ELN: ¿De los curas en armas al sermón de la paz?
28 de febrero de 2015Los negociadores del Gobierno de Colombia y las FARC se volvieron a reunir en La Habana, esta vez con el exsecretario general de la ONU Kofi Annan, en un momento en que el respaldo internacional al proceso de paz se ha hecho más explícito. Estados Unidos nombró recientemente a Bernard Aronson como delegado especial para el acompañamiento del proceso de paz en Colombia.
Por otra parte, parece que algunos miembros del ELN, la guerrilla colombiana inspirada en la Teología de la Liberación, también están pensando en la posibilidad de negociar la paz. Sobre esta posibilidad. DW conversó con Christian Voelkel, analista del think tank Crisis Group, una ONG que estudia los conflictos armados, sus causas, soluciones y prevención. Voelkel estudió en las universidades de Leipzig, Berlín, París y Bremen.
DW: La sociedad colombiana de hoy es otra, comparada con la de hace 50 años. ¿Se justifica aún la existencia de una guerrilla? ¿Cuál es su explicación histórica?
Christian Voelkel: El surgimiento del ELN y las FARC en Colombia se debió, por una parte, a su cerrado sistema de alternancia del poder entre dos partidos y, por otra, a la influencia exterior: la revolución cubana promovió la radicalización de fuerzas en América Latina, como en Colombia. Fidel Castro creyó que otra Cuba era posible.
Pero hoy, el mundo, Colombia, su sociedad y el mismo ELN han cambiado. Colombia es un Estado democrático que, en buena parte, funciona. En Colombia se respeta la libre opinión, a pesar de que aún hay violencia. Nadie que piense racionalmente en el mundo cree que hoy se necesite una guerrilla para lograr una mejora social o económica. El mismo ELN se ha convencido de que la lucha armada es obsoleta.
Es más, es tan grande el poder combativo de las fuerzas del Estado colombiano, que ninguna guerrilla debería pensar hoy en tomarse el poder por las armas. La única forma de acabar el conflicto es la negociación de la paz, como lo han buscado varios gobiernos colombianos.
El ELN quiso forzar la nacionalización de la industria energética de Colombia, pero lo único que se le ocurrió fue extorsionar a multinacionales, como a la alemana Mannesmann y secuestrar a varios de sus trabajadores. Eso sucedió hace 25 años. Hoy siguen haciendo lo mismo con la multinacional italo-argentina Sicim. Ambas empresas terminaron pagando millones y manteniendo con vida al ELN…
El ELN, como las FARC, se han lucrado con el petróleo y el gas colombianos. Esto les ayudó a continuar su lucha armada, alentados, además, por la victoria sandinista en Nicaragua.
En los años 90, a raíz del acoso del ELN contra Mannesmann, el Gobierno de Helmut Kohl, propició contactos entre el ELN y la Conferencia Episcopal Alemana, al mando del cardenal Karl Lehmann. Así fue como guerrilleros del ELN y representantes del Gobierno colombiano sondearon, en Alemania, un proceso de paz ¿Quedó algo de ese espíritu?
El hecho de que el ELN aún tenga convicciones católicas siempre ha impulsado a la Iglesia católica en Colombia y Alemania a tenderle puentes para que abandone las armas. Si bien no se firmó la paz, sí se afianzaron los vínculos con la Iglesia católica alemana como socio confiable para hablar de paz. No en vano la Iglesia es uno de los actores que puede ayudar al ELN a abandonar la estéril lucha armada.
Con la ayuda de la Iglesia alemana, el ELN logró llegar hasta el Vaticano a disculparse por el secuestro de 150 feligreses que asistían a una misa. Aún así, esta guerrilla siguió secuestrando y matando a civiles inocentes y aún no está sentada a la mesa hablando de paz ¿Se puede creer en el ELN?
Lo que debemos hacer es tomar al ELN en serio. Si bien los actos de violencia no son compatibles con los principios católicos, su convicción de que es una “guerrilla más ética” puede ser un argumento para que los que busquen la paz le exijan demostrarlo.
El ELN es responsable de cientos de voladuras de oleoductos que han causado un ecocidio en campos y ríos, destruyendo el sustento de miles de campesinos y pescadores. ¿Hay conciencia en el ELN de estos crímenes contra el Medio Ambiente?
Yo sí creo que dentro del ELN hay conciencia de que un probable acuerdo de paz con el Gobierno y la sociedad colombianos incluye reconocer sus crímenes e indemnizar, de alguna forma, a las víctimas. El ELN está, en este punto, mejor preparado para un proceso de paz que las FARC porque aboga por la “verdad” de “todos” los actores del conflicto.
Carlos Arturo Velandia, uno de los exjefes del ELN, anunció recientemente que “los días del conflicto están contados, porque la democracia es la única vía”. ¿Por qué aún el Gobierno de Colombia y el ELN no negocian la paz, a pesar de que, según se presume, lo sondean en Ecuador y Brasil?
La mayor dificultad es la exigencia del ELN de que la sociedad civil sea un tercer actor negociador, algo que haría muy difícil un acuerdo. A las guerrillas se les puede convencer de que dejen las armas, pero no sus ideas. Hay que convencer a los ilegales de que en la democracia vale la pena competir y de que es con el voto popular con el que se gana la contienda por las mayorías y las ideas. Pero la guerrilla debe entender que, como movimiento civil extraparlamentario, también se pueden lograr muchas cosas.
¿Qué habrá que hacer para convencer a los millones de escépticos y críticos del proceso de paz con las FARC y al venidero con el ELN?
El Gobierno del presidente de Juan Manuel Santos tiene que explicarle mucho más y mejor al país qué significaría la paz para cada uno en Colombia. Y los críticos debieran no solo ver cuáles serían los beneficios para los guerrilleros sino para los civiles, los militares y toda la sociedad.
¿Qué le diría usted a los jóvenes que en Europa y otros lugares aún sueñan con una revolución en el trópico?
Que el sueño ha terminado. Que hoy las revoluciones no se logran con las armas, como ha quedado demostrado en América Latina. Lo que sigue vigente son los cientos de movimientos civiles que trabajan por una transformación social de las sociedades latinoamericanas. En Colombia, tras el fin del conflicto, las luchas civiles por justicia, por la tierra, contra la minería invasiva y por la defensa de los páramos como fuentes de agua se acentuarán, porque ya no se podrá estigmatizar de guerrilleros a quienes reclamen sus derechos. América Latina seguirá siendo tierra fértil para las luchas sociales, tanto para los románticos como para los afectados.