En busca del patrimonio cultural germano-judío
24 de octubre de 2011Provenientes del este de Europa central –Bucovina, los otrora Imperio Austro-Húngaro e Imperio Alemán, Galicia, la península ibérica–, los judíos europeos, de lengua germana o yiddish, se esparcieron por todo el mundo. Atrás dejaban su huella en las regiones que hoy ocupan países como Ucrania, Rumania, Rusia, Polonia y Alemania. Eran fundamentalmente hombres de grandes y pequeños negocios, médicos, artesanos, libreros, juristas. Y no siempre se fueron voluntariamente.
Persecuciones
Huyeron de penurias económicas, pero también del antisemitismo, de la discriminación, de matanzas (que se conocieron con la voz rusa “pogromos”), de la falta de perspectivas. Y con la esperanza de una nueva vida, más segura, llegaron a América del Norte y del Sur, a la caribeña República Dominicana, a China, a Palestina, entre otros destinos. En sus nuevas patrias fundaron asentamientos y sinagogas, hospitales, escuelas, bancos, cooperativas agrícolas y publicaciones periódicas. Se convirtieron en actores, músicos, científicos. Sufrieron nuevamente las consecuencias del antisemitismo.
Tradición
Estas personas no sólo llevaban consigo una maleta con sus efectos personales, comenta Elke Kotowski. “Desde Alemania, llevaban consigo sus tradiciones, habilidades artesanales, trajes, recetas de cocina. Eso se mantuvo en las familias, se transmitió de generación en generación. Aunque muchas veces los descendientes no son concientes del origen de estas cosas.” Por eso Kotowski y su equipo han emprendido el camino tras esa huella.
“Cultura e Identidad” es el título del proyecto que dirige esta investigadora del Centro Moses Mendelsohn de Potsdam. Los historadores quieren perseguir el patrimonio cultural judío alrededor del mundo, saber qué queda de las culturas emigradas y cómo éstas se mezclaron con la cultura de los países de acogida.
Cuatro escobas
Hay mucho por descubrir. “En desvanes, sótanos, cajas y estantes se hallan todavía verdaderas joyas. Bienes heredados, fotos, cartas, diarios de emigrados, tesoros que tienen que ser registrados, que nos proveen de información sobre la vida de los inmigrantes judíos antes y después de la migración. Sería sencillamente una pena que estas cosas terminaran en la basura”, opina la historiadora.
De vez en cuando se tropiezan con verdaderas curiosidades. “A un kibutz en Israel llegaron algunos suabos alemanes. Ellos, como sabemos, se preocupan especialmente por mantener limpios su casa y su patio, así que se trajeron de su pueblo ¡cuatro tipos diferentes de escobas!”, cuenta Kotowski. Escobas como esas existieron luego durante siglos en el kibutz.
En todo el mundo
El proyecto dirigido por Kotowski pretende rescatar del olvido el patrimonio cultural germano-judío. Hay mucho que descubrir también a través de las biografías individuales. Así que los historiadores de Potsdam han trabado contactos “en todo el mundo”: embajadas alemanas en sesenta países los proveen con los primeros contactos, nombres, iniciativas. A ellas deben sumarse aún muchas pequeñas y grandes instituciones locales –museos, centros reconservación e investigación histórica, asociaciones culturales, medios, universidades. “Estoy segura que en todas partes se encuentra algo”, dice la investigadora.
Este proyecto del Centro Moses Mendelsohn de Potsdam ha sido en principio planeado para dos años, tiene amplias aspiraciones y cuenta con el apoyo del Gobierno federal a través de su secretaría de Cultura y Medios. “No se trata sólo de la emigración durante la época nazi, sino de estudiar los flujos migratorios de judíos germanoparlantes desde el siglo XVIII”, aclara el director del centro, Julius Schoeps.
Este 25 de octubre el proyecto abrirá con una gran conferencia científica internacional. Expertos de Alemania, Austria, EE.UU. y América Latina intercambiarán conocimientos y particparán en discusiones sobre literatura germano-judía, tradiciones musicales, culturas del recuerdo, rol y emigración de los empresarios judíos, identidad y autoconciencia. Los organizadores quieren dar a conocer e impulsar así su proyecto, y miran también hacia países como Polonia, Ucrania y Rusia, donde la investigación del patrimonio cultural judío apenas ha comenzado.
Autora: Cornelia Rabitz / Rosa Muñoz Lima
Editor: Enrique López Magallón