Entrenamiento desigual en la Policía de EE.UU.
30 de octubre de 2016Después de que la comunidad local protestó por un tiroteo con intervención policial en el que murió un hombre en el condado de Fairfax, Virginia, el recién nombrado jefe de la Policía, Edwin Roessler, decidió reestructurar su departamento: para Roessler, lo más urgente era cambiar la mentalidad de sus más de 1.300 oficiales.
El incidente ocurrió en 2013, tan solo unos meses antes de la muerte de Michael Brown, un adolescente negro que fue baleado por un policía blanco en Ferguson, Misuri. Desde entonces, los repetidos informes de homicidios de hombres afroamericanos en intervenciones policiales en todo el país expusieron profundas divisiones entre la Policía y las comunidades, dando lugar a nuevas demandas de reforma.
En aquel entonces, en un enfoque proactivo e inusual dentro del mundo del orden público, el Departamento de Policía del condado de Fairfax ya había comenzado a considerar alternativas al uso excesivo de la fuerza, que había puesto en peligro las relaciones con la comunidad. Un punto de inflexión fue la revisión de sus prácticas de formación y entrenamiento, con el fin de que agentes pudiesen aprender cómo restaurar la confianza y servir mejor a los residentes del condado.
La formación de oficiales es quizás el mayor reto para los reformistas de la Policía en Estados Unidos. Esto se debe, principalmente, a que el control de la Policía en el país está descentralizado. A nivel nacional, hay cerca de 18.000 academias diferentes, y no existen normas unificadas para ellos.
De acuerdo con Seth Stoughton, un exoficial y ahora profesor de la Universidad de Carolina del Sur, no hay muchos estudios sobre los tipos de formación de policías y sus resultados. "Por lo general, no se sabe qué tan efectivo es el entrenamiento, y si cierto entrenamiento es mejor que otro", señaló. En otras palabras, nadie sabe realmente cuál es la mejor manera de formar a un oficial.
Debido a que no hay homogeneidad en la formación, los oficiales que trabajan en dos departamentos cercanos podrían ser entrenados de manera completamente diferente. "La calidad de la capacitación puede variar enormemente," añadió Stoughton. No todas las academias pueden proporcionar el entrenamiento debido, por causa de las limitaciones presupuestarias.
Distensión, mientras sea posible
Las recomendaciones para un mejor entrenamiento se incluyeron en el informe final "Labor policial en el siglo XXI” del grupo de trabajo del presidente Obama, designado después de Ferguson. Muchas de las medidas están dirigidas a la necesidad de transparencia e intercambio de datos. Sin embargo, la respuesta de los departamentos de Policía a la iniciativa de Obama ha sido decepcionante. De las 18.000 academias, solo unos pocos centenares mostraron interés.
El condado de Fairfax fue uno de ellos. Aquí, el alcalde Richard Pérez lidera los esfuerzos de reforma. El énfasis está en la transparencia, que incluye el acceso a la información y la liberación de material relacionado con tiroteos con intervención policial. Otro foco está en la distensión, siempre y cuando sea posible. El objetivo es utilizar diferentes técnicas para distender situaciones difíciles, previniendo o limitando el uso de la fuerza. Pérez revisó los nuevos métodos de entrenamiento que prepararían a sus oficiales para hacer eso. "La formación es la brecha en la policía estadounidense", dijo a DW.
Mucho de lo que sus oficiales aprenden ahora deriva de un programa llamado T3 ("El tacto, la táctica y la confianza"), que se centra en la psicología de las interacciones sociales. El proyecto es liderado por Jonathan Wender, sociólogo y exoficial de policía en el estado de Washington.
El tacto, la táctica y la confianza
Una de las primeras cosas que Wender enseña es la necesidad de entender y de nunca humillar a la personas. "En cuanto a la labor policial, a la gente no le importa tanto el uso de la fuerza; ellos entienden que esta es parte de la labor. Sin embargo, lo que sí resienten es la humillación", dijo. Con los oficiales, habla sobre qué significa experimentar humillación y la rabia física producto de ella.
La distensión es solo una de las muchas herramientas que se pueden utilizar en una situación difícil. Entre más se basen entrenadores en la ciencia para construir habilidades, más efectiva será la formación, apuntó Wender. Eso requiere no solo de información abstracta, sino también de oportunidades para que oficiales puedan practicar las tácticas.
Wender cree que también hay una necesidad urgente de enseñar a los oficiales a funcionar bien bajo estrés. Muchos de ellos patrullan y trabajan con miedo, añadió. "La vigilancia es importante, pero la sobrevigilancia es disfuncional, ya que lleva a la gente a hacer cosas estúpidas." Esto en parte tiene que ver con la idea errónea acerca de los riesgos de ser abatido en el cumplimiento del deber, dice Wender. De hecho, más policías estadounidenses murieron en accidentes de tráfico que en enfrentamientos.
La formación tradicional se centra en la seguridad de los oficiales. Esto ayuda a explicar por qué, en promedio, los reclutas pasan casi 60 horas de entrenamiento aprendiendo a disparar armas de fuego, y 10 horas o menos aprendiendo acerca de habilidades de interacción social, de psicología y comunicación.
Con lo primordial que es la seguridad personal, muchos sindicatos de la Policía son críticos con el nuevo énfasis puesto en la distensión. Stephen Bigelow, oficial y líder sindical en Washington D.C., enseña técnicas de distensión en la academia local y es consciente de sus límites. En la práctica, estas tácticas no son siempre una opción viable, dijo. Al igual que Wender, cree que los agentes deben aprender a tomar decisiones bajo presión. En referencia a los últimos incidentes de la policía, expresó que en "algunos de estos casos el problema fueron dos personas nerviosas y malentendidos, por lo que tenemos que empezar hablar el uno con el otro".
Falta de dinero y voluntad
De vuelta en el condado de Fairfax, cuando se le preguntó si su modelo de formación podría ser replicado en otros lugares, Pérez y su equipo dijeron que las habilidades básicas implicadas –la interacción social, el alcance comunitario y el fomento de la confianza– deberían ser transferibles. Al mismo tiempo, eran conscientes de que, en comparación con muchos otros lugares, su condado tenía una baja tasa de criminalidad.
Aunque la mayoría de los observadores y funcionarios reconocen la necesidad de reformar, la falta de voluntad política y la insuficiencia de fondos impiden el progreso. "Hay una enorme disonancia entre la demanda de reforma y los dólares puestos detrás de él. Muchos departamentos de Policía no van a gastar el dinero para capacitar a la gente," indicó Wender.
En ciudades como Baltimore o Chicago, donde los problemas se concentran a menudo en las comunidades marginadas, sería más difícil de implementar nuevos programas, ya que los organismos carecen de financiación y formación de calidad. "Los mejores departamentos de Policía están en aquellas comunidades que son ricas y que tienen recursos para contratar y formar a las mejores personas. "Quienes más necesitan recursos, tienden a recibir menos", concluyó Wender.
Autora: Romina Spina