El legado de Bush: caos y desequilibrio en el Medio Oriente
9 de enero de 2008
La era Bush deja un legado de caos en la región, un vacío de poder y desequilibrio que conlleva el riesgo de que se produzcan focos de conflicto provenientes de Irán, del Líbano o del mismo conflicto israelí -palestino, según afirmó el Prof. Udo Steinbach, en conversación con DW-WORLD. Steinbach es uno de los expertos más destacados en Alemania sobre el Medio Oriente, cuya crítica voz lo ha hecho blanco de recriminaciones por parte de israelíes en más de una ocasión. Hasta hace poco Steinbach era director del Instituto de Estudios para el Medio y Cercano Oriente con sede en Hamburgo. Actualmente el experto es catedrático e investigador en el Centro de Estudios para el Medio y Cercano Oriente de la Universidad de Marburgo.
¿Qué sentido tiene la visita del presidente Bush a Israel? ¿Es puramente simbólica o logrará algo con ella?
Por lo menos el presidente estadounidense quiere establecer una señal de que le interesa resolver el problema más importante en el Cercano Oriente. Esperamos mucho a que Bush hiciera algo en este sentido. Entonces se produjo Annapolis, que fue un éxito a medias. Ahora intenta Bush lograr un avance. Pero las perspectivas no son buenas. Esperó demasiado tiempo y entre tanto han tenido lugar muchos acontecimientos en el Cercano Oriente como para que logre resolver la crisis en un lapso de tiempo tan corto.
En Annapolis muchos países árabes se mostraron molestos con la política israelí de asentamientos en territorios palestinos. ¿Cederá Israel en este punto?
De momento hay señales contradictorias en Jerusalén. Por un lado no se ha detenido la construcción de asentamientos. El primer ministro israelí anunció que serían despejadas algunas posiciones externas y que no serán levantados nuevos asentamientos, pero al mismo tiempo anunció que los asentamientos que ya existen, como por ejemplo Maale Adumim, en las afueras de Jerusalén, serán fortalecidos. Una cosa es clara: si el presidente estadounidense no logra que Israel muestre una señal clara en este sentido, entonces nos podemos olvidar de toda la visita, porque eso significaría que todo el peso de Estados Unidos prácticamente es nulo en Israel.
Bush visitará Arabia Saudita, Kuwait, Bahrain y los Emiratos Arabes Unidos, para con esta alianza árabe establecer un contrapeso al poder hegemónico que supone Irán en la región. ¿Qué puede surgir de esto?
El concepto lo conocemos desde hace mucho. Con él se intenta forjar una alianza entre los Estados árabes moderados por un lado, aquellos que estuvieron presentes en Annapolis y a quienes Bush visita ahora, e Israel por el otro. Pero inmediatamente tras el regreso de los políticos árabes de Annapolis se produjo algo excepcional, algo muy significativo: la invitación al presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, por parte del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG), para que asistiera a su congreso anual. Eso significa que los Estados árabes no confían en los americanos, en Bush, en que su política conduzca a algún objetivo concreto, así que han optado por su propia vía y ésta pasa por Irán, de modo que no se dejan imponer por Washington una política de aislamiento hacia Irán.
La imagen de Bush en Egipto, el país árabe más importante, se ha deteriorado considerablemente. ¿Hay un acercamiento entre el Cairo y Teherán y qué consecuencias pueden esperarse?
Se trata de un proceso que tiene lugar desde hace mucho. Irán y precisamente Egipto, se acercan mutuamente. Esto ha sido bloqueado una y otra vez y no es probable que se produzca un avance. Pero reitero que el concepto estadounidense de forjar una alianza uniforme entre el Golfo Pérsico y Egipto contra Irán, y además en esta alianza incluir a Israel, no tendrá resultados favorables, sobre todo porque las relaciones entre Washington y el Cairo se han deteriorado notablemente durante los últimos dos, tres años.
Se especula que Bush podría hacer una visita sorpresa a Irak y el Líbano. ¿Qué perspectivas tiene Irak tras la era Bush?
La actual administración estadounidense está convencida de que ha adoptado el curso correcto cuando fortaleció las tropas en Irak a principios del año pasado. Y de hecho hay menos violencia, por lo que el presidente estadounidense podría intentar extender esta fórmula para lograr poner fin al conflicto en Irak. No hay claridad respecto a la futura Administración, sobre todo Clinton y Obama han transmitido señales muy diferentes. Pero una cosa es clara: el conflicto en Irak no se resolverá en 24 meses ni en 36, ni tampoco bajo una nueva Administración estadounidense. En cuanto al Líbano, habrá que ver. Una visita del presidente Bush podría lograr un avance en Beirut, que enfrenta considerables problemas, como la elección de un nuevo presidente. Estados Unidos podría tener una influencia positiva en Beirut y ayudar al país a llenar el vacío de poder que existe actualmente.
¿Qué legado dejan los 8 años de la política de Bush en el mundo árabe?
Un caos muy grande. El papel de liderazgo de Estados Unidos como potencia estabilizadora en el Medio y Cercano Oriente, un papel que ejerció Estados Unidos durante décadas, Bush lo desgastó. Estados Unidos ha tenido que asumir una enorme pérdida de confianza, especialmente por parte de sus socios más estrechos. El hecho de que los árabes se acerquen a Irán en vez de confiar en la protección estadounidense es muy significativo y muestra que el papel de Estados Unidos como potencia líder se ha deteriorado. Eso se traduce en el riesgo de que se produzcan focos desestabilizadores, ya sea que provengan de Iran, del conflicto palestino o el Líbano.
¿Qué pueden hacer los europeos en este sentido?
Los europeos han desaprovechado las posibilidades que tenían en los últimos años. Desde hace mucho que existe un vacío en el Cercano Oriente que ha sido provocado por la actual administración estadounidense. Sobre todo los países árabes tenían expectativas cifradas en Europa. Se esperaba que los europeos llenaran ese vacío, pero no lograron formular una política europea común. Por eso hay escepticismo en cuanto a que los europeos logren acercar a palestinos e israelíes, lo que Washington fue incapaz de hacer durante los últimos ocho años.