El halo estrellado de Berlusconi
30 de diciembre de 2003El 12 de diciembre pasado los líderes europeos se reunieron en un almuerzo dispuestos a tratar los últimos detalles para conformar la primera Constitución de la Unión Europea. Sin embargo, el excéntrico primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, presidente en turno de la UE, parecía tener otras ideas en mente. Berlusconi quería hablar de fútbol y de mujeres. “Conozco muchas mujeres e incluso he aparecido en la revista Playboy, pero sé que alrededor de esta mesa hay gente que sabe aún más sobre mujeres que yo”, dijo. El bromista italiano se volvió hacia el canciller alemán y le dijo: “Gerhard, tú has tenido cuatro esposas, ¿que nos puedes contar acerca de las mujeres?” Ni Schröder ni ninguna de las mujeres presentes parecían divertirse con semejantes comentarios. Al día siguiente, Berlusconi anunció que las negociaciones habían fracasado.
La opereta de verano
Berlusconi en realidad comenzó con traspiés su presidencia en turno de la UE. Llegó con la mala imagen que tiene de él la prensa internacional, originada por su corrupta gestión en Italia, con leyes aprobadas para protegerlo de sus fraudulentos manejos como empresario y arrastrando varias investigaciones judiciales. Pero la opereta italiana con Berlusconi en el papel estelar tuvo como escenario el parlamento europeo en Estrasburgo. Enfurecido por las críticas del eurodiputado alemán, Martin Schulz, Berlusconi lanzó un dardo incendiario que sabía que haría callar al socialdemócrata germano. “Sr. Schulz, sé que hay un director de cine que está rodando una película en Italia sobre los campos de concentración nazis, le voy a sugerir que le dé a usted el papel de capataz, estaría usted perfecto”.
Las declaraciones de otros miembros de la Administración italiana acabaron por envenenar las relaciones germano-italianas. Cuando el secretario de Turismo italiano, Stefano Stefani, dijo al periódico de su partido, la Liga Norte, que los alemanes eran unos “ultranacionalistas rubios, ebrios de arrogancia, que invaden estrepitosamente nuestras playas”, el asunto se convirtió en el culebrón del verano. Al insulto le añadió la injuria cuando sugirió a los veraneantes germanos que se sometieran a un test de inteligencia. El canciller alemán, Gerhard Schröder acabó cancelando sus vacaciones en Italia. Stefani perdió el puesto y hasta la llegada de las lluvias que algo refrescaron los acalorados ánimos, Schröder y Berlusconi se reconciliaron.
Francia y Alemania se salen con la suya
Berlusconi volvió a escuchar críticas a la gestión italiana cuando el Ecofin absolvió a Francia y Alemania de las sanciones por su excesivo déficit. París y Berlín lograron que se paralizara el proceso abierto en su contra por superar el límite del 3% del déficit público durante tres años que establece el Pacto de Estabilidad europeo, con el apoyo de países como Italia y Bélgica, también favorables a flexibilizarlo. Esta situación se produjo después de que la maltrecha economía portuguesa asumiera en el 2002 las estrictas recomendaciones del Consejo de la UE, para que su economía volviera a los lineamientos que marca el Pacto. Esto causó un fuerte malestar entre los países partidarios en aplicar estrictamente el Pacto, como España y Holanda.
La disputa de los votos
Cuando todavía era candente esta discusión, la presidencia italiana se empeñó en lo que debía ser el éxito de su gestión: la firma en Roma de la futura Constitución de la Unión. El sonado fracaso se debió a la discusión sobre el número de votos que cada país debía contar en el órgano legislativo de la UE. El borrador proponía la llamada ‘mayoría doble’, según la cual, para que una ley sea aprobada es necesario el respaldo de la mayoría de los países representantes del 60% de la población de la UE. Esta propuesta era firmemente respaldada por Francia y especialmente por Alemania, país con el mayor peso poblacional de la UE.
Pero España y Polonia pactaron para insistir en un sistema de voto acordado en Niza hace tres años que da a todos los países casi el mismo número de votos que a Alemania, pese a que cuentan con una población equivalente a la mitad de la germana. Esta vez fueron España y Polonia, los que acusaron a Italia de una mala gestión. Italia se había alineado, al igual que franceses y alemanes, al proyecto elaborado por la Convención de Valery Giscard D’Estaign.
Europa de dos velocidades
Ahora se escucha la posibilidad de una Europa de ‘dos velocidades’, por un lado la de los actuales socios comunitarios, y por el otro la de los 10 nuevos países que entrarán el próximo mes de mayo en la UE. La entrada de Eslovaquia, Eslovenia, Estonia, Chipre, Hungría, Letonia, Lituania, Malta, Polonia y la República Checa, también ha sido objeto de debate bajo la presidencia de Italia. El último informe del pasado noviembre, la presidencia italiana advirtió que estos 10 países muestran graves carencias y que ninguno está realmente preparado para convertirse en miembro de la Unión.
Pero no todo ha sido negativo bajo la presidencia italiana. Los líderes de la UE, acordaron durante su gestión los planes del Reino Unido, Francia y Alemania de hacer operativa una célula que permitirá planificar y conducir operaciones militares autónomas y que en casos específicos actuará al margen de la OTAN, algo que ha recuperado si bien limitadamente, la débil cohesión de los 15.
Niebla irlandesa
El 2004 comienza con la presidencia en turno de Irlanda. Y no las tendrá fácil. Analistas advierten que después de la opereta italiana lo que se avecina es una prolongada lucha política. A esto se suma una caída en la popularidad del concepto de integración entre los ciudadanos de la UE. Según encuestas realizadas por la Comisión, menos de la mitad -48%- de los habitantes de la UE, ven la integración europea como algo positivo. Se trata del nivel más bajo registrado jamás. Otra encuesta indica que sólo un 52% de los habitantes de la zona euro considera la moneda única como ventajosa. Así las cosas, no se vislumbra un buen año para la Unión Europea.