valentía y el compromiso contra la violencia del anterior jefe de gobierno alemán.
¿Por qué ahora?
Los medios de comunicación alemanes han empezado a especular sobre la oportunidad del momento en que sale a la luz el escándalo que salpica a sus servicios secretos y la implicación real de éstos en el conflicto iraquí. Las consideraciones de algunos expertos apuntan a que la información haya podido filtrarse con el beneplácito estadounidense.
Merkel inició ayer su primer viaje oficial a Estados Unidos como canciller de Alemania, visita en la que tiene previsto comer este mediodía con el presidente George Bush y Condoleezza Rice en la Casa Blanca. Desde el país germano se cierne sobre la canciller una enorme presión para que trate el tema de Guantánamo y la cuestión de los vuelos secretos de la CIA en su encuentro con el presidente.
Confrontar en este instante a la opinión pública alemana con las posibles mentiras del anterior ejecutivo podría servir para recordar a los ciudadanos que el gobierno de Schröder no estuvo, como se creía, moralmente por encima del estadounidense, ni políticamente tan distante como se vendió.
De esta manera, si Merkel se congratula del entendimiento con Estados Unidos no estaría anunciando el comienzo de un nuevo periodo de relaciones bilaterales sino la continuación del secretamente existente. Si Merkel proclama la colaboración alemana en la lucha contra el terrorismo tal y como la comprende Bush, no estaría más que siguiendo los pasos de su predecesor. Y en cualquier caso, mejor sería para Merkel no hurgar en la herida de Guantánamo y las detenciones de la CIA sin tener la situación ordenada dentro de sus propios servicios secretos.
Invitada entre amigos
Como si del mismo Mundial de Fútbol se tratara, Merkel confesó ayer noche en una cena celebrada en la embajada alemana en Washington sentirse una "invitada entre amigos". Durante el primer acto de su estancia en Estados Unidos, Merkel habló ante un público compuesto por unas 200 personalidades del mundo político, económico y científico, destacando las similitudes que unen a Alemania con Estados Unidos.
Mientras tanto, en casa continúa la discusión sobre el contenido de la información que se trasfirió a la CIA. La prensa acusa a los servicios secretos alemanes de dar pistas a los estadounidenses sobre el posible paradero de Saddam Hussein. Los servicios secretos alegan que sólo indicaron una serie de lugares, como hospitales y embajadas, que no debían ser bombardeados. También el debate se centra sobre lo que sabían los entonces responsables de las relaciones internacionales: el propio Schröder y el que hoy es ministro de Exteriores, Frank-Walter Steinmeier.
"El control parlamentario de los servicios secretos es necesario", dijo Merkel en su intervención de ayer en Washington, "pero hay que conformarse con que no todo puede hacerse público", señaló la canciller haciendo una clara referencia a la prensa alemana y a las críticas de secretismo que estos días golpean al anterior gobierno, que es parte de su gabinete actual.